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Nadar con gigantes: cómo hacerlo bien

Alfonso Ortíz
Alfonso Ortíz
Cada año, entre febrero y junio, las aguas del Pacífico chocoano reciben la visita del tiburón ballena. Para garantizar su protección y promover un turismo sostenible, Codechocó ha establecido la Resolución 0841 de 2024, que regula las prácticas de avistamiento en su jurisdicción.

Majestuoso, enigmático y gigantesco. Así es el tiburón ballena (Rhincodon typus), el pez más grande del mundo, que cada año visita las aguas del Pacífico colombiano. Con su cuerpo robusto cubierto de manchas blancas sobre un fondo azul profundo, su cabeza ancha y plana, y su enorme aleta caudal en forma de media luna, esta criatura parece sacada de un relato fantástico.

Con sus más de 15 metros de longitud, se mueve con una elegancia sorprendente, filtrando plancton y peces pequeños en la superficie del mar. Habita aguas tropicales en todo el mundo, en áreas costeras y oceánicas, a profundidades que pueden alcanzar los 240 metros, aunque ha habido registros de individuos que han descendido hasta casi 2000 metros de profundidad.

El tiburón ballena es un viajero incansable, capaz de recorrer miles de kilómetros en rutas migratorias en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, cruzando fronteras nacionales en busca de alimento y condiciones óptimas para su supervivencia. Aunque aún no se comprenden del todo sus rutas migratorias, se sabe que sigue patrones ligados a la abundancia de presas, como ocurre en el Caribe mexicano, donde se agrupa para alimentarse de grandes concentraciones de ictioplancton.

Fotos: Fundación MarAdentro

Su dieta se basa en la filtración de pequeños organismos como crustáceos, calamares y peces pelágicos. La reproducción de esta especie también es sorprendente: es vivípara aplacentada, con capacidad para almacenar esperma, y se ha documentado una hembra que llevaba más de 300 embriones, lo que la convierte en la especie de tiburón con mayor fecundidad conocida hasta ahora.

La especie enfrenta un preocupante panorama de conservación. A nivel global, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo clasifica como una especie “En Peligro”, debido a la disminución de sus poblaciones por amenazas como la pesca incidental, colisiones con embarcaciones y la degradación de su hábitat. En Colombia, aunque está protegida por normas generales que prohíben la pesca dirigida a tiburones y regulan artes como el palangre, no tiene una figura de protección específica y el Libro Rojo de Peces Marinos de Colombia, lo clasifica como “Datos Insuficientes” (DD). Esta categoría es la misma desde 2002, lo que refleja la falta de estudios detallados sobre su presencia, comportamiento y ecología en el país.

Una especie presente, pero poco estudiada

En aguas colombianas, el tiburón ballena ha sido registrado tanto en el Caribe como en el Pacífico, aunque el conocimiento sobre su presencia en el país es aún limitado. En el Caribe, los avistamientos han sido poco frecuentes y dispersos, lo que ha llevado a considerarlo una especie rara en la región. Se han documentado encuentros en lugares como San Andrés, Providencia, los cayos del sur, la bahía de Santa Marta, el Parque Nacional Natural Tayrona y otras zonas costeras.

En el Pacífico, el tiburón ballena parece tener una presencia estacional en áreas como las islas Gorgona y Malpelo, con apariciones más comunes entre marzo y noviembre. En Gorgona, se han identificado individuos juveniles solitarios en aguas cálidas y superficiales, mientras que en Malpelo se han reportado agrupaciones de hembras adultas, como 14 observadas en julio de 2015, según se relata en el Libro Rojo.

A pesar de estos registros, en Colombia no existen estudios detallados sobre su biología, comportamiento o presiones pesqueras. Esta falta de información, ha impedido una valoración adecuada de la especie para el país lo que resalta la necesidad urgente de fortalecer la investigación y el monitoreo de este coloso oceánico.  

Foto: Juan David Valencia Herrera

En el litoral chocoano, el trabajo colaborativo entre Codechocó y la Fundación Maradentro ha sido clave para promover el cuidado y protección del tiburón ballena. Esta colaboración ha dado lugar a la Resolución 0841 de 2024, un hito en la regulación del avistamiento responsable del tiburón ballena en la región. La resolución establece un protocolo con pautas claras para turistas, operadores y motoristas, promoviendo un turismo sostenible que no solo proteja a los animales, sino que también respete los ecosistemas marinos. Con esta norma, se busca concienciar sobre la importancia de la conservación de este majestuoso animal, al tiempo que se fomenta una actividad económica local que dinamiza el sector turístico de la zona.

Desde su creación en 2015, la Fundación Maradentro, bajo la dirección científica de la bióloga Melany Villate, se ha posicionado como pionera en el estudio del tiburón ballena en el Chocó. Esta organización se dedica a investigar aspectos clave de la especie, como su demografía, hábitos alimenticios, tiempo de residencia y rutas migratorias, siempre en colaboración con las comunidades locales y pescadores. Además, su enfoque en ciencia, educación y divulgación ha sido fundamental para sensibilizar a la población sobre la importancia de proteger a este visitante marino.

A través de un modelo de turismo sostenible, la Fundación Maradentro financia sus proyectos y contribuye al bienestar económico de las comunidades locales, mientras continúa avanzando en la investigación y conservación de esta especie migratoria, cuyo futuro depende de esfuerzos de protección que trascienden las fronteras nacionales. Así, la Fundación Maradentro está trabajando en llenar el gran vacío de información que existe en Colombia sobre el tiburón ballena, con el fin de tener una línea base sólida que permita crear figuras de protección específicas para esta especie a nivel nacional.

Avistamiento responsable: guía para turistas y operadores del Chocó

La Resolución 0841, emitida por Codechocó el 30 de mayo 2024, marca un precedente en Colombia al convertirse en la primera normativa que propende por el cuidado del tiburón ballena y la mitigación del impacto que el turismo tiene sobre esta especie. Esta resolución se basa en conocimientos científicos y técnicos, así como en el principio de precaución, modificando la Resolución 1070 de 2022 –la cual regulaba únicamente el avistamiento de ballenas y delfines en el Golfo de Tribugá-Cabo Corrientes–, ampliando su alcance a toda la jurisdicción de Codechocó e incluyendo al tiburón ballena.

Su formulación se sustentó en el protocolo que la Fundación Maradentro venía implementando y en el trabajo realizado junto con Codechocó; esta resolución contribuye a mejorar los procesos de investigación, ciencia ciudadana y turismo de naturaleza que se diversas organizaciones realizan en la región; así mismo responde al creciente flujo de turistas nacionales e internacionales interesados en avistar al tiburón ballena, lo que ha aumentado la presión sobre la especie y sus hábitos marinos.

La resolución establece medidas diferenciadas para motoristas, operadores turísticos y turistas, con el objetivo de garantizar un avistamiento responsable y seguro del tiburón ballena. Para las embarcaciones, se exige no superar la capacidad de carga; respetar una distancia mínima de 10 metros con cada tiburón; limitar el tiempo de observación a 30 min, mantener una velocidad máxima de 5 kilómetros por hora si hay tiburones a la vista; y evitar maniobras bruscas, reparaciones mayores o contaminación en la zona de avistamiento. Además, cuando hay más de un tiburón ballena, deben ser observados por turnos, por lo que las lanchas que estén esperando deben hacerlo a una distancia de 50 metros, para no saturar el espacio con embarcaciones.

Para los turistas, se prohíbe alimentar o perseguir los animales, lanzar objetos o basuras al agua, y adoptar comportamientos que puedan generarles estrés. Dado el movimiento lento de estos peces, es posible nadar cerca al animal, siempre usando chaleco salvavidas de forma obligatoria, mantener una distancia mínima de 2 metros hacia la cabeza del tiburón y 3 hacia la cola, no sumergirse hacia el animal y respetar el límite máximo de 5 personas en el agua por cada individuo observado.

Fotos: Jose María Chamorro y Juan Camilo Mora

Al respecto, la Fundación Maradentro cuida especialmente las condiciones físicas y de salud de los turistas, pensando siempre en el bienestar de las personas y, por supuesto, de los peces. El cumplimiento de estas normas busca fomentar un turismo de naturaleza consciente, que contribuya a la conservación del tiburón ballena sin comprometer su bienestar.

Convertirse en un turista responsable es un acto de amor por la vida. Cada encuentro con el tiburón ballena es un privilegio que conlleva una gran responsabilidad: respetar su espacio, reducir nuestro impacto y seguir las normas establecidas para protegerlo. Esta es una de las cinco especies que hace parte del proyecto Save the Blue Five, una iniciativa que busca proteger especies clave de la megafauna marina migratoria.

Necesitamos articular iniciativas que aumenten las probabilidades de financiamiento, fortalezcan la base de conocimiento científico y construyan una estrategia robusta de comunicaciones y capacitación, capaz de movilizar comunidades costeras, tomadores de decisiones y aliad@s del mar.

Al acatar la Resolución 0841, no solo contribuimos a la conservación de esta especie en peligro, sino que también ayudamos a que organizaciones como la Fundación Maradentro puedan continuar realizando las investigaciones que permitirán tener más información sobre esta especie y poder tomar decisiones de manejo basadas en la evidencia científica, así como fortalecer las economías locales basadas en el turismo sostenible. Porque cuidar del tiburón ballena es cuidar del mar y de quienes viven con y de él.

En la Agenda del Mar tenemos varios amigos y aliados que pueden visitar si están buscando vivir esta experiencia única de una forma responsable: Casa Balae, Mecana, Diving Life y Makau Expeditions son algunos de los destinos u operadores de experiencias que pueden liderar esta vista mágica, para que no atente contra la vida de estas maravillosas especies.

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