Cuando se hizo el anuncio, algunas personas de forma desprevenida pudieron pensar que se trataba solo de un manifiesto de buena voluntad, pero quienes conocen del tema consideran que el acuerdo para proteger a los tiburones sí tendrá consecuencias favorables para la conservación.
CITES es la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, y se conoce así por sus siglas en inglés. Es un acuerdo internacional que se remonta a 1973 y que hoy es acogido por 183 países.
En la más reciente conferencia de CITES, realizada en Panamá, se aprobó sumar 54 especies de tiburones en el apéndice II, que es un listado en el que se encuentran aquellas especies que no necesariamente registran una amenaza inminente de extinción, pero podrían llegar a estarlo si no se adoptan medidas de conservación.
Para el biólogo Diego Cardañosa, reconocido por sus múltiples investigaciones sobre tiburones, incluyendo una con pruebas de ADN para establecer la trazabilidad sobre el origen de los animales que se comercializan en Asia, celebró el anuncio de la conferencia de Panamá: “Los efectos de especies listadas en CITES es real. En caso de que los países no muestren una adecuada implementación, CITES puede generar una revisión de comercio significativo y puede generar sanciones con consecuencias económicas”.
Sandra Bessudo, directora de la Fundación Malpelo, coincide con esa apreciación. “El problema del comercio de aletas y carne de tiburón ha sido muy grave, varias especies han mostrado grandes descensos en sus poblaciones, muchas especies están realmente amenazadas. La reciente inclusión de 54 especies en el listado es un primer paso, por parte de un acuerdo de naciones que es vinculante y por tanto tiene peso”, asegura.
El caso colombiano
Colombia se había adelantado a otros países de la región en esta materia. “Con el decreto de tiburones del año pasado Colombia ya había prohibido su comercio internacional. Aquí lo que hicimos fue apoyar a los demás países para que vayan por la misma vía de la conservación”, dice Sandra Bessudo.
Diego Cardañosa agrega que “Colombia, históricamente, ha sido un país en el que los tiburones se consumen localmente, y, aunque existe un porcentaje de las aletas que se exportan, Colombia no juega un papel significativo en el comercio de estas especies a nivel internacional. Sin embargo, países limítrofes como Perú, Ecuador, Panamá, Venezuela y Brasil, sí son actores importantes tanto en el comercio de aletas como de carne”.
Según el Viceministerio de Ambiente de Panamá, antes de la aprobación de la propuesta, solo el 30% de los tiburones tenían algún tipo de protección, pero ahora esa cifra sube casi al 90%; incremento que despierta una esperanza ante cálculos preocupantes que indican que cada año cerca de 100 millones de tiburones son sacados del océanos para que algunas de sus partes sean comercializadas como alimento para humanos, especialmente en países asiáticos.