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¡Qué viva lo vivo!

No somos ni sus hijos ni mucho menos sus dueños. Nosotros somos parte de la naturaleza. ¿Qué tal si aprendemos de la regeneración, uno de sus principios más básicos, para repensar nuestra presencia en la Tierra y tejer un futuro próspero para todo lo vivo?

Por: Comfama

Los pueblos ancestrales afirman que son un fragmento, como las raíces de los árboles que se alimentan de la tierra o los ríos que desplazan, generosos, el agua. Aprendamos o, mejor, recordemos aquello: la Tierra no es nuestro escenario, es nuestra extensión y tanto nuestra salud biológica como social están ligadas a ella, a sus formas de ser y hacer.  

Esto se pone bueno. ¿Sabías que los ecosistemas son redes de conexiones interdependientes? Vegetación, árboles, hongos, suelos, animales, agua y millones de microorganismos interactúan todo el tiempo creando sistemas que posibilitan la vida. ¡Algo similar a lo que hemos construido por siglos los seres humanos en nuestras diversas formas de organización, como familias, empresas, ciudades y sistemas de producción! 

Pero… ¿realmente estamos sosteniendo conexiones que cuidan lo vivo? Nuestra actuales crisis ecológicas y sociales demuestran lo contrario.   

Así que, para afrontar este reto inminente, necesitamos escucharnos y narrarnos desde la innovación, creatividad y conexión con el hogar que habitamos. Solo así podremos abordar las causas profundas que nos han llevado a contribuir al deterioro del planeta y no únicamente responder a los síntomas de este fenómeno. 

El primer paso para entender esta mirada holística es asumirnos como miembros de un todo, comprender nuestra vida y sus dinámicas desde una perspectiva más sistémica e integradora que reconozca la interconexión entre la salud, la economía, el hábitat, las funciones de los ecosistemas, la seguridad alimentaria, los valores culturales, la biodiversidad, la equidad social, entre otros. Como el bosque, funcionamos y crecemos en red, mutuamente dependientes, pero solemos olvidarlo.  

Por lo anterior, si abordamos este desafío común únicamente desde la perspectiva ecológica, estamos limitando nuestra mirada. Como lo dijo Barry Commoner, “cuando investigamos cualquier problema ambiental hasta sus orígenes, se revela una verdad ineludible: que la causa fundamental de la crisis ecológica no se encuentra en cómo los hombres interactúan con la naturaleza, sino en la forma en que interactúan entre sí”.   

Entonces, más que una reacción específica ante el cambio climático y la alarmante pérdida de biodiversidad, lo que busca el enfoque regenerativo es rediseñar las formas en las que nos entendemos como culturas, como seres y grupos humanos. Si comenzamos a trabajar juntos para encontrar las posibilidades bioculturales de cada lugar, de cada contexto, saldrá a flote la diversidad necesaria de la vida misma y, por supuesto, de la transformación.   

Más allá de la sostenibilidad

Fotos: Comfama

La regeneración nos invita a poner el cuidado de la vida en todas sus formas en el centro de nuestros sistemas. ¡Exacto, no se trata solo de reducir los impactos, sino también de sanar y dejar los lugares que habitamos mejores, más vivos, que lo que los encontramos!

Y se trata de un cambio de pensamiento que comienza con transformar la narrativa de la separación de lo humano y lo natural, y se expande entre posibilidades de rediseñar nuestros sistemas para que sean redistributivos, resilientes, prósperos y fértiles para todas las expresiones de la vida. En conclusión, nos invita a:

Sanar-nos promoviendo relaciones sanadoras con lo vivo

¿Y eso con qué se come? Pensémoslo así: los últimos años sí que nos han enseñado que una enfermedad en una parte de la red es un efecto mariposa para todas las partes. Lo mismo pasa si empezamos a pensar y actuar en coherencia con la salud, el bienestar, el intercambio y la colaboración, ¡tejeríamos una red funcional para la celebración de la vida de todo lo vivo! 

Hacer de la Tierra un lugar próspero, seguro y circular para todos los seres que la habitamos no es una preocupación altruista, sino sensata y urgente. La sostenibilidad, como práctica y método de abordaje, ha abierto caminos y preguntas que nos han permitido cuestionar las formas en las que vivimos, consumimos y nos relacionamos con nosotros mismos, los otros, la Tierra y sus recursos.  

Sin embargo, los aportes de la ciencia reciente y los impactos visibles de la intervención humana en los ciclos naturales evidencian que la sostenibilidad puede quedarse pequeña ante las necesidades planetarias y sociales del presente. Hoy no basta con mitigar los daños ambientales ni con encontrar maneras de sostener la vida tal cual la llevamos. 

Por eso se hace necesario pensar en aplicar la regeneración en nuestra cultura y en las expresiones de todo lo vivo, los ecosistemas y nuestros propios sistemas sociales, de allí sale el término Culturas regenerativas y abarca:

Festival Actuar por lo vivo

Para abordar el tema, ¡te tenemos una gran invitación! Disfruta del 3 al 7 de mayo de Actuar por lo vivo, un festival para repensar la forma en que nos unimos los seres vivos y cuestionarnos la manera en que habitamos la Tierra.

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