Por: Capitán de Navío (RA) Jorge Prieto Diago
Está atracado en el muelle de la base naval, es el anfitrión del Sail Cartagena de Indias 2022 y está alistándose para zarpar al crucero de entrenamiento de los futuros oficiales navales.
El comandante, capitán de navío Jairo Eligio Orobio Sánchez concede una entrevista para la Agenda del Mar.
Me encuentro con un hombre amable, me saluda con una sonrisa sincera. A sus 48 años conserva la contextura atlética de quién fue esgrimista, boxeador y corredor de atletismo pista, me recibe en la sala del camarote del comandante, donde prevalece la madera de teca y que luce sobria aún en medio de presentes en oro y plata, placas de bronce, mármol, cuadros, recuerdos de travesías y puertos que llevan décadas abordo.
Todo esto es del buque y de los colombianos, pero tanta simbología no influye en la sencillez de nuestro personaje, que desprevenidamente nos va contando sobre su infancia en las playas del Chocó, es fácil imaginarlo surfeando las olas del Pacífico sobre las tablas de la cama, para luego -apunta sonriendo- “ganarse una pela porque quedaron mojadas y no podían dormir”. El mismo niño que sus mayores pilatunas a los ocho años consistían en irse con su hermano a escondidas a pescar mar adentro, “tirando canalete” en una canoa podían ser tres millas lejos de la costa, mientras su mamá, madre de seis hijos trabajaba en el hospital de Bahía Solano como enfermera.
Orgulloso de su origen, habla de su casa humilde en Nabugá, cuando tenía que aprovechar la hora en que bajaba la marea para caminar hasta el colegio. Mientras lo escucho entiendo que estoy frente a un marino profesional que aprendió instintivamente de corrientes, olas y mareas desde su infancia, tiene que ser un muy bien maniobrista, pienso.
¿Cómo llegó esa idea de entrar a la marina?, – le pregunto -.
Quería ser oceanógrafo, -contesta-. “En el colegio yo vi una clase que se llamaba hombre, mar y sociedad, allá mismo estudié biología marina, navegación, marinería y oceanografía”.
Se refiere al colegio Luis López de Meza de Bahía Solano y el bachillerato en ciencias del mar, programa que auspiciaba la embajada alemana. Luego en Quibdó cuando ya estaba en undécimo grado se encuentra un libro publicado por el ICFES en el que estaban todas las universidades y carreras de Colombia, aparece que en la Escuela Naval es el único sitio en que podía estudiar oceanografía, y esta es su meta. La historia de su ingreso a esta Universidad del mar es admirable, sólo sabía que quería entrar y lo logró por sus méritos académicos. Ya después se enteraría que gracias la ley 70 de 1993 estaría becado, tendría pasajes y le pagarían un estipendio para que se mantuviera, “eran cuarenta mil pesos que hacía rendir muy bien”, recuerda con complacencia.
También es admirable su historia de cómo logró entrar al mejor colegio de Quibdó donde se graduó premiado por ser el mejor en matemáticas, “aunque no pude ir a la ceremonia porque no había plata para el vestido”, me cuenta con naturalidad.
En la Escuela Naval siendo teniente de fragata se graduó como Oceanógrafo físico; Siendo capitán de corbeta concursa y se gana una beca para realizar una maestría en asuntos marítimos en la Universidad del Mar en Malmo, Suecia.
Este comandante del ARC Gloria es un marino aplicado y con vasta experiencia, su crucero de entrenamiento como cadete fue la vuelta al mundo de 1997, allí cruzó los océanos Pacífico, Índico y Atlántico navegó por los mares de Japón, de China, de Java, el Arábigo, el Mediterráneo, el Mar Rojo y el Mar del Norte, y pasó por los canales de Suez y de Panamá. En ese año se distinguió por ser el mejor cadete del crucero. Cuenta que de su primer comandante aprendió a ser estricto y organizado.
En el buque Gloria también fue oficial de cubierta en el año 2004, cuando conoció las islas Galápagos, la isla de Pascua y recorrió el litoral Pacífico de Suramérica. Luego en 2020 siendo el segundo del comandante, capitán de navío Javier Rubio, enfrentaron el reto de entrenar a los cadetes en medio de la pandemia y con satisfacción habla del objetivo cumplido después de navegar todo el año, en este momento de crisis es cuando sale a relucir parte de su filosofía de vida. Me habla de “Cómo visionar las cosas: Uno es el que pone las limitaciones mentales, pone precio y condición al destino, cuando usted cree que en el mundo usted lleva la peor carga y no es así”.
Navegante de mar, ríos y de investigación.
Siendo teniente de corbeta conformó la primera tripulación del buque tender ARC Buenaventura, cuenta la anécdota de la precisión con que se posicionaba con navegación astronómica durante el viaje cruzando al océano Atlántico desde Alemania.
Su primer comando fue en la patrullera fluvial ARC Humberto Cortés y luego de las patrulleras fluviales ARC Filigonio Hichamón, ARC Leticia y ARC Senén Araujo, en estas embarcaciones navegó los ríos San Juan, Putumayo, Amazonas, Caquetá, Magdalena y Atrato
En el buque oceanográfico ARC Malpelo estuvo embarcado cerca de tres años y fue su comandante en el 2018. Destaca el trabajo de investigación que realizaron en el mar Caribe, sobre la discontinuidad del escarpe de Hess de la plataforma continental de Centroamérica, argumento que está utilizando nuestro país para defender la soberanía sobre nuestras aguas de zona económica exclusiva.
En este año 2022 al capitán de navío Jairo Eligio Orobio Sánchez le ha correspondido comandar el buque insignia de los colombianos, un hombre que ha llegado a ocupar este cargo de honor gracias a su perseverancia y disciplina, su vocación por el estudio lo ha llevado lejos en su profesión y es claro que ha disfrutado cada día en estos 28 años de servicio. Este jueves, 26 de mayo, zarpará hacia los puertos de Nueva York, Veracruz y Kingston, durante dos meses extrañará a su esposa Violeta y a sus hijos Tiago, Abril y Antonella de siete, cuatro y dos años. Dará clases de liderazgo, pero “si están flojos en meteorología y navegación astronómica meteré la mano”, apunta con firmeza. Cuando le preguntamos por sus expectativas como comandante, nos habla de trabajar por mantener la institucionalidad, inculcar en los cadetes el arraigo por los valores y las buenas costumbres que determinan que la Armada Nacional siga siendo una institución de oportunidades, en que los méritos de cada uno determinan su proyección.
Desde la Agenda del Mar le deseamos al capitán Orobio y a su tripulación buen viento y buena mar.