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Navegar a vela, la esencia del Gloria

Antes del zarpe del buque escuela Gloria hacia Estados Unidos, Europa y Marruecos, conversamos con varios de sus protagonistas a bordo.

Por: Jorge Prieto Diago CN (RA)

Todos los zarpes son diferentes, dice Alexander Sánchez, quien lleva más de cincuenta alistamientos para irse a la mar. Es electricista y habla con seguridad del funcionamiento de los sistemas bajo su responsabilidad. Estamos sentados en el salón de descanso y comedor de los suboficiales, tecnólogos que conocen cómo funciona todo a bordo; literalmente, ellos mueven el buque.

Le pregunto cuántos países conoce, se ayuda de sus notas, las actualiza y contesta con acento santandereano: cuarenta y dos. Estamos recostados en lo que llaman el bar, un alto y largo mesón de acero inoxidable construido con láminas remachadas y que antes sirvió como chimenea de un buque veterano de la Segunda Guerra Mundial. Mientras hablamos entran y salen contramaestres, electrónicos, motoristas; faltan cuarenta y ocho horas para el zarpe y el ambiente que se respira es el de “estamos listos”.

Parados en media cubierta hablamos con el jefe de Operaciones, Eliseo Villamil, un Teniente de Navío orgullosamente boyacense que nos cuenta sus responsabilidades a bordo. “El plan de navegación está listo, serán aproximadamente 13.500 millas náuticas, que navegaremos en ciento ocho días de mar, y serán veinticinco días de puerto en ocho países”, dice quien será el profesor de navegación astronómica. Lo sacamos de sus deberes preguntándole por el primer libro que leerá en esos cien días de mar. “De los Argonautas a los Astronautas”, contesta. Estamos comentando el libro de Mauricio Obregón cuando llega Laura, su esposa. Aprovechamos para tratar de entender qué siente la esposa del marino que se va cinco meses, percibimos alegría por él, por un trabajo anhelado, y que la separación, aunque difícil, ya hace parte de la rutina.

Al Jefe del Departamento de Cubierta lo entrevistamos en su oficina. El Capitán de Corbeta Diego Cruz ocupa por este año el mejor cargo para los que sienten fascinación por las maniobras, domina todo lo referente a la esencia del velero, como cazar y cargar las 23 velas que suman 1693 metros cuadrados de superficie, uso de pescantes para la arriada e izada de los botes auxiliares, el fondeo del ancla, los amarres a muelle, la tensión de la jarcia, mantenimiento de casco, cubierta, mástiles y accesorios, y muchas otras responsabilidades. En realidad la presentación del buque depende principalmente de su buen trabajo. Nos cuenta que será el profesor de maniobras. Mientras hablamos en su escritorio, un portarretratos digital pasa permanentemente fotos de su esposa y sus dos hijos de nueve y de cinco años. El menor, nos cuenta, no entiende muy bien por qué el papá se va tanto tiempo.

Durante nuestro recorrido nos encontramos una y otra vez a los oficiales de a bordo. Todos están ocupados y van de aquí para allá, ahora faltan veinticuatro horas para iniciar un viaje de cinco meses y cada minuto cuenta. El Teniente de Navío Leonardo Tiria, en cabeza de su departamento de servicios, está encargado de que nada falte a bordo. El aprovisionamiento de víveres y suministros para ciento cincuenta y ocho personas no termina. Al jefe de seguridad lo vemos aparecer y desaparecer en todos los espacios, tiene la gran responsabilidad de evitar que el enemigo logre ingresar sustancias que manchen el buen nombre no solo del buque, sino de la Armada y de Colombia.

Los oficiales de Ingeniería Teniente de Navío Eliana Tolosa y Teniente de Fragata José Polanía están confiados por los buenos resultados del duro trabajo de reparaciones mayores; el segundo Comandante Capitán de Fragata Jesús González hace gala de su cargo teniendo el control de todo lo que sucede; el Jefe de Embarque, Teniente de Fragata Rómulo Medina viene de la Escuela Naval con los setenta y cinco cadetes que harán el semestre de prácticas de su carrera de Ciencias Navales y nos explica cuáles son las materias que verán: Comunicaciones Electromagnéticas, Navegación Astronómica, Maniobras, Maquinaria Auxiliar, Navegación Electrónica, Ética y Meteorología. Los profesores son los mismos oficiales de a bordo.

Reparaciones impecables

Durante la semana anterior al zarpe, los cadetes recibieron a bordo a sus familias, las que viajaron de toda Colombia a despedirlos y a conocer al majestuoso ARC Gloria, que gracias al trabajo dedicado y ordenado de todos volvió a quedar presentable después de los trabajos de reparaciones mayores.

La AGENDA DEL MAR es testigo de la transformación pues hace tres meses estábamos en el Astillero Cotecmar haciendo un reportaje sobre estos trabajos y la diferencia es enorme (ver artículo aquí). Hicimos un recorrido por el buque y encontramos soldaduras de casco imperceptibles, esquema de pintura bien aplicado, cabrestante como nuevo, escotillas estancas, botes a motor listos, arboladura y jarcia mantenida, maderas barnizadas, acero inoxidable sin manchas, cabos correctamente adujados, chicotes bien falcaceados e infinidad de detalles que da gusto observar.

Doce horas antes de zarpe, sobre cubierta los cadetes hacen últimos arreglos de presentación, adujan las velas por alto, brillan bronces y hacen el último aseo. Ya están acostumbrados a la rutina pues llevan casi un mes a bordo trabajando en el alistamiento del velero para que este salga al crucero luciendo impecable.

Las frases “ha sido muy duro” o “yo nunca había trabajado tanto en mi vida”, son escuchadas en cada charla, pero curiosamente van acompañadas de un estado de felicidad que puede entenderse cuando el cadete de tercer año Carmelo Alvis nos habla del orgullo que sintió al enseñarle a su padres el buque. “Con mis manos y mi trabajo colaboré para que esté así”, nos cuenta mostrando sus manos encallecidas y trajinadas.

Le preguntamos al cadete sincelejano Alvis sobre el libro que leerá en sus ratos de ocio. “Fuego, hierro y sangre”, nos contesta. Sobra preguntarle por qué escogió el libro de vikingos de Theodore Brun, pues sabemos que el Gloria navegará por los mares del Norte y Báltico, escenario de esta novela épica. Luego nos encontramos al cadete Williams Landazuri, un joven atleta de alto rendimiento, campeón nacional de 400 metros. Está trabajando en la cubierta con una sonrisa permanente que es reflejo de lo que siente, felicidad, la misma que sienten todos los cadetes con los que tuvimos oportunidad de hablar.

 

Navegar a vela, la esencia del barco

La noche anterior al zarpe hablamos con el comandante, el Capitán de Navío Camilo Gutiérrez Olano. Le preguntamos cuál será la huella que él va a dejar y por la que se recordará este crucero y su respuesta es directa: “Navegar a vela, la esencia del barco, ese es mi sello, enseñarle a los cadetes a navegar con sextante, a bajar las estrellas, a hacer rectas de sol y a tomar posición como lo hacía Cristóbal Colón hace muchísimos años”. Nos cita el crucero del capitán Jaime Morales en 2005, recordado por zarpar a vela y por el número de millas navegadas a vela.

Hace una pausa y nos menciona con pena al marinero Libardo Romero, quien murió hace una semana en un accidente motociclístico. Nos habla del homenaje que le rindieron y continúa: “Tenía 21 años, toda una vida por delante, mi legado es que se tenga siempre presente la seguridad de las maniobras, en la subida por alto, la seguridad en todo, las mismas 158 almas que zarpamos mañana regresaremos sanas y salvas el 18 de octubre”.

Ante la pregunta de la sensación que tiene a menos de 18 horas de zarpe, contesta: “Ansiedad que llegó el día del zarpe, emociones encontradas por zarpar, por dejar a mi familia, por dejar a las niñas, pero también porque finalmente llegó la hora de cumplir ese sueño, ser comandante del buque, por fin navegando”, nos cuenta que su esposa Adriana llegará a Europa y lo acompañará en Lituania, Alemania y Suecia.

 

El zarpe

Finalmente llegó la hora del zarpe. El pasado viernes 7 de junio a las 1542R (hora náutica) – 3:42 PM (hora terrestre), después de una ceremonia protocolaria presidida por el Ministro de defensa y los mandos militares soltó amarras el Buque Escuela ARC Gloria.

En el muelle principal de la Base Naval, marinos y familiares escucharon los honores al pabellón, vieron desfilar la bandera de guerra de la Escuela Naval, rindieron homenaje a los marinos caídos en acción mientras sonaba el toque del silencio interpretado por los cadetes navales en las Gaitas Escocesas y luego vieron cómo uno a uno fueron embarcando cadetes en entrenamiento, y los tripulantes hasta el Comandante que subió de último.

No se oyen gritos, nadie habla, empieza el concierto de pitadas con las que se dan instrucciones para la izada del portalón con la pluma, (portalón es la plataforma para subir y bajar del buque), otras pitadas, otras órdenes, y los cadetes empiezan a subir por la tabla de jarcia, que es como una telaraña extendida entre los obenques. Luego siguen las pitadas del Jefe de Cubierta y los cadetes caminan sobre los marchapiés hacia los penoles de las vergas. Una vez están en sus puestos sacan los pañuelos blancos y se despiden de unos familiares emocionados mientras el buque da tres pitadas que se escuchan en toda la bahía y que indican que está dando marcha atrás. Los cadetes cantan a viva voz el himno al Gloria, con toda la emoción de tres años de espera de un sueño que en ese momento se vuelve realidad. 

El Gloria da marcha avante y enfila el canal naval a cuatro nudos de velocidad. A su paso entre boyas rojas y verdes seis veleros de crucero acompañan a los marinos que emprendieron su viaje. En uno de estos veleros viaja la AGENDA DEL MAR, que hasta la última boya va al lado del Gloria y antes de regresar a Cartagena se comunica con el buque, deseando al Capitán y a su tripulación buen viento, buena mar, y una cuarta bajo la quilla.

 

 El recorrido
  • El Gloria cruzará el mar Caribe dirigiéndose hacia el paso de los vientos entre las islas de Cuba y Española para enfilar proa a Boston (EE.UU.), primer puerto, al que llegará el 21 de junio. Zarpará el 24 de junio para atravesar el océano Atlántico norte durante 20 días, llegando el 16 de julio a Saint Malo (Francia).

    Después, cruzando el canal de la Mancha, los estrechos de Calais, Skagerrak y Kattegat, entrará al Mar Báltico, donde participará en “Baltic Sail 2019”  visitando los puertos de Klaipeda (Lituania), Kalscrona (Suecia) y Rostock (Alemania). De regreso en el mar del Norte, pasará del 20 al 23 de agosto por La Haya (Países Bajos) y del 30 de agosto al 2 de septiembre en Liverpool (Inglaterra). El último puerto será del 16 al 19 de septiembre en Casablanca (Marruecos), desde donde buscará los vientos propicios que lo traigan de nuevo al mar Caribe regresando a Cartagena el 18 de octubre.

 

 La oficina del Comandante
  • Llamado camarote del comandante, pues es el mismo sitio donde duerme durante las navegaciones, podría ser un museo y los elementos funcionales puestos en su lugar son parte de la decoración, como la pantalla de 50 pulgadas en la que está desplegada la carta electrónica con toda la información de navegación que llega de todos los equipos electrónicos del puente.

    El escritorio de teca en una esquina se ve despejado, en perfecto orden hay una carpeta de cuero con documentación, un estilógrafo fino, una pequeña bandera de Colombia, un abrecartas de plata y un tarjetero con la imagen de dos veleros de crucero que develan la afición por las regatas del capitán Gutiérrez.

    Siguiendo con el camarote, el mamparo de popa es en chapilla de teca, allí está colgado el cuadro “Gloria a Colombia”, pintado en acrílico sobre lienzo por el acuarelista cartagenero Edgardo Bello; a estribor del cuadro está la silueta en bronce fundido del Almirante Padilla y a babor el escudo del Gloria en plata, en que cada pieza es microfundida y superpuesta independientemente en la placa principal formando un relieve.

    La rabiza y pito del comandante están colgados con la gorra de mar en un perchero de bronce con forma de ancla; en el camarote se confunde lo histórico con lo práctico, al lado del indicador electrónico de giro compás está la gaviota conmemorativa por el cruce de cabo de hornos en 2010, que más parece un trofeo pues es entregada por la Región de Magallanes a “Los vencedores del Cabo de Hornos”.

    En el mueble contra el casco está la lámina de mármol con los nombres en placas de bronce de los que han pasado por el cargo de capitanes del Gloria; hay un barómetro, un reloj, monedas conmemorativas, piedras pintadas, réplicas de veleros artesanales en plata, un pequeño cañón, mucho contraste entre bronce y madera, todo de buen gusto, incluso placa en bronce donde se lee “The CAPTAIN´S Word – IS LAW”

 

Aunque en un nuestro artículo sobre los trabajos de reparaciones mayores publicamos el perfil que le hicimos al comandante, nos permitimos transcribirlo acá nuevamente pues creemos que encaje perfecto en el contexto de esta crónica:

“El comandante, a sus 46 años, tiene 92 000 millas navegadas a bordo del Buque Gloria, una cifra que puede ser un récord para un oficial.  Ha cruzado el Atlántico y el Pacífico, navegado por el Mediterráneo y por los mares del este de Asia.  Ha dado la vuelta a Suramérica por los canales patagónicos y en este buque Gloria ha sido de Jefe de Cubierta, Jefe de Operaciones, Jefe de Embarque y Segundo Comandante. También fue comandante del buque de desembarco ARC “Bahía Solano”, de la patrullera ARC “Cortés”, y del remolcador ARC “Andagolla”. Nos parece que el Capitán Gutiérrez, aunque joven, es un lobo de mar que cumplirá muy bien la responsabilidad de comandar a 156 marinos -de los cuales 75 serán jóvenes aprendices- para cruzar el Caribe, el Atlántico, el mar del Norte y el Báltico”.

 

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