Hola amigo lector, nuevamente, tu amigo Octopus. Tiempo sin conversar, hace varios meses que no nos vemos. Quiero contarte que he estado algo enfermo, ya estoy cerca de cumplir mi tiempo de vida; recuerda que, cuando nos conocimos, te conté que tengo una vida corta, entre año y medio y dos años, y nuestro primer encuentro fue hace ya casi dos años, aunque en ese entonces era muy joven. Hoy ya soy un pulpo adulto de edad avanzada y mi salud ya no es la misma, por esta razón tuve que ausentarme un tiempo para recuperarme.
Pero bueno, dejemos los achaques de la edad y vamos al grano. Estábamos hablando con nuestra amiga estrella de mar (Oreaster reticulata), comúnmente, conocida como estrella cojín, que nos venía enseñando secretos maravillosos de los equinodermos. Ya nos habló sobre los lirios de mar, las estrellas quebradizas, los erizos y pepinos de mar. Era tan fascinante su relato que hicimos dos entregas y aún le faltó hablar sobre las estrellas de mar, grupo al que pertenece. Por eso, hoy nos acompaña de nuevo para terminar con su relato.
Foto: Daniel Avendaño Valencia, Fotoconcurso Agenda del Mar
E/ Hola Octopus y mi amigo lector, sea quien seas. Me encanta estar de nuevo aquí con ustedes, a pesar mi timidez, como les conté la primera vez que nos vimos. Creo que contar historias sobre nuestra vida me ha ayudado a disminuirla. Recapitulando, las estrellas de mar pertenecemos al grupo de los equinodermos y específicamente, a los asteroideos. Tenemos ciertas similitudes con las estrellas quebradizas; la gran diferencia es que nuestros brazos, que están unidos entre sí y con un disco central y no tienen tanta movilidad. Aunque la mayoría poseemos cinco brazos, hay muchas otras en donde el número de brazos varía, pudiéndose encontrar especies con hasta 50 brazos.
Tenemos colores muy variados, desde el rojo o naranja, hasta el azul, gris, o marrón. Yo vivo, particularmente, sobre fondo blando (arena y lodo), sin embrago, me puedes encontrar con frecuencia, y con mucha facilidad sobre las praderas de pastos marinos, ya que mi color anaranjado resalta sobre el fondo verde de los pastos; también sobre los fondos de arena blanca muy cerca de la orilla, en zonas cercanas a los arrecifes de coral. Aunque mi superficie superior parezca muy dura y que mis brazos no se puedan mover, soy muy flexible. Por ejemplo, en caso de que sea volteada boca arriba, accidentalmente, por un fuerte oleaje, por ejemplo, soy capaz de doblarme, completamente, con la ayuda de mis brazos y retomar mi posición normal, boca abajo.
Aparentamos ser muy tranquilas e inofensivas – yo y, en general, todas las especies de estrellas de mar; además, porque nuestra velocidad de desplazamiento es muy lenta; pero somos muy voraces y comemos de todo, es lo que llaman omnivoras. Nos alimentamos de micro organismos que crecen sobre las hojas de los pastos marinos como microalgas, algas filamentosas y detritos (restos de material vegetal y animal). También capturamos animales, generalmente, de pequeño tamaño, que no sean más rápidos que nosotros, como pequeñas especies de erizos de mar y juveniles de pepinos de mar, poliquetos, entre otros, hasta comemos esponjas. Tenemos la capacidad de evaginar (sacar una parte de nuestro estómago) para hacer parte de la digestión antes de engullir el alimento.
Tenemos sexos separados y nos reproducimos sexualmente juntándonos, formando agregaciones, en donde liberamos los gametos: huevos por parte de las hembras y esperma por parte de lo machos, y la fertilización es externa. Luego los huevos que han sido fertilizados se desarrollarán en el agua pero manteniéndose cerca del fondo, así mismo, los juveniles permanecerán escondidos entre las hojas de los pastos marinos, escondiéndose de los depredadores.
Otra cualidad que nos dio la vida fue la capacidad de regenerar nuestros brazos perdidos, ya sea debido una mordida por parte de un depredador o por la facultad de automutilarnos en caso de un inminente ataque por parte de un depredador. El brazo perdido, se regenerará en poco tiempo y volveremos a ser las de antes.
Quiero aclarar que lo que aquí te he contado, se refiere básicamente a mi especie, ya que existen grandes variaciones entre las especies de este grupo, en cuanto a la cantidad de brazos, las preferencias gastronómicas y la forma de reproducirse, entre otras. No voy a extenderme sobre eso porque no terminaría nunca. O bueno, tal vez sí terminaría algún día pero te aburrirías mucho.
Foto: Juan Esteban Hincapié, Fotoconcurso Agenda del Mar.
Lo último que quiero decir es que por nuestra forma y lo cerca que vivimos de la superficie, hemos sido víctimas de depredación por parte de los humanos que se acercan, nos cogen y nos sacan del agua para llevarnos de recuerdo, de trofeo o de adorno a sus casas. Es por eso que quiero aprovechar este encuentro con nuestro amigo lector para que le cuentes a tus amigos y allegados que no lo hagan; tal vez sí podemos ser adornos pero en el mar, sobre los fondos de arena blanca o sobre las praderas de pastos marinos, te aseguro que nos vemos mucho más lindas en nuestro hábitat.
Gracias mi amigo Octopus por haberme permitido este último espacio en el Correo de Ultramar, y poder contarte a ti, amigo lector, cosas que seguramente no sabías y que harán que la próxima vez que visites nuestro parque o cualquier lugar donde nos encuentres, no solo a mi como estrella de mar, sino a todos los equinodermos, nos veas con otros ojos y nos empieces a apreciar y a cuidar.
O/ Gracias a ti, estrella de mar, por tus enseñanzas y tu buena disposición para estos encuentros y a ti, amigo lector por estar aquí, siempre atento para conocer grandes historias que ocurren en el mar. No olvides compartir con tus amigos y familiares estos encuentros y ¡BUEN VIENTO Y BUENA MAR!, donde quieras que estés.
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