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Navegando en la cultura anfibia

Erick Cogollo
En los pueblos palafitos de Buenavista y Nueva Venecia en la Ciénaga Grande de Santa Marta se vive entre el agua los 365 días del año.


Por: Andrea Contreras, Consultora en Economía Ambiental, magister en Desarrollo Económico, especialista en Proyectos de Cooperación Internacional, co-fundadora de EcoEncounter Turismo Científico y Comunitario

Estas poblaciones son una muestra viva de lo que el sociólogo Orlando Fals Borda denominó cultura anfibia, comunidades que debido a su cercanía a ciénagas y ríos tienen una relación especial con el agua y desarrollan adaptaciones que para los foráneos resultan inverosímiles.
De la mano de pescadores artesanales es posible recorrer los manglares de la ciénaga, contemplar bandadas de cientos de cormoranes y transitar en canoa los pueblos palafitos. Una de las organizaciones locales que ofrece el recorrido es CULTURS – Asopebue, un grupo de pescadores, jóvenes y mujeres que desde el 2017 optaron por el turismo de naturaleza.

Deywis Ayure Casas


El recorrido inicia en el parador turístico Ciénaga Mágica en Puebloviejo, a un costado de la vía que comunica Barranquilla y Santa Marta, tras aproximadamente una hora y media de navegación sobre la laguna costera más grande de Colombia se llega a Caño Grande, un camino hacia las entrañas del complejo lagunar bordeado de manglares cargados de garzas blancas que contrastan con el verde paisaje.
En el horizonte se vislumbra un conjunto de casas coloridas que parecen flotar sobre el agua, es Buenavista, el más pequeño de los pueblos palafitos; se baja la velocidad y lentamente el viajero se adentra a la cultura anfibia. Las artes de pesca y canoas adornan las fachadas de las casas, los niños juegan y navegan por las aguas como expertos bogueros, perros, gatos y cerdos nadan de un lugar a otro, las cometas hechas a mano se alzan en el cielo y el Congo Buenavistero recibe al viajero con su tradicional Baile Negro.

Deywis Ayure Casas


Desde allí se puede continuar el recorrido a Nueva Venecia, un palafito más extenso donde el visitante puede llevarse una pintoresca canoa de recuerdo, visitar su iglesia y seguir escuchando los relatos de estos pueblos que se originaron en el siglo XIX a partir de campamentos temporales de pescadores para el desarrollo de sus faenas y que con el tiempo se transformaron en asentamientos permanentes.


Para los amantes de las aves, la Ciénaga es un lugar ideal con más de 200 especies identificadas y CULTURS ofrece una ruta por la desembocadura de los ríos Sevilla y Aracataca, provenientes de la Sierra Nevada, donde es muy probable observar y escuchar individuos de la especie semiendémica Chavarrí (Chauna Chavarria), así como visitar bancos de ostras en medio del agua. Como relata Andreina Álvarez, una joven informadora turística: “con el aviturismo he aprendido la gran riqueza en flora y fauna que tenemos, la gran riqueza de nuestro palafito”.
Un día en la Ciénaga Grande de Santa Marta es vivir la cultura anfibia con su exuberante naturaleza, artes de pesca y mangle, una cara poco explorada e inolvidable del Caribe Colombiano.

Gabriel Utria
Erick Cogollo

Por: Andrea Contreras

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