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Octopus y la laguna encantada

Foto: Alfonso Ortiz
Foto: Alfonso Ortiz
¡Hola! Feliz de estar de nuevo contigo en este espacio que nos brinda la Agenda del Mar. ¿Es este nuestro quinto o sexto encuentro?, la verdad, ya ni recuerdo. Lo que sí recuerdo es que hasta ahora, te he contado historias que ocurren en el arrecife de coral, mi hogar; sin embargo, como ya sabes, me encanta explorar y un día, decidí aventurarme más allá del mismo y me encontré, de pronto, en una laguna de poca profundidad, rodeada de árboles con ramas curvas, como si fueran raíces, parte sobre el nivel del mar y parte bajo la superficie donde quedaban como suspendidas a media agua, parecía como si fueran árboles caminando en zancos.

Por: Jorge Herrera, biólogo marino e instructor de buceo

También noté que esas partes de las ramas sumergidas bajo el agua estaban completamente colonizadas por muchos organismos de diferentes especies y que había mucha actividad.

Movido por mi gran curiosidad, me puse en la tarea de conocer más a fondo todo lo que allí ocurría. Como la investigación parte de la observación, tuve que visitar esta laguna muchas veces, de día y de noche, registrar todo y, por supuesto, preguntar a cada habitante de este maravilloso lugar que quisiera contarme algo, incluyendo a mi amigo, el biólogo.

Resulta que el lugar al que llegué recibe el nombre de laguna costera, es decir, una porción del mar semicerrada, en constante comunicación con el mismo; también se le conoce como una laguna de manglar ya que está rodeada por una comunidad de árboles llamados mangles que crecen sobre suelos fangosos, inestables, en zonas intermareales, tropicales y subtropicales a lo largo de las costas, ríos y estuarios; algunas especies pueden alcanzar alturas hasta de 50 m. Están adaptados a vivir en zonas de intercambio de agua dulce y agua salada como en las desembocaduras de los ríos o, exclusivamente, en agua salada; los que viven en las riveras de la desembocadura de los ríos son los que alcanzan mayores alturas gracias a la gran cantidad de nutrientes que aportan estos, mientras que los que habitan exclusivamente, en agua salada, crecerán más bien poco, debido a que tienen que trabajar mucho para deshacerse del exceso de sal que absorben por sus raíces, lo que les resta energía para su crecimiento; por eso se consideran mangles enanos.

Existen varias de especies de mangle que se distribuyen en franjas desde la línea de costa hacia tierra adentro. La que más llama mi atención es el mangle rojo (Rhizophora mangle), que está frente al mar y recibe su nombre por la coloración rojiza de su tronco. Una parte de sus ramas colgantes se hunden en el suelo y  otras se sumergen, a veces hasta un par de metros bajo la superficie del agua, ambas transformándose en las raíces del árbol. Como ya te mencioné, cada raíz sumergida se convierte en el hogar de muchas otras especies que viven adheridas a las mismas, desde los moluscos como las ostras y almejas, etc., hasta las algas marinas, pasando por poliquetos como los plumeros y arbolitos de navidad, pequeños crustáceos, como camarones y cangrejos, ascidias, anémonas y esponjas, entre muchos otros.

También observé muchos peces pequeños que viven entre las raíces y me refiero a los juveniles de muchas de las especies que he visto en el arrecife de coral, no solamente, de los peces de colores de pequeño tamaño, sino también, juveniles de jureles, grandes meros, pargos, incluso, he visto juveniles de barracudas. Me surgió la pregunta ¿qué hace que muchas de las especies de peces pasen la primera parte de su vidas en las lagunas de manglar y luego migren ya sea hacia el arrecife o a otros lugares?

La historia es más o menos así: los padres entran a la laguna durante la noche, las hembras desovan cerca de las raíces sumergidas y los machos liberan el esperma; en ese momento, se inicia la carrera por la fertilización. Los huevos fertilizados se desarrollarán y los que sobrevivan se convertirán en nuevos individuos que permanecerán allí, protegidos entre las raíces que se entrelazan formando una maraña difícil de penetrar para animales grandes, constituyéndose en una salacuna, un refugio ideal para estos pequeños peces en las fases tempranas de su vida (embrión, larva y juvenil), donde, además encontrarán abundante alimento; este proceso puede durar desde unos pocos días hasta más de cien. Una vez alcancen un tamaño suficiente, algunos se quedarán en la laguna, otros se moverán hacia ecosistemas vecinos, como los arrecifes de coral y pastos marinos, y otros irán a formar parte de los grupos de peces pelágicos, es decir, aquellos que viven en aguas medias o cerca de la superficie.

Foto: Jorge Hugo Cano

Como no me gusta dejar nada sin investigar, me dio por explorar el fondo de la laguna. Me llevé una gran sorpresa y es que, al parecer, no existía tal fondo; empecé a descender y cuando creí que iba a llegar, lo que hice fue entrar en una “nube” muy densa de lodo fino, pero no lo suficiente como para formar un fondo consolidado y además caliente y muy oscura que parecía no tener fin; la verdad, nunca toque ese fondo que estaba buscando porque sentí algo de temor y decidí regresar a aguas menos profundas. Mientras me alejaba del centro de la laguna, me surgió una reflexión: si el fondo, desde la entrada de la laguna hacia afuera, está constituido por pastos marinos, arena gruesa o parches de coral, entonces, de dónde sale todo es lodo tan fino. A medida que me fui acercando hacia el borde de la laguna, menos profundo, noté que el fondo estaba cubierto de hojas de los mangles que bordean la laguna y, ahí estaba la clave.

Una de las estrategias del mangle para eliminar el exceso de sal es concentrarla en sus propias hojas, una vez se han saturado, el árbol se deshace de ellas, las cuales caen a la laguna; como tienen una alta concentración de sal, son muy densas, más que el agua de la misma laguna por lo que empiezan a hundirse, lentamente, hasta llegar al fondo donde las esperan millones de bacterias que empiezan a descomponerlas hasta su más mínima expresión y convertirlas en esas diminutas partículas. Como la laguna es un sistema semi cerrado, con poca dinámica, es decir, poco intercambio con el mar que la rodea, este sedimento, en su mayoría, permanece semi estancado y se va acumulando al lo largo del tiempo, tal vez, decenas de miles de años.

En este momento, quiero regresar al título de este artículo: “Octopus y la Laguna Encantada” y ¿por qué Laguna Encantada? Durante mis visitas nocturnas, especialmente, cuando no había luna, es decir, en total oscuridad, además de sentir, también podía ver a los peces, aunque no, directamente, a ellos, pero sí, la estela de luz que iban dejando a medida que se desplazaban por el agua, parecían fantasmas. Al verlos, empecé a jugar con mis tentáculos, a moverlos bruscamente, dando como resultado la aparición de destellos de luz, incluso, algunas quedaban adheridas a mi piel, permaneciendo encendidas por un par de segundos. Le pregunté a mi amigo biólogo cómo y para qué se producía esa luz.

Parte de la explicación que me dio comienza con lo que ya te expliqué y es que la alta descomposición orgánica que se da en el fondo de la laguna libera una gran cantidad de nutrientes a la columna de agua que favorece el desarrollo y crecimiento del fitoplancton (plancton vegetal) dentro del cual se encuentran unos dinoflagelados llamados Noctiluca; estas diminutas criaturas son capaces de producir luz, un fenómeno llamado bioluminiscencia, a través de una reacción bioquímica, que requiere movimientos bruscos del agua y que se manifiesta como un brillo de chispitas de luz. Ahora bien, el para qué producen esa luz, no está claro, hay una hipótesis que dice que para exponer a sus depredadores (principalmente, crustáceos del zooplancton) a la vista de peces más grandes y, así, deshacerse de ellos. A mí me parece una buena hipótesis, solo que requiere mucha más investigación.

Cuando visites una laguna de manglar en las noches, ponte una máscara de buceo o, simplemente, unas gafas de natación, entra al agua y empieza a agitar el agua con tus brazos y piernas, desde afuera, verás la estela de luz que generan tus movimientos y parecerás un fantasma; dentro del agua, a través del lente de tu máscara, verás esas chispitas de luz, incluso, muchas de ellas adheridas a tu piel; será un momento mágico, único, un momento de encanto. Eso sí, no olvides que sea a una hora y un lugar con plena oscuridad, la luz de la luna o la luz artificial no te dejarán apreciar el fenómeno. Aunque lo podrás ver durante todo el año, el plancton bioluminiscente estará mucho más concentrado en épocas de lluvia, en nuestro país, durante los meses de octubre y noviembre; el espectáculo que podrás ver será brutal.

Mi amigo biólogo me pidió que te contara un poco sobre los beneficios que proveen estos ecosistemas y las amenazas a las que están expuestos, aprovechando este espacio que me dan a mí y no a él.

Como has visto, no es difícil darse cuenta de la importancia de los ecosistemas de manglar: son el lugar de crianza, refugio, anidación y alimentación de miles de especies entre acuáticas (ya te mencioné algunas), terrestres (como mamíferos, reptiles y anfibios) y aves; proveen alimento al ser humano a través de la pesca; actúan como barreras físicas que protegen las costas del embate del oleaje y de eventos naturales como tormentas y huracanes; son filtros biológicos al retener sedimentos, exceso de nutrientes y productos químicos provenientes de la agricultura; tienen una alta capacidad para absorber y capturar CO2 de la atmósfera, lo cual contribuye de manera muy importante en la reducción del efecto invernadero para combatir el cambio climático, entre otros.

Desafortunadamente, los ecosistemas de manglar han sufrido una degradación sistemática por parte del ser humano; la madera del mangle es muy apreciada por su dureza y resistencia a los insectos, lo que la hace ideal para la construcción de viviendas, postes, pilotes para muelles, rejas y canoas; además es ideal para la obtención de leña y carbón vegetal para consumir en el hogar, lo que ha provocado la sobreexplotación de este recurso. Por otro lado, se han deforestado los bosques de manglar para convertirlos en pastizales para ganadería, sistemas agrícolas, construcción de viviendas, hoteles, puertos, marinas o en granjas para acuicultura.

Claramente, con la degradación se pierden todos los beneficios que te mencioné anteriormente. Sin embargo, y afortunadamente, cada día, hay más conciencia y compromiso para recuperar y restaurar estos ecosistemas. Algunas acciones que puedes llevar a cabo para ayudar en la protección y conservación de estos maravillosos ecosistemas son:

– Evita contaminar el agua vertiendo residuos químicos y aceites.

– Evita talar los árboles de mangle.

– Participa en programas de reforestación.

– Aprovecha de manera sostenible los recursos que te provee el manglar.

– Cumple con las leyes y normas establecidas y denuncia a aquellos que realizan actividades ilegales dentro del manglar.

– Comparte esta historia con tus amigos y allegados.

Bueno, me despido ya. Creo que me extendí más de lo que quería, espero no haberte aburrido mucho. Para nuestro próximo encuentro, te tengo una sorpresa, te contaré mis aventuras por otro ecosistema vecino a mi arrecife que también es muy importante. Hasta la próxima.

¡Buen viento y buena mar!

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