En el Caribe insular, las mujeres juegan un papel crucial como guardianas del conocimiento tradicional y defensoras de la conservación marina. Su conexión con el maritorio —un concepto que describe el espacio donde se entrelazan los recursos del mar y las relaciones culturales, históricas y sociales de las comunidades— es profunda y esencial para la sostenibilidad de las islas.
Este término es clave para entender la relación de las comunidades isleñas con su entorno marino. No solo se trata de un espacio físico donde se usan los recursos disponibles en ecosistemas como los arrecifes de coral y los manglares, sino también de un ámbito cultural donde convergen tradiciones, saberes y prácticas transmitidas de generación en generación.
Las mujeres del Caribe insular han sido fundamentales en el desarrollo de este concepto, ya que su vínculo con el mar va más allá de lo material, abarcando dimensiones espirituales y culturales. Como Yurshell Rodríguez, ingeniera ambiental y activista raizal, explica: “Solo sé decir que el mar es el corazón de la vida raizal e isleña, y su bienestar está intrínsecamente ligado al bienestar de las comunidades que lo habitamos”.
Fotos: Yurshell Rodríguez
Estas mujeres no solo son guardianas de conocimientos ancestrales, sino también líderes actuales en la protección de la Reserva de la Biosfera Seaflower, rica en ecosistemas clave para la conservación de más de 2.564 especies, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. La combinación de su sabiduría tradicional y los enfoques modernos de conservación ha sido fundamental para garantizar la sostenibilidad de los arrecifes y manglares, vitales tanto para la biodiversidad como para la economía local.
En palabras de Yurshell, “en tiempos recientes, las mujeres isleñas y de los distintos mares también nos hemos convertido en líderes en la lucha por la preservación del medio ambiente marino, trabajando activamente en la protección de los arrecifes, manglares y en iniciativas de conservación”. Este liderazgo ha sido crucial para enfrentar retos como el cambio climático, que amenaza la estabilidad ecológica de la región.
Históricamente, las mujeres isleñas han sido pescadoras, cocineras y navegantes. A lo largo de los años, han transmitido su conocimiento a las nuevas generaciones, manteniendo vivas diferentes prácticas tradicionales como la pesca artesanal, la navegación a vela y la gastronomía. Estas mujeres no solo dominan técnicas ancestrales, sino que también han jugado un papel central en la adaptación de estas tradiciones a las realidades contemporáneas, mostrando una enorme resiliencia frente a las adversidades ambientales y sociales.
Una muestra concreta del reconocimiento a estas mujeres es el Festival de Navegación del Caribe Insular, organizado por la Fundación Prosealand (una especie de acrónimo de Sea, Land and Culture Old Providence Initiative), que en su sexta edición llevó como tema “Un mar de mujeres”. Este festival no solo celebró las contribuciones históricas de las mujeres en la cultura marítima, sino que también destacó su rol actual en la conservación y defensa del maritorio. Yurshell Rodríguez señala que este enfoque visibiliza la resiliencia de las mujeres ante los desafíos, al tiempo que reivindica su lugar en una narrativa histórica que muchas veces ha sido dominada por los hombres.
Fotos: Yurshell Rodríguez
En resumen, el papel de las mujeres del Caribe insular va mucho más allá de ser simplemente custodias de un entorno natural; son las tejedoras de un vasto y complejo tejido cultural que conecta a las islas con su pasado, presente y futuro. Su labor en la protección de la Reserva de la Biosfera Seaflower, la transmisión de tradiciones y su liderazgo en eventos culturales como el Festival de Navegación reflejan una relación profunda y duradera con su maritorio.