Estudió inicialmente programación de computadoras y luego electromecánica. Sin embargo, la vida y, especialmente, la pasión, lo conducirían por un camino totalmente diferente.
Se llama José Luis González Guerra, pero todo el mundo lo conoce como Josele. Tiene 39 años y llevaba “una vida normal”, hasta que tomó una decisión atrevida, de la cual no se arrepiente: “Durante 16 años trabajé en una fábrica de cerveza en España y hace casi dos años decidí romper con mi vida y dedicarme a mis dos pasiones que son el mar y la fotografía”.
Ahora, no sabe ni dónde vive. “Mi base podría ser Madrid, pero la verdad es que vivo entre Colombia y España, no tengo un sitio fijo, voy a otros países cuando me sale trabajo, o sea que llevo casi dos años viajando todo el tiempo”.
Desde que tiene memoria, siempre ha sentido una sensibilidad especial por la fotografía. “Tenía buen ojo y a la gente les gustaban mis imágenes, poco a poco y de manera autodidacta fui aprendiendo la técnica, y cuando ya supe cómo manejar la cámara, fui a varios cursos para perfeccionar”, cuenta Josele. Tomó diversos cursos, tanto de fotografía terrestre como submarina, y finalmente, un día cualquiera, decidió dedicarse de manera profesional al buceo y la fotografía.
La fotografía marina
El amor por las cámaras venía desde pequeño, pero el momento de quiebre, que lo unió para siempre con la fotografía marina, ocurrió hace un poco más de 12 años: “Mi contacto con el mar fue en Tailandia, cuando fui a Koh Tao, una isla de la que me enamoré. Empecé mis cursos de buceo, volviéndome un virtuoso del mar, luego encontré a una persona que vendía una cámara submarina, muy básica, y decidí comprarla. La primera vez que fui a bucear y pude hacer fotos submarinas, me di cuenta de que eso era lo que quería hacer en mi vida para mostrar al mundo las maravillas que tenemos bajo la superficie”.
Los lugares recomendados
Quienes encuentran en el mar su lugar en el mundo, van de un sitio buscando nuevos escenarios. A Josele la idea de bucear y hacer fotos lo ha llevado a recorrer largas distancias y a vivir cualquier cantidad de experiencias.
“He recorrido bastantes países por todo el mundo, desde Australia, hasta Ushuaia y siempre buscando destinos donde poder bucear, pero hay dos sitios que sin duda son mis favoritos”, dice. Así que, si tiene la oportunidad, no dude en visitar estos lugares, los recomendados de Josele:
- Baja California, en México: El inolvidable Jacques Cousteau lo bautizó como el acuario de mundo y, según Josele, tenía razón. “Hay ballenas, orcas, infinidad de peces, tiburones…para mí es el mejor destino del mundo”, asegura sin asomo de duda. Esta región está ubicada en la parte norte del Pacífico mexicano y los lugares más frecuentados son Cabo San Lucas y La Paz.
Aunque todo el año ofrece una amplia variedad de atractivos, la mayor temporada de buceo va de junio a octubre, cuando la temperatura es de 28 grados centígrados y la visibilidad se extiende hasta 35 metros. Además, desde junio hasta septiembre se presenta un fenómeno que no es muy común y es la concentración de grupos grandes de tiburones ballena, más de 200 en algunas ocasiones.
La gran cantidad de leones marinos, que parecen disfrutar de la presencia de los buzos, las tortugas, rayas y calamares, así como los exuberantes paisajes terrestres, hacen de este lugar un paraíso para los amantes de la fotografía.
2. La isla de Malpelo, en Colombia: Josele no ahorra adjetivos elogiosos para este destino. “En Malpelo te das cuenta de cómo un mar sano, sin la explotación de la pesca ni del ser humano, puede contener tantísima vida. Allí he vivido muchos de los momentos más mágicos en el mar, es un destino hostil, pero un buzo experimentado puede disfrutar como nunca”, explica.
Cuando habla sobre su vida actual, a Josele se le nota emocionado. “Soy divemaster y voy a hacer el curso de instructor los siguientes meses. Doy cursos de fotografía submarina y Go Pro, compartiendo con la gente mis aventuras y conocimientos”, comenta.
Además, se ha convertido en un referente por el mensaje que lleva a todos lados sobre el amor por los océanos. “De la conservación, poco a poco voy aprendiendo más, gracias a personas como las que trabajan en la Agenda del Mar, dando visibilidad a todos los problemas que ocasionamos las personas de manera directa e indirecta y buscando siempre cómo ayudar a tener un mar más sano”.
