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Aliadas en Niza: dos voces colombianas en la Conferencia de los Océanos 2025  

Sandra Bessudo
Sandra Bessudo
En la UNOC3, dos mujeres colombianas comprometidas con la conservación marina comparten con los lectores del Correo de Ultramar sus apreciaciones sobre los avances, retos y oportunidades discutidos en este importante evento.

Entre el 9 y el 13 de junio de 2025, Niza acogió la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), evento organizado por Costa Rica y Francia, enfocado en un tema central: “Acelerar la acción y movilizar a todos los actores para conservar y usar sosteniblemente el océano”. Esta importante conferencia reunió a gobiernos, comunidades costeras, pueblos indígenas, jóvenes, ONG, academia y sector privado en un llamado urgente: la protección del océano no da espera. 

En este escenario global, dos aliadas de la Agenda del Mar, con una larga trayectoria en la conservación marina, asistieron a la conferencia y compartieron sus apreciaciones con los lectores del Correo de Ultramar. María Claudia Diazgranados, directora sénior de Carbono Azul en Conservación Internacional, y Sandra Bessudo, directora de la Fundación Malpelo, participaron en las diferentes sesiones en las cuales se compartieron experiencias, propuestas y aprendizajes. 

María Claudia Diazgranados: ciencia y cooperación para restaurar los océanos 

Desde su rol técnico y especializado, observó cómo esta edición de la conferencia se consolidó como un espacio clave para acelerar la acción global por la conservación y uso sostenible del océano, en línea con el ODS 14 (Vida Submarina)

La conferencia giró en torno a un mensaje claro: el océano enfrenta una emergencia provocada por el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. La declaración final hizo un llamado a una acción audaz, equitativa y transformadora, que involucre a todos los sectores, incluyendo gobiernos, pueblos indígenas, juventudes, mujeres y comunidades costeras. 

Diazgranados resaltó la importancia dada a las soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración costera, a sistemas de alerta temprana y a medidas específicas como la reducción de la velocidad de los barcos para proteger la vida marina. Observó además el impulso a medidas como una moratoria sobre la minería en aguas profundas y el uso de la información científica ya disponible, echando mano del principio de precaución en los casos en los que la información aún no sea suficiente. 


Uno de los enfoques más reiterados, según su análisis, fue la necesidad de movilizar financiamiento innovador, incluyendo bonos azules, fondos climáticos verdes y canjes de deuda por naturaleza, con especial atención a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) y comunidades costeras. También se destacó la urgencia de vincular la ciencia con la política, fortalecer capacidades locales y empoderar a las comunidades con información oportuna. 

En cuanto a Colombia, observó que el país tuvo una presencia técnica relevante, especialmente durante el One Ocean Science Congress, realizado también en Niza, previo a la UNOC3. Organizaciones como el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de Colombia (Invemar), la Corporación Centro de Excelencia en Ciencias Marinas (Cemarín), Parques Nacionales Naturales, Universidad del Magdalena, Fundación Malpelo, Fondo Acción y Conservación Internacional compartieron experiencias en pesca artesanal, justicia pesquera, aguas profundas, restauración con comunidades y mecanismos de sostenibilidad financiera para manglares y arrecifes. Este nivel técnico, en su opinión, es clave para abrir oportunidades de cooperación, financiamiento y transferencia tecnológica. 

Finalmente, Diazgranados consideró que un paso clave sería ratificar el Acuerdo relativo a la Diversidad Biológica Marina de las Zonas Situadas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ), firmado por Colombia en 2023, pero aún no ratificado. Se trata de un instrumento esencial para avanzar en la conservación de la biodiversidad marina más allá de las jurisdicciones nacionales, y uno de los compromisos que más se promovió en esta edición de la conferencia, ya que se requieren por lo menos 60 países que lo ratifiquen. 

Sandra Bessudo: proteger no basta, hay que implementar 

Desde su experiencia en áreas protegidas, gobernanza oceánica y cooperación internacional, identificó avances, retos y oportunidades que se evidenciaron durante los cinco días del evento en Niza. 

Uno de los temas transversales de la conferencia fue el financiamiento para la implementación efectiva de las áreas marinas protegidas. Aunque Colombia ya cumplió, incluso antes del plazo de 2030, con la meta global de proteger el 30 % de sus aguas marinas —un logro anunciado en la conferencia anterior en Lisboa—, Sandra observó que todavía falta consolidar acciones clave en el territorio. Entre ellas se destacan: la elaboración y puesta en marcha de planes de manejo, el fortalecimiento del monitoreo y control, y la inversión en procesos de educación, investigación científica y participación comunitaria. 

Fotos: Sandra Bessudo

También se advirtió sobre el impacto de la pesca industrial de arrastre, señalada como una de las principales causas de degradación de los fondos marinos, y sobre la necesidad de que Colombia avance hacia soluciones que minimicen este tipo de prácticas, mediante cambios tecnológicos y una regulación más estricta. 

Desde los diversos paneles y espacios paralelos, Sandra notó una fuerte insistencia en la importancia de incluir a las comunidades locales en las decisiones sobre conservación marina, así como en la urgencia de avanzar hacia un tratado global vinculante que regule y reduzca el uso del plástico, y mejore su disposición final. 

En cuanto a cooperación internacional, Bessudo destacó que existen múltiples mecanismos activos: algunos canalizados directamente por el gobierno, y otros provenientes de la filantropía y de donantes que respaldan a organizaciones no gubernamentales (ONG) con trayectoria y resultados comprobados. Subrayó, por ejemplo, el anuncio realizado por el CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), que destinó 2,5 billones de dólares para apoyar iniciativas marinas en la región, un compromiso que se dio a conocer tanto en el Foro de Economía y Finanzas Azules en Mónaco como en UNOC3. 

En cuanto a Colombia, resaltó como logros relevantes los avances en el Corredor Marino del Pacífico Oriental Tropical, pero también insistió en la necesidad de extender la mirada a las zonas costeras y sus comunidades, que muchas veces quedan por fuera de las acciones de conservación centradas en islas oceánicas. 

Así mismo, valoró el papel de las ONG —nacionales e internacionales— en temas como la restauración de corales y manglares, el fortalecimiento de los planes de manejo de áreas protegidas y la investigación marina participativa. Reconoció especialmente el trabajo de organizaciones como Conservación Internacional y Migramar, que han contribuido al conocimiento y la conservación de los ecosistemas marinos del país. 

Como observación final, Bessudo hizo un llamado a que el gobierno colombiano trabaje de manera articulada con todos los actores que han apoyado históricamente la conservación marina, y que se fortalezcan los lazos con las comunidades locales. 

En medio de la UNOC3, también celebró dos noticias significativas: la creación del área marina protegida de Serranilla y Bajo Nuevo, un refugio crítico para tiburones y hábitat de más de 150 especies de peces, 40 de corales y 25 de esponjas, y el reconocimiento a la isla Gorgona como Blue Park, un sello que destaca a las áreas marinas protegidas más efectivas y ecológicamente representativas del mundo. 

Un llamado desde la sociedad civil 

La UNOC3 no fue solo una cumbre de Estados. Fue también un espacio donde organizaciones de la sociedad civil, mujeres líderes, jóvenes activistas y pueblos indígenas exigieron un cambio de rumbo. La participación de María Claudia Diazgranados y Sandra Bessudo es un reflejo de la fuerza y el compromiso que existe en Colombia fuera del ámbito gubernamental. 

Desde sus saberes y experiencias, ambas aliadas de la Agenda del Mar impulsaron una visión basada en la evidencia, la cooperación y la acción concreta. Su presencia en Niza no solo representó a sus organizaciones, sino también a cientos de personas que, desde diferentes territorios, trabajan día a día por un océano sano y justo. 

¿Y ahora qué? 

El océano no puede esperar. Las decisiones tomadas en escenarios internacionales y los compromisos plasmados en el Plan de Acción de Niza sobre los Océanos deben traducirse en acciones locales. La implementación efectiva de las áreas protegidas, la restauración de ecosistemas costeros, la inclusión de las comunidades y la ratificación de tratados como el BBNJ son pasos necesarios. 

Como ciudadanía, también podemos actuar: informarnos, reducir el uso de plásticos, exigir compromisos reales de los tomadores de decisiones y apoyar las iniciativas comunitarias. 

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