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Comunidad empoderada por las ballenas

En el Pacífico colombiano, las antes temidas ballenas jorobadas han cambiado el destino de las comunidades de este territorio. Gracias al trabajo conjunto entre la ciencia y las comunidades locales, la protección de estos cetáceos se ha convertido en un motor de desarrollo sostenible que beneficia tanto a la biodiversidad como a las personas que dependen del mar.

A lo largo del Pacífico colombiano, ocurre uno de los espectáculos naturales más impresionantes del planeta: la migración y reproducción de las ballenas jorobadas. Año tras año, estas gigantes del mar recorren miles de kilómetros para llegar a estas cálidas aguas donde se reproducen y cuidan de sus ballenatos. Este fenómeno, además de ser un atractivo turístico, ha transformado la relación de las comunidades costeras con el mar y ha potenciado el desarrollo sostenible y la conservación en la región. El trabajo comunitario y la ciencia se han unido en una causa común: la protección de estos cetáceos, que representan no solo una fuente de ingresos, sino también un símbolo de orgullo cultural y fortaleza para los habitantes locales.

Las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) no solo son protagonistas de la temporada turística en el Pacífico colombiano, sino que también juegan un rol clave en la conectividad ecológica de los océanos, tal como nos explica Ann Carole Vallejo de R&E Ocean Community Conservation. Viajan aproximadamente entre 8.000 y 8.500 kilómetros cada año desde la Antártida a lo largo del Pacífico buscando aguas cálidas, y transportando durante su viaje nutrientes esenciales como el hierro y el nitrógeno. Estos nutrientes, impulsan la productividad del fitoplancton, base de la cadena alimenticia marina. Además, los cuerpos de las ballenas muertas se convierten en hábitats que sustentan una amplia biodiversidad en las profundidades del océano. De esta manera, la salud de las ballenas es un indicador del estado de los ecosistemas marinos y su conservación es fundamental para mantener el equilibrio natural en estos entornos.

Algunas generaciones atrás, la temporada de ballenas en el Pacífico colombiano se asociaba a desdicha. Los pescadores artesanales les temían, no sabían qué eran y cuando escuchaban sus soplos recogían su fondo y regresaban a tierra. Para ellos, las ballenas jorobadas eran fieras enormes que podían devorarlos.

Con el tiempo, cuando comenzaron a tener conocimiento sobre ellas, su biología, su comportamiento y su evolución, el miedo fue amainando. Ahora son más bien unas aliadas que les han permitido diversificar las actividades económicas de su territorio, como el turismo de naturaleza. En el golfo de Tribugá, por ejemplo, varios jóvenes participan en los diferentes planes turísticos de observación de ballenas que se ofrecen en esta zona del país.

Además, varias organizaciones no gubernamentales han llegado al territorio para realizar proyectos de investigación y conservación de ballenas, en los cuales han involucrado a la comunidad. Tal es el caso de la Fundación Macuáticos y R&E Ocean Community Conservation. Esta última ha implementado varios proyectos de conservación de ballenas en colaboración con las comunidades locales, principalmente el turismo acústico en el golfo de Tribugá, el intercambio de guías locales y programas de ciencia comunitaria.

Camilo Morante: entre ballenas y grandes oportunidades

Duván Camilo Morante Mejía, conocido como Camilo, es un joven de Coquí, un corregimiento de Nuquí, en Chocó. Creció escuchando a sus abuelos contar historias aterradoras sobre las ballenas. Para ellos, estos enormes animales, desconocidos y misteriosos, representaban una amenaza que podía volcar sus pequeñas embarcaciones. “Cuando llegaban las ballenas aquí, la gente les tenía mucho miedo. Si los pescadores oían el soplo de una ballena, inmediatamente recogían sus redes y regresaban a casa. No iban a esperar a que un animal tan grande, del cual no sabían nada, se acercara”.

Sin embargo, las ballenas enseñaron a Camilo una valiosa lección: lo que en un principio parecía una desventaja, se convirtió en una oportunidad para él y su comunidad. “Antes no sabíamos qué eran; les teníamos miedo, pensábamos que eran fieras. Pero ahora, con el conocimiento que tenemos, sabemos por qué vienen y cómo convivir con ellas de manera responsable”.

Hoy, Camilo es un guía certificado en avistamiento de ballenas, formado por la organización R&E Ocean Community Conservation, y su trabajo lo llena de orgullo. También trabaja como guía turístico en Nuquí. Para él, el turismo responsable en torno a estos majestuosos animales es más que una fuente de ingresos: es una pasión.

Cada vez que acompaña a un grupo de turistas, Camilo se asegura de impartir charlas educativas antes del avistamiento. Explica que no se trata solo de ver ballenas, sino de comprender su importancia ecológica y la necesidad de protegerlas. Para él, este trabajo no es simplemente mostrar un espectáculo natural, sino una oportunidad de generar conciencia.

A lo largo de los años, Camilo ha logrado consolidarse como un referente en el turismo de avistamiento de ballenas en su comunidad. Los alojamientos de la zona lo buscan para que brinde charlas a los turistas y los guíe durante las excursiones. Además, él mismo se ha puesto el reto de seguir aprendiendo y compartiendo su conocimiento no solo en su región, sino también a nivel internacional. Sueña con viajar a otros países para profundizar su formación y así mejorar su labor con las ballenas.

Para Camilo, estas criaturas representan algo muy profundo: “Cuando veo una ballena, veo un proceso demasiado grande, una adaptación, veo grandeza…”. Para él, cada avistamiento es una oportunidad para aprender algo nuevo sobre ellas y reforzar su respeto por la naturaleza.

Además de su rol como guía, Camilo es miembro de los Guardianes del Mar, un grupo de buzos certificados de la región, promovido por la buceadora Liliana Arango, que se dedica a retirar redes fantasma de los arrecifes y fondos marinos del golfo de Tribugá. Estas redes, olvidadas por los pescadores, representan una grave amenaza no solo para las ballenas, sino también para los peces y otras especies marinas.

Camilo ha tenido la oportunidad de viajar a otras regiones de Colombia, como Tumaco, donde recientemente completó una capacitación especializada en liberación de ballenas enmalladas. Sin embargo, este es solo el comienzo, pues quiere interactuar más con estos animales, comprenderlos mejor y seguir desarrollando un turismo sostenible que conviva armoniosamente con la naturaleza.

Él representa una nueva generación de jóvenes comprometidos con la conservación y el desarrollo sostenible en el Pacífico colombiano. Para Camilo, el simple hecho de convivir con las ballenas y poder aprender más de ellas ya es una oportunidad invaluable, y está dispuesto a seguir explorando todos los caminos que estas gigantes del mar le abran.

Luis Antonio Lloreda: la fusión entre cocina y conservación del océano

Luis Antonio Lloreda Mosquera, o “Toño”, se describe así mismo como un cocinero de profesión y un ambientalista de corazón. Su amor por el mar va más allá de lo profesional; es el lugar donde se siente más conectado consigo mismo, y donde encuentra una paz profunda. Practica apnea cada vez que se sumerge en las aguas del Pacífico, en un intento de fundirse con su entorno.

Es un chef comprometido con la sostenibilidad, que ha encontrado en la conservación marina una extensión natural de su vocación. Natural de Jurubirá, este cocinero fusiona su amor por la gastronomía con la protección del océano. Además, como miembro activo de los Guardianes del Mar y buzo certificado, Toño se dedica a extraer redes fantasma que amenazan el ecosistema marino del golfo de Tribugá.

A lo largo de su carrera, ha colaborado con diversas organizaciones comprometidas con la conservación marina. En la organización R&E Ocean Community Conservation, trabajó estudiando cetáceos, identificando las diferentes especies que visitan el golfo y observando su comportamiento. Este trabajo lo conectó aún más con la fauna marina, reforzando su compromiso de protegerla. También colaboró con Conservación Internacional en el programa Ecogourmet, donde, como chef consultor, incentivaba a los restaurantes de las ciudades a utilizar especies de peces poco conocidas para dar un respiro a las especies más comunes y evitar su sobreexplotación. A través de su experiencia en la gastronomía, Lloreda no solo se preocupa por la sostenibilidad de los recursos marinos, sino que busca inspirar a otros a unirse a esta causa.  

Un ejemplo claro de su compromiso se dio cuando liberó una ballena que había quedado atrapada en redes. Como él mismo nos cuenta, este tipo de rescates es extremadamente peligroso. Las ballenas atrapadas pueden sumergirse rápidamente y, en ese proceso, enredar al rescatista con la malla o incluso con anzuelos que suelen quedar enganchados en las redes, lo que podría llevar a consecuencias mortales. Además, el riesgo de recibir un coletazo o un golpe de sus aletas es alto, lo que también podría ser letal. A todo esto, se suma la posibilidad de contraer enfermedades o infecciones durante el proceso.

A pesar de los riesgos, continúa dedicando tiempo y esfuerzo a la protección de las ballenas y otros animales marinos que habitan las aguas del Pacífico colombiano. Su labor, como la de tantos otros Guardines del Mar, es un ejemplo de cómo el amor por la naturaleza puede llevar a una vida dedicada a la conservación y el respeto por el ambiente.

Actualmente, trabaja con Fundación Malpelo y Otros Ecosistemas Marinos en un proyecto de marcaje de tiburones, un esfuerzo clave para entender los hábitos de estas especies y proteger sus poblaciones (ampliaremos esta parte de la historia en otro artículo).

R&E Ocean Community Conservation: ciencia y comunidad al servicio del océano

Ann Carole Vallejo, directora de R&E Ocean Community Conservation, lidera esta organización internacional sin fines de lucro que tiene como misión la protección de especies y ecosistemas marinos, con un enfoque en la colaboración con las comunidades costeras. Fundada con el propósito de encontrar soluciones sostenibles, R&E combina la ciencia con el trabajo comunitario bajo cuatro pilares clave: comunidad, educación, investigación y conservación. Su trabajo se centra en áreas como el Pacífico colombiano, especialmente el golfo de Tribugá, así como en la Antártida.

Dados sus pilares, la organización integra la educación ambiental y la creación de alianzas entre comunidades locales, público general, gremio científico y gobierno. Sus proyectos, que incluyen eventos culturales y ambientales, buscan fortalecer el vínculo de las comunidades con su entorno, aumentando la conciencia sobre la importancia de la conservación marina.

“Según estudios realizados por R&E Ocean Community Conservation, los habitantes locales ven a las ballenas como una fuente de orgullo y sustento, y han participado activamente en programas de conservación que refuerzan estos lazos”, explica Ann Carole, destacando cómo los habitantes de la región han abrazado la conservación como un aspecto fundamental de su identidad cultural.

En colaboración con la Institución Educativa Litoral Pacífico de Nuquí, R&E ha implementado un programa donde los estudiantes de último grado reciben capacitación en avistamiento responsable de ballenas. Estos jóvenes voluntarios no solo guían a los turistas, sino que también dan charlas educativas en el aeropuerto, sensibilizando a los visitantes sobre la importancia de la conservación marina.

Uno de los proyectos más innovadores de R&E es el turismo acústico, que permite a los turistas escuchar los cantos de las ballenas durante las excursiones. De acuerdo con los registros de la organización, el 98 % de los turistas que escuchan los cantos de las ballenas experimentan emociones profundas, lo que refuerza el valor cultural y ambiental de estas interacciones. Esta experiencia no solo resalta la majestuosidad de estos animales, sino que también refuerza la necesidad de protegerlos.

Además, la organización ha promovido el intercambio de guías locales y la participación de las comunidades en programas de ciencia comunitaria, empoderando a las nuevas generaciones en la protección de su entorno natural. Estas iniciativas no solo apoyan la conservación de las ballenas, sino que también generan beneficios socioeconómicos para las comunidades al promover el turismo sostenible.

R&E también está trabajando en un ambicioso proyecto para establecer un Sitio Patrimonio para la Protección de las Ballenas en la región, lo que garantizaría la protección del ecosistema marino. Este proyecto a largo plazo se complementa con el programa de ciencia comunitaria, que permite a los habitantes locales recopilar información valiosa sobre las especies marinas y tomar decisiones informadas sobre la conservación de sus recursos naturales.

Así pues, el compromiso de R&E no solo es con el ambiente, sino también con las personas. A través de capacitaciones y talleres, han dado a las comunidades locales las herramientas necesarias para participar activamente en la protección de los ecosistemas marinos. Guías locales certificados, capacitados en turismo sostenible, ahora pueden generar ingresos mientras protegen los recursos naturales de la región. Este enfoque dual de conservación y desarrollo comunitario es clave para asegurar un futuro sostenible tanto para las ballenas como para las personas que dependen de ellas.

Luego de conocer estas historias, podemos decir que la conexión entre las ballenas jorobadas y las comunidades del Pacífico colombiano es un ejemplo inspirador de cómo la conservación puede transformar vidas y territorios. A medida que estas criaturas majestuosas siguen su migración anual, también abren un camino de oportunidades para quienes las protegen. Desde los guías turísticos locales hasta los Guardianes del Mar y los jóvenes estudiantes, cada individuo está jugando un papel crucial en la preservación de estos ecosistemas. La colaboración entre la ciencia, las comunidades y las organizaciones ambientales es la clave para asegurar que el legado de las ballenas perdure, tanto en el mar como en la memoria de quienes comparten su hogar con ellas.

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