Por: Jorge Herrera, biólogo marino
Me encanta contar historias y me encanta escucharlas, sobre todo cuando son narradas por criaturas tan fantásticas como las que se encuentran en mi arrecife de coral. En nuestro anterior encuentro, nuestro amigo, el pez loro, nos estuvo contando algunas cosas muy interesantes de su vida, desafortunadamente, tuvimos que cortar su charla por temas de espacio en la Agenda del Mar. Sin embargo, aquí está con nosotros, nuevamente, con muchas ganas de seguir contándonos su historia. Así que los dejo con nuestro invitado, perdón, nuestra invitada.
¡Hola a todos! Gracias Octopus por cederme este espacio en tu Agenda del Mar. La vez pasada te conté algo sobre mi biología y lo útil que soy para el arrecife de coral. Hoy quiero contarte un poco sobre mi vida diaria, mi comportamiento y, sobre algo, muy preocupante, la amenaza que estamos sufriendo varias especies de peces loro por parte del ser humano.
Pero comencemos. Nuestros hábitos son diurnos, es decir pasamos todo el día en movimiento, desplazándonos sobre el arrecife buscando alimento principalmente algas como ya te conté. Como las algas no tienen mucho poder nutricional, nos toca comer constantemente, es por eso que, a veces, muerdo y raspo con mis “pico” porciones de coral vivo, lo hago porque el mucus que producen ellos es rico en nutrientes y además tiene muy buen sabor. Soy consciente de que no es lo mejor para ellos pero trato de hacer el menor daño posible, lo hago cuando el pólipo está retraído o refugiado en su esqueleto, así que la lesión que produzco es mínima y el cora es capaz de recuperarse y sanar la leve herida que dejo. Nuestros encuentros sexuales pueden llevarse a cabo en cualquier momento del día, pero preferimos hacia el final de la tarde. Ya saben que me la paso buscando alimento la mayor parte del día, así que prefiero dejar el final de la tarde para encuentros amorosos. En las noches dormimos placenteramente y puedes vernos recostados sobre los corales, siempre buscamos espacios escondidos para no ser presas fáciles de los depredadores que acechan en las noches. Incluso, algunas especies de la familia de los loros, como el guacamaya, producen o segregan un mucus que cubre al animal mientras duerme; al parecer, este mucus repele, ya sea por olor o sabor, a los posibles depredadores.
Usamos principalmente nuestras aletas pectorales para desplazarnos por el arrecife. En general, vivimos en paz entre nosotros y con los individuos de otras especies de peces y otras criaturas marinas, habitantes del arrecife de coral. Es más, hay unos peces muy pequeños llamados gobios que habitan sobre las cabezas de coral, principalmente, cerebro y estrella montañoso, y sobre las paredes de las esponjas barril y que tienen su negocio de limpieza de otros peces, es lo que llaman estaciones de limpieza. Acudimos a ellos para que nos mantengan limpios de parásitos y nos acaricien, es como un “spa”, donde te consienten y te limpian.
Algunas veces tenemos desencuentros, pero nada que termine en agresiones físicas, lo más agresivo que puedes ver son persecuciones, eso sí con fiereza , sobre todo cuando nos sentimos que están tratando de cautivar a las hembras del harén, hasta que uno de los dos renuncié al enfrentamiento y opté por huir; esa persecución se puede dar entre machos terminales y hembras en proceso de transformación a macho terminal, como yo, incluso podrás ver persecuciones entre machos terminales y machos en fase inicial, pero estas son las que menos duran, adivina quién ganará.
Hay algo que nos preocupa mucho y es que algunos pescadores inconscientes, en algunos lugares, se han dado a la pesca irresponsable de peces loro, pescando más rápido de lo que nos podemos reproducir, lo cual está disminuyendo drásticamente, nuestras poblaciones. Lo más triste de todo es que han comenzado a pescarnos porque ya acabaron con otras especies de interés comercial, muy apetecidas por el ser humano debido al buen sabor de su carne, como los pargos, meros y chernas; lo más preocupante es que mi especie “Sparisoma viride” es tal vez la más abundante en nuestro mar Caribe, crecemos lo suficiente y nuestro sabor es lo suficientemente agradable al ser humano, así que, como ya no hay de las otras especies que te mencioné, adivina quién entró a la lista de especies amenazadas.
Espero que te haya gustado esta pequeña historia amigo lector y ya que conoces algo sobre mi vida, me gustaría que me contaras algo sobre la tuya y así nos podemos hacer amigos. Como amigos, nos podemos ayudar mutuamente; por mencionar solo dos cosas, uno, ayudo a mantener los arrecifes de coral en buen estado para que puedas seguir admirando las maravillas que allí encuentras y dos, contribuyo a la formación de playas, esas que tanto te gusta visitar; entre tanto, cuéntale a tus amigos sobre nosotros, que conozcan algo de nuestra vida, también nos ayudas evitando comer pez loro y uniéndote a campañas por una pesca responsable. Me despido por ahora, esperando que podamos seguir viéndonos mucho años más. Creo con esto termino mi historia, mi amigo Octopus, te cedo la palabra para que despidas tu espacio. Yo parto porque tengo que cuidar de mi harem, ya sabes, los inoportunos acechan por todos lados y a cualquier hora.
Mil gracias por haber compartido parte de tu valioso tiempo, ve y cuida de los tuyos. Y tú, mi amigo lector, te tengo una gran historia para nuestro próximo encuentro, algo que te va a dejar con la boca abierta; nuestro invitado es el más grande arquitecto que ha existido en nuestro planeta y quiere venir a contarnos su historia. ¡Feliz día!, donde quiera que estés.
