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Octopus y los equinodermos

Foto: Santiago Estrada
Las estrellas y los erizos de mar son criaturas, ampliamente, reconocidos por todos; pero ¿qué sabemos de ellas? ¿Sabías que pertenecen a un grupo de animales llamados equinodermos y que poseen cientos de pequeños pies tubulares, llamados podios que, trabajando en conjunto, les permiten desplazarse por el fondo y, además, capturar a sus presas?

¡Hola amigo lector! Como todos los meses, por estos días nos encontramos para compartir mis experiencias en el arrecife de coral. Como ya sabes, mi curiosidad no tiene límites; aquella vez que visité la pradera de pasto marino, conocí una criatura fantástica: la estrella de mar. Desde entonces, hemos venido conversando sobre muchas cosas y se me ocurrió que sería genial que tú la conocieras, así que, luego de insistirle, logré convencerla y aquí está con nosotros. Pero dejemos que sea ella misma la que nos hable sobre ese grupo fantástico de criaturas invertebradas, exclusivamente, marinas y al que ella pertenece: los equinodermos.

E/ Gracias amigo Octopus por tu invitación, siento que me hayas tenido que insistir para aceptar, pero es que…te confieso: soy algo tímida. Pero bueno, lo importante es que ya estoy aquí; así que, arranquemos. Primero que todo me presento, mi nombre común es estrella de mar cojín y mi nombre científico es Oreaster Reticulatus. Qué sofisticado suena ¿cierto?

Los equinodermos somos un grupo de animales muy particulares, como bien dijiste, exclusivamente, marinos. Tenemos formas muy variadas y algunos parecen más plantas que animales y, aunque todos partimos de una unidad básica de nuestro cuerpo, dividido en cinco regiones alrededor de un disco central donde está la boca, existen algunas diferencias bien marcadas entre nosotros, pero ya te hablaré con más detalle de cada uno. 

Nuestro nombre significa piel gruesa con espinas (del griego ekhinos: púa o espina y derma: piel) que salen como rayos del medio del cuerpo; Nuestro esqueleto es interno y está formado por pequeños huesos calcáreos. Una característica que es única en los equinodermos es un sistema circulatorio muy particular que los científicos llaman sistema vascular acuífero. Consiste en una serie de conductos y apéndices localizados a lo largo de la pared del cuerpo y de los brazos y funciona como medio de locomoción y para alimentación; está lleno de un líquido semejante al agua de mar y opera, como un sistema hidráulico. Cuando vez que nos desplazamos por el fondo o retorcemos nuestros brazos es gracias a ese sistema. Otra característica muy especial que poseemos es la capacidad de regeneración, podemos regenerar nuestros brazos, que hayamos perdido por una u otra razón e, incluso, nuestros órganos.

Los equinodermos nos dividimos en cinco grandes grupos: los crinoideos o lirios de mar, los asteroideos o estrellas de mar – grupo al cual pertenezco -, los equinoideos, conocidos como erizos de mar con una gran variedad de formas, los ofiuroideos o estrellas quebradizas y, finalmente, los holoturoideos o pepinos de mar; estos últimos se salen del patrón normal de la forma de los equinodermos.

El grupo más antiguo son los lirios de mar o crinoideos. Reciben su nombre ya que sus brazos se ramifican y su apariencia es similar a la flor del lirio, ya sabes, los humanos nos dan nombres según que nos parezcamos a las criaturas que habitan fuera del mar y que ellos pueden ver comúnmente. Su cuerpo es pequeño y aplanado en forma de pentágono con cinco brazos que se dividen, casi inmediatamente, una o más veces para formar diez o más brazos, siempre en múltiplos de cinco. De cada brazo, a lado y lado, se desprenden numerosas prolongaciones cortas que le dan una apariencia de pluma. Utiliza cada brazo para “barrer” el agua y atrapar partículas que le sirven de alimento. Se adhiere, suavemente, a todo lo que entra en contacto y se pueden romper fácilmente. Afortunadamente, como ya te mencioné, anteriormente, los brazos que se hayan quebrado, los pueden regenerar.

La gran mayoría se desplaza muy lentamente sobre el fondo, aunque algunas especies pueden nadar cortas distancias con movimientos coordinados de sus brazos. Usualmente, los vas a ver quietos ya que se anclan dentro de las pequeñas grietas, haciendo que solo se vean sus brazos sobresaliendo del arrecife; a veces, los puedes ver metidos en los huecos de las esponjas que tienen forma de barril o de vaso. Sus brazos, de colores vivos y variados, siempre extendidos, se mueven al vaivén del oleaje para atrapar el alimento. 

Foto: Andrés Obregón

Pasemos ahora los ofiuroideos: están las estrellas quebradizas y la muy extraña estrella canasta. En el primer grupo, las estrellas quebradizas, los brazos, en número de cinco, son largos, se diferencian, claramente, del cuerpo y, además, son muy flexibles: los utilizan para la locomoción; de hecho, son los que tienen mayor capacidad de movilidad dentro de los equinodermos. Además, utilizan los brazos para atrapar el alimento que consiste en animales muertos y materia orgánica. Todos los brazos tienen pequeñas espinas que les ayudan a atrapar alimento y a moverse sobre el fondo.

Es muy particular la forma en que mueven sus brazos para desplazarse, utiliza uno o dos extendidos hacia adelante y uno o dos arrastrándose por detrás, los otros brazos laterales hacen un movimiento como de remo contra el sustrato que lo impulsa hacia adelante en forma de pequeños saltos y las espinas son las que les dan tracción. 

Los puedes ver aferrados a las paredes de las esponjas en forma de barril o vaso, o a las ramas de las esponjas que crecen en forma de tubos. La mayoría son muy activos durante las noches y los puedes ver arrastrándose sobre el fondo, explorando los huecos que se forman entre los corales. 

O/ ¿Puedo interrumpirte un momento para contarle a nuestro amigo lector algo muy interesante que vi hace ya algún tiempo? 

E/ Claro que sí, adelante, somos todo oídos.

O/ Es muy común verlas sin un brazo o con un brazo muy corto; al que veas sin un brazo es porque lo perdió, usualmente, es que la estrella misma lo auto-cortó huyendo de algún depredador, generalmente, peces. En una ocasión, vi a un loro gallo español (Bodianus rufus) atacando a una estrella quebradiza mordiendo uno de sus brazos; ella, muy hábilmente, cortó el brazo que tenía el pez en la boca y logró huir escondiéndose entre las grietas que se formaban entre los corales; de esta forma, ambos quedaron “satisfechos”, el pez logro un bocado, aunque la verdad no creo que le haya apetecido mucho y la estrella logró sobrevivir al ataque. Varios días después, la volví a encontrar y vi que ya no le faltaba ningún brazo, aunque uno de ellos era, notoriamente, más corto que los demás. Le pregunté y me dijo que ellas tenían la capacidad, como todos los equinodermos de regenerar sus brazos perdidos y ese, que estaba observando, estaba en crecimiento, por eso lo veía más corto. 

Foto: Andrés Obregón

E/ Gracias Octopus, eso que cuentas es muy cierto. Para terminar con los ofiuroideos, existe uno que parece más una planta que un animal, es la estrella canasta, Sus brazos se subdividen en varias ramas que parecen tentáculos enrollados. Durante el día permanece escondida enroscando sus tentáculos, formando una bola apretada. Al final de la tarde, empieza su actividad y parece como un cerebro en movimiento mientras sale de su escondite para trepar, buscando puntos altos (como el borde superior de las esponjas barril) donde extender sus brazos para formar una red a manera de abanico y así atrapar su alimento que consiste en pequeños juveniles de peces, camarones y organismos de similar tamaño). Esto lo hace gracias a una gran cantidad de pequeñas y finas espinas que envuelven a la presa y que junto con sus brazos trabajan para llevarla, lentamente, hacia la boca. Así permanecerá durante toda la noche; al amanecer, empezará a retraer sus brazos, y a desplazarse hacia su zona de refugio durante el día.

Foto: Andrés Obregón

O/ Lamento interrumpirte amiga estrella de mar. Pero creo que se nos agotó el espacio para seguir contando tu hermosa historia acerca de estas increíbles criaturas. Eso sí, quiero aprovechar y te voy a comprometer, desde ahora, a que nos acompañes, nuevamente, en nuestro próximo encuentro para que termines de contar lo que no pudimos incluir acerca del fascinante mundo de los equinodermos.

Recuerda que mi intención es compartir todo este conocimiento contigo amigo lector, espero que hayas pasado un rato bien entretenido y no te pierdas el final de esta bella historia. No olvides compartir esta historia con tus amigos y familiares.

¡Buen viento y buena mar!

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