Para la bióloga marina Paula Zapata, líder del Foco estratégico de investigación en agua, alimentación y territorio de la Universidad Pontificia Bolivariana, el fondo del mar no es para nada extraño. Lo ha “mapeado” por medio de herramientas tecnológicas en diferentes zonas y lo ha estudiado como pocas personas en el país.
Por eso la emocionó desde el principio la idea de participar de la expedición Pristine Seas de Nat Geo, a la que fue invitada junto con un pequeño grupo de investigadores colombianos. Entre marzo y abril estuvo en uno de los tres recorridos de la expedición, el que exploró la zona costera del Pacífico desde Utría hasta Cabo Corrientes.
“National Geographic tiene acceso a herramientas tecnológicas muy sofisticadas, como un sumergible que puede llegar a 500 metros de profundidad. Yo nunca había bajado tanto, para mí fue un sueño cumplido”, dice Paula.
A diferencia de los vehículos operados remotamente o “drones submarinos” con los que se trabaja habitualmente en Colombia, el sumergible que se tuvo a disposición esta vez tiene capacidad para tres tripulantes: un piloto y dos investigadores en algunas ocasiones; o un piloto, un investigador y un periodista. El sumergible no necesita descompresión, la cabina está presurizada como la de un avión.
Para Paula la experiencia resultó inolvidable: “En el descenso empieza a percibirse la penumbra, la oscuridad. Esa sensación de entrar en mar profundo es muy emocionante. Y en un momento apagan las luces del sumergible y podemos apreciar la bioluminiscencia de algunos organismos y el brillo de animales como los peces cuchilla, que nadan como agujas en posición vertical”.
Los investigadores tuvieron la oportunidad de llegar a donde nunca nadie había llegado. En esos recorridos vieron tiburones, corales solitarios y otras especies, pero no tantas como esperaban. “En los cañones y montañas submarinas encontramos mucha sedimentación, incluso vimos plásticos a 350 metros de profundidad”, explica Paula.
Además, por medio de cámaras de video sumergibles, captaron muchas imágenes del desconocido fondo del Pacífico. El equipo contaba con una cámara que puede llegar a 6 mil metros, es decir, llega a lugares que jamás han sido explorados en los océanos colombianos.
Pristine Seas
Esta iniciativa de National Geographic nació hace 12 años y había realizado expediciones en 31 lugares antes de llegar a Colombia, 24 de los cuales se han convertido posteriormente en áreas protegidas. En esta ocasión, el conocimiento que se obtenga de la observación y el análisis de los datos recaudados, servirán para sustentar la posible declaratoria de áreas marinas protegidas dentro del plan 30×30 del Gobierno colombiano, que busca tener en esa condición el 30% del territorio antes del año 2030.
“Toda esta información será presentada a la comunidad en un documental que se estima que salga a fin de año”, dijo Alex Muñoz, director para América Latina de National Geographic Pristine Seas.
Paula Zapata destaca el trabajo del equipo de Nat Geo. “Es impecable, parece sencillo, pero es una logística enorme”, destaca.
Ahora viene la ciencia de datos, que permitirá sacar el máximo provecho a los nuevos hallazgos, avanzar en la caracterización de las zonas exploradas y adelantar la formulación de proyectos de investigación para buscar recursos que permitan darle continuidad a este tipo de expediciones con elementos propios.
La expedición Pristine Seas deja valiosos aprendizajes y grandes retos. “Y algo muy importante, permitió llevar el mensaje ambiental a las comunidades locales”, concluye la bióloga Paula Zapata.
