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Octopus y las estaciones de limpieza

¡Hola! Qué gusto estar de nuevo contigo, ya han sido varios encuentros, en los cuales hemos hablado de cosas muy interesantes. Hemos tenido un par de invitados maravillosos que nos han contado aspectos de sus vidas como especie. Hoy quiero tomar la palabra para contarte algo que descubrí y que me dejó boquiabierto.

Como ya te conté una vez, yo me separo un poco del comportamiento tradicional de los pulpos; me encanta salir a pasear por el arrecife, mis excursiones no se limitan a las noches a buscar alimento, sino que aprovecho la luz del día, cuando hay mucha más actividad, sobre todo de los peces, para salir a explorar y conocer, eso sí, con mucha precaución, echando mano de todos mis recursos para pasar desapercibido.

Durante una de esas excursiones algo me llamó mucho la atención, que luego vi una y otra vez, día a día, ya sabes, cuando descubres algo, lo vas a ver por todas partes, de ahí en adelante. Lo que yo empecé a ver fue que muchos peces se acercaban al fondo y se quedaban muy quietos muy cerca de este, incluso, casi posados sobre corales, durante varios segundos; en ese lapso, otros peces, pero mucho más pequeños empezaban a “morder” o picotear a aquellos por varias partes del cuerpo, incluso, aquellos peces más grandes abrían su boca y permitían que esos diminutos peces entraran en ella y, lo curioso, es que a veces salían, no ya por la boca, sino por la abertura de las branquias, lo cual me sorprendió mucho más en ese momento. Por si eso fuera poco, vi que no solo eran peces pequeños los que se atrevían a entrar en las bocotas de los grandes peces sino también camarones, hermosos camarones de colores muy vivos y largas antenas, que hacían lo mismo con los peces que se acercaban a ellos. Ahora bien, lo que más me sorprendió era la complicidad entre uno y otro, y me preguntaba: ¿cómo es que no se los comen? ¡Esto merecía la pena averiguarlo! Entonces, Octopus curioso se dio a la tarea de descubrir qué pasaba en esos momentos y, a continuación, te voy a contar con pelos y señales la hermosa historia que hay detrás de esto.

Permíteme iniciar con el nombre que le di a estos lugares muy particulares: “LAS ESTACIONES DE LIMPIEZA”. Simplemente, porque son eso, lugares específicos donde llegan peces de muchas especies, de mayor o menor tamaño, a ser limpiados por esas especies limpiadoras; aunque hay algo más allá del simple hecho de ser limpiados y eso, también, te lo voy a contar. Durante la limpieza, el limpiador remueve de la piel, principalmente, parásitos que puedan estar adheridos a esta y, además, restos de comida que pudieran haber quedado en la boca, luego de haberse alimentado.

Ahora bien, ¿recuerdas cuando te dije que lo que más me llamaba la atención era la complicidad entre limpiador y limpiado? Pues bien, esta se debe a que es un acuerdo que hay entre ellos para satisfacer una necesidad, es lo que mi amigo biólogo llamaría una relación de comensalismo, en la cual cada uno obtiene un beneficio del otro, sin que su vida dependa de ello. Claramente, no es la misma necesidad para los dos, el limpiador obtiene su alimento y el limpiado se desprende de aquello que podría perjudicar en algún momento, me refiero a tejido muerto, parásitos y restos de comida de los cuales se alimenta. En una conversación con mi amigo biólogo sobre este tema, él me decía que se han hecho estudios que concluyen que, sin la presencia de estos limpiadores, los peces tendrían muchos más problemas de parasitismo, lo cual podría disminuir sus poblaciones; más parásitos, más problemas de sobrevivencia.

Hablemos un poco sobre los peces limpiadores y voy a separarlos en dos grupos, el primero, lo constituyen aquellas especies que durante toda su vida van a cumplir esa función, como los gobios. El segundo grupo lo forman, sobre todo, los juveniles de algunas especies que, cuando son adultos, se vuelven cazadores; entre ellas, las doncellas (cabecita azul, loro gallo español), mariposas, ángeles, damiselas, chopas, jureles, entre muchos otros. Yo creo que es una buena estrategia, prestar servicios de limpieza a los carnívoros cuando se es juvenil, eliminando, así, la posibilidad de ser engullido como una presa más. He visto adultos de estas especies ser devorados por grandes pargos o meros, que luego van a buscar los servicios de limpieza de los juveniles. Ahora bien, esa buena estrategia, también, se da en el otro sentido, no comerse a aquel que le puede ayudar a mantener a raya a los parásitos; es un tema de prioridades, “me lo podría comer, fácilmente, pero… sería un ínfimo bocado, en cambio, día a día este personaje me da sus servicios de limpieza, mejor lo dejo vivo” diría el gran pargo.

Hasta ahora, he hablado solo de peces limpiadores, recuerda que hay otras especies que también cumplen esta función, como el camarón limpiador de Pederson que además de alimentarse de algas, copépodos y almejas, también ofrece servicios de limpieza a los peces. Estos pequeñísimos camarones, viven en asociación muy estrecha con dos especies de anémonas, la gigante y la sacacorchos, ellas les dan protección y a cambio reciben servicios de limpieza. Es muy curiosa la forma para ofrecer sus servicios; utilizan sus largas antenas, agitándolas animadamente, incluso, alejándose de su anémona, ascendiendo algunos centímetros por encima del fondo, para hacerse más notoria a sus posibles clientes.

Hablemos ahora de los limpiados, es decir, aquellos que se benefician de los servicios de limpieza. Lo que he observado es que casi todos los peces las buscan. Me atrevería a decir que son más de un centenar, incluidos tiburones y rayas, grandes meros, pargos, barracudas, loros, creolas, entre otros, he visto hasta tortugas acercarse y ser limpiadas, incluso, entre los mismos peces limpiadores limpian a individuos de su misma especie. Es un tema de salud pública.

¿Cómo funciona esta relación? Haz de cuenta que es como un spa o una barbería o salón de belleza, a donde el cliente va a ser bien tratado, consentido para que salga satisfecho del lugar y… vuelva. El negocio funciona bien si hay un buen servicio, una buena publicidad y labor de mercadeo. Si falta algo de estas tres hay muchas otras opciones para el cliente, son muchas estaciones de limpieza que puedes encontrar en el arrecife.

El limpiador abre su negocio temprano en la mañana y se ubica en un punto específico, nada adoptando ciertas posturas y exhibe sus vivos colores para atraer a sus clientes. A partir de ese momento, empiezan a llegar peces de distintas especies y se reúnen alrededor de la estación de limpieza, para recibir las atenciones. Empieza su trabajo por turnos, a veces, se dedica a un solo cliente y otras veces atiende a varios a la vez, pasando de uno a otro, repetidas veces. Su trabajo consiste en picotear la piel de su cliente, arrancando los parásitos y el tejido muerto que le sirven como alimento. La estación puede ser de un solo limpiador, como en el caso de juveniles de loro gallo español o de muchos, atendiendo diferentes clientes en equipo, como en el caso de los juveniles de la doncella cabecita azul.

Hay limpiadores que tienen que esperar a que llegue un nuevo cliente, mientras que hay otros que tienen jornadas de trabajo muy intensas, es el caso de los juveniles del loro gallo español que atienden a muchas creolas durante todo el día, ya que, al parecer son felices con sus servicios. Es muy bonito ver toda la escena, ellas, que, usualmente, están a media agua, sobre el arrecife, alimentándose, cada una por su lado, en un momento dado y, aún no he sabido cómo se ponen de acuerdo, descienden en grupo hacia el arrecife como si fuera lluvia de creolas, buscando esas estaciones de limpieza. El limpiador está esperando algo por encima del fondo, feliz de recibir a sus clientes y ¡a trabajar! Pero el problema es que son muchas creolas queriendo ser atendidas y, aunque hay varias opciones, nunca hay suficientes para atenderlas a todas, así que aquellas que llegaron tarde, tienen que regresar por donde vinieron y tal vez, en algunos minutos, volver a intentarlo. Lo importante es, que tarde o temprano, todas van a ser atendidas, incluso hay algunas que visitan a su limpiador varias veces en el día y es ahí cuando me pregunto ¿a qué se debe tanta visita, es que están infestadas de parásitos o hay algo más detrás de esas visitas repetidas a la misma estación?

Los pequeños gobios, viven sobre las cabezas de corales masivos, en especial, los corales cerebro, aprovechando las ranuras o valles que se forman en ellos que les dan cierta protección; también los puedes ver sobre los corales estrella, así como sobre las paredes de las grandes esponjas barril, lugares donde viven y establecen sus estaciones de limpieza. Generalmente, hay más de un individuo por cabeza de coral. No son tan activos con la publicidad, sino que son más pacientes a la hora de esperar a sus clientes, yo diría que, más bien, tienen clientes fijos. En mi arrecife, los loros son los más abundantes y ellos prefieren las estaciones de limpieza de los gobios, se acercan lentamente, y se posan justo por encima de la cabeza de coral, se quedan muy quietos y extienden sus aletas para asegurarse que el limpiador no deje ninguna superficie de su cuerpo sin limpiar. Cuando hay una gran diferencia de tamaño entre limpiador y limpiado, como en el caso de un mero, este último, abre la boca y el opérculo (hueso que cubre la abertura branquial) como una invitación para que el limpiador entre a hacer su trabajo; mientras este está ocupado, el mero está atento a cualquier amenaza, si el peligro se acerca, cierra su boca dejando un espacio pequeño para que el limpiador pueda salir y dirigirse muy rápido hacia el arrecife a esconderse.

Me podría quedar aquí más tiempo y llenar muchas páginas contándote innumerables ejemplos de esta relación tan especial que se da entre diferentes especies de nuestros arrecifes. Pero no quiero excederme ni aburrirte con tanta información. Quiero invitarte a que la próxima visita que hagas a un arrecife de coral, abras tus ojos y descubras las estaciones de limpieza, no solo que aprendas a reconocerlas, sino que, también, observes con detenimiento el proceso de limpieza y salgas a contarle a tus amigos, te aseguro que eso puede cambiar drásticamente, la percepción que tengas de tu buceo.

De nuevo, gracias por tu atención, tu paciencia y tu interés en aprender cada día algo más. ¡Recuerda que mi propósito es mantenerte conectado con nuestros océanos y, como siempre… ¡BUEN VIENTO Y BUENA MAR!

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