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Octopus y las praderas de pastos marinos

Foto: Santiago Estrada Robledo
Foto: Santiago Estrada Robledo
Y de nuevo contigo…mi parte preferida del mes. Hoy quiero hablarte sobre un lugar fantástico, una llanura, un tapete de color verde… las praderas de pastos marinos.

Por: Jorge Herrera, biólogo marino e instructor de buceo

Desde lejos, parece un lugar muy tranquilo, sin mucha actividad, pero como te digo, solo desde lejos. Como ya sabes, los pulpos no somos muy amigos de alejarnos de nuestra guarida, pero, como también sabes, yo no soy un pulpo común, me gusta explorar mucho más allá; además, es muy fácil encontrar donde esconderme, gracias a mis habilidades de camuflaje. Suelo pasear por estas praderas, por un lado, para buscar alimento, no me gusta decirlo, pero es algo que tengo que hacer, es cuestión de sobrevivencia y, por otro lado, para conocer nuevos lugares y, sobre todo, hacer amigos que me cuentan muchas cosas interesantes sobre sus vidas y sobre sus hogares.

Primero, algo de contexto; los pastos marinos no son algas como muchos creen, son plantas y aunque están, lejanamente, emparentados con los pastos terrestres, se parecen en que sus hojas son alargadas y crecen densamente, formando grandes extensiones de praderas sobre el fondo marino. Tienen un sistema sofisticado de raíces por las que absorben los nutrientes y que les permite fijarse al sustrato y, además, producen flores. En lo único que se parecen las algas a los pastos marinos es que son organismos fotosintéticos y acuáticos, pero no tienen verdaderas raíces ni tallo ni hojas o tejido vascular y nunca producen flores.

Las praderas de pastos marinos conforman uno de los ecosistemas más importantes de nuestro planeta y, aunque no son tan famosos como los arrecifes de coral o los manglares, son capaces de proporcionar alimento y refugio a una gran cantidad de organismos. Como plantas, los pastos marinos necesitan condiciones específicas para poder hacer la fotosíntesis (proceso por el cual fabrican su propio alimento a partir de CO2 disuelto en el medio + agua y luz solar), poder crecer y expandirse para formar esas grandes praderas. Crecen a poca profundidad, usualmente, entre 5 m y pocos cm de la superficie, quedando, algunas veces expuestos cuando baja la marea, sobre fondos, principalmente, lodosos y arenosos, y  algunas sobre fondos rocosos, a lo largo de las costas de islas y continentes de todo el mundo; bueno, con algunas excepciones como en la Antártida y gran parte de las costas del Pacífico de Sudamérica y del Atlántico de África.

Aunque existen muchas especies de pastos marinos (72 para ser más preciso), la que predomina en esta parte de nuestro planeta, me refiero a este pequeño rincón donde vivo (Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo), es la llamada Thalassia testudinum, también conocida como pasto de tortuga… ¿podrías adivinar por qué?.

Y aunque es un ecosistema, prácticamente, monoespecífico… ups, qué palabra tan rebuscada, creo que mis continuas charlas con mi amigo biólogo me están poniendo muy técnico para escribir – me refiero a que, básicamente, es una especie la que domina – sostiene una biodiversidad que te asombrará descubrir. La Thalassia es capaz de transformar, físicamente, el ambiente para su propio beneficio, es decir, creando condiciones para poder expandirse y cubrir mayor área y, al mismo tiempo, crear y mantener una serie de hábitats que aprovechan otros organismos, desde bacterias, hasta tortugas y mamíferos marinos, pasando por una gran variedad de pequeños invertebrados y peces; y ni qué decir de los beneficios que dan a los seres humanos y el papel que juega en el control del cambio climático – de esto te hablo después.

Gracias a mi curiosidad que me ha llevado a ser muy minucioso en las cosas que observo cuando estoy explorando un lugar, he descubierto que en esta pradera no hay espacio libre que no esté siendo aprovechado por algún organismo vivo; en la columna de agua, sobre o bajo el fondo, en las superficies de las hojas y entre las mismas.

Empecemos por partes. Al igual que en los manglares, los juveniles de muchas especies de peces encuentran en las praderas de pastos marinos abundante alimento y un refugio ideal mientras crecen y migran hacia otros ecosistemas como los arrecifes de coral; es el caso de algunos loros, salmonetes, roncos, entre otros. Otras especies nacen y permanecen toda su vida allí como los gobios, pequeños loros y caballitos de mar. Hay otros visitantes esporádicos que entran a las praderas, principalmente, en busca de alimento; uno ejemplo es la tortuga verde, cuyo bocado preferido son las hojas de Thalassia; otro ejemplo son las rayas, he visto individuos de lo que, comúnmente, se conoce como chucho o raya águila, escarbando con su trompa en el fondo, en busca de moluscos y crustáceos que son su alimento preferido.

Pasemos a las hojas; sobre ellas crecen una gran cantidad de organismos epífitos (epi=sobre, fitos=plantas) desde algas filamentosas y calcáreas, hasta una gran cantidad de invertebrados como gusanos sésiles (que no se mueven), briozoarios, ascidias, balanos, pequeñas anémonas, esponjas, hidrozoarios. Cuando mis amigas las tortugas comen un bocado de hojas de Thalassia, no solo se están comiendo plantas, se están comiendo una ensalada con muchas adiciones, lo cual la hacen mucho más nutritiva, además de darle más sabor.

Pasemos al sustrato. La inmensa cantidad de detritos que se producen por la actividad de tantos organismos, permite el desarrollo de bacterias que se encargan de descomponer esos detritos y transformarlos en materia orgánica; una parte se queda en los sedimentos y es aprovechada por moluscos como almejas, equinodermos como estrellas de mar, erizos y pepinos de mar, gusanos, entre otros. Otra parte de esa materia orgánica es liberada a la columna de agua donde queda en suspensión; allí, es aprovechada por organismos filtradores como ostras y esponjas que crecen entre el follaje, entre otros.

Otros organismos que te puedes encontrar en un paseo por la pradera entre carnívoros, carroñeros y herbívoros son pulpos (como yo), mis primos los calamares, crustáceos como langostas, cangrejos y ermitaños, jóvenes morenas deslizándose silenciosamente, serpenteando en busca de alimento, entre otros. De vez en cuando, durante tu recorrido puedes encontrar pequeños parches de coral rodeados de jóvenes peces como el ronco francés, que se agrupan allí buscando refugio. En fin, tomaría páginas enteras enumerándote todas las especies que podrías descubrir allí.

Foto: theoceanagency

Para terminar, porque no me quiero extender mucho, te quiero contar un poco sobre los beneficios que obtiene el ser humano de las praderas de pastos marinos y su importancia en la lucha contra el cambio climático:

Son muy importantes para el ciclo de vida de muchas especies de interés comercial, sobre todo en sus etapas más tempranas y que les permite llegar al estado adulto, garantizando de esta forma la seguridad alimentaria de millones de personas alrededor del mundo.

Son como plantas de tratamiento de aguas residuales, filtrando las partículas suspendidas en el agua y absorbiendo el exceso de nutrientes provenientes de descargas terrestres y desembocaduras de ríos , manteniendo, de esta forma una mejor calidad del agua que beneficiará, no solo a ellas mismas, sino a los ecosistemas vecinos como los arrecifes de coral e, indirectamente, a los seres humanos.

Su sistema de raíces ayuda a estabilizar el fondo y sus abundantes hojas disminuyen de manera significativa la intensidad del oleaje y de las corrientes contribuyendo a la protección costera contra la erosión.

Las praderas de pastos marinos capturan CO2 del medio y, gracias a la fontesíntesis, por un lado, toman el carbono para producir alimento y construir sus propios tejidos (hojas, raíces y tallos) y, por otro lado, liberan el oxígeno al medio. Pues resulta que los estudios han demostrado que estos ecosistemas son capaces de atrapar enormes cantidades de CO2 y, al mismo tiempo, liberar enormes cantidades de oxígeno. Como liberadores de oxígeno, son consideradas (las praderas) como pulmones del océano y como secuestradores de CO2 – sí, secuestradores, me gusta ese término – contribuyen a mitigar los efectos del calentamiento global debido al exceso de gases de efecto invernadero en la atmósfera, como el CO2.

Foto: José María Chamorro

Ya para terminar, espero que te hayas hecho una idea de lo maravillosas e importantes que son las praderas de pastos marinos. Ya que tienes una visión diferente de ellas, espero que la próxima vez que visites mi parque te tomes, al menos, una hora para explorar y disfrutarla como realmente se debe hacer. Sácate la idea de que son simples pastos babosos y molestos que hay que erradicar; por el contrario, alza la voz por estos ecosistemas vitales para la vida en nuestro planeta. No olvides compartir esta información con tus amigos y familiares. Espero estar contigo dentro de un mes en una nueva entrega del Correo de Ultramar donde seguiré contándote historias sobre este maravilloso mundo marino.

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