El Covid-19 ha puesto a muchas personas ante una dicotomía: por una parte, sienten un inmenso deseo de viajar, pero, por otro lado, piensan que lo mejor es evitar el riesgo de contagio. Ante esa situación, los destinos de naturaleza aparecen como una de las opciones más apetecidas por los viajeros.
Cuando comenzó la pandemia, se creyó que nadie volvería a viajar hasta que apareciera una vacuna, sin embargo, tan pronto como autorizaron vuelos y abrieron carreteras, muchas personas asumieron el riesgo y se fueron de paseo. Según la World Travel and Tourism Council (WTTC), sólo el 17% de los viajeros en el mundo dicen que aplazarán sus viajes hasta recibir la vacuna, lo que significa que el 83% están dispuestos a salir de nuevo.
La temporada alta se acerca y quienes están buscando alternativas para sus vacaciones se han encontrado con grandes cambios, producto de los efectos de la pandemia: no hay vuelos a Europa, ni a Asia, para ir al exterior hay que asumir el costo de la prueba covid al salir y al regresar, las aerolíneas están operando menos de la mitad de los vuelos que tenían en febrero y no se tienen salidas de cruceros desde los puertos colombianos.
La tendencia será el turismo de naturaleza, de bienestar y el esparcimiento en zonas rurales. Evitaremos al máximo los viajes de largas distancias así que será la oportunidad para que conozcamos nuestro país o región, asegura German Morales docente de la Escuela de Turismo de la Universidad Autónoma de Occidente.
Ante este panorama, la decisión de muchas familias ha sido buscar opciones en los destinos rurales, cercanos a las grandes ciudades, a los que se pueda viajar en carro, o revisar playas en zonas no muy concurridas.
La biodiversidad que posee Colombia permite realizar avistamiento de aves en cualquier región, observar ríos y mares de infinitos colores o apreciar en cualquier temporada la nieve de nuestros nevados. El turismo rural es la perfecta combinación entre la autenticidad de una región acompañada de la riqueza natural, explica Paula Cortés, presidente ejecutiva de Anato, que es la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo.
Según Anato, algunos de los destinos que las agencias de viajes están ofreciendo, con mayor acogida para esta temporada, son Urumita (La Guajira), Nabusimake (Cesar), Parque Arqueológico de Ciudad Perdida (Sierra Nevada de Santa Marta), Chorrera (Atlántico), San Basilio de Palenque (Bolívar), Necoclí (Antioquia), el Carmen de Chucurí (Santander), Villa de Leyva, Monguí, Ráquira, Nobsa (Boyacá), Silvia (Cauca), Isla Santa Elena, en Puerto Carreño (Vichada), Reserva Nacional Natural Puinawai (Guainía), Mocawa (Amazonas), y Tuchín (Córdoba) .
Las actividades que se ofrecen en este tipo de destinos, van desde experiencias relacionadas con la agricultura y la gastronomía autóctona, recorriendo cultivos de café, cacao, caña de azúcar, visita a plazas de mercado, lecciones de cocina tradicional con las comunidades locales y aprender de la producción artesanal de queso, cerveza, miel de abejas y panela; así como talleres artesanales para la realización de alpargatas, ruanas de lana de oveja, mochilas, tejidos en caña flecha, bisutería en chaquiras, enchape de Tamo y tejidos con fibras naturales. Además, ofrecen la posibilidad de vivir las tradiciones espirituales y ceremoniales donde predomina la música, la gastronomía y las artesanías.
Las agencias de viajes han venido impulsando el turismo rural como una oportunidad de crecimiento y desarrollo económico para las comunidades y también para ofrecer a los pasajeros viajes de experiencias memorables. Este segmento tiene por objeto generar un vínculo, motivado por aprender, percibir y reconocer los atractivos tanto materiales e inmateriales que representan las tradiciones, la cultura e historia de una población, generando mayor valor por nuestro patrimonio, concluyó Paula Cortés, presidente ejecutiva de Anato.
En vista de los cambios que se están presentando en el turismo por las razones expuestas, es de esperar para fin de año una alta llegada de viajeros a los destinos de naturaleza. Eso puede generar una reactivación positiva para las economías locales, pero también supone un alto riesgo de contagio en las comunidades y una fuerte presión para los ecosistemas que, en muchas ocasiones, son bastante frágiles.
Sabemos que todos tenemos que aprender a convivir con el virus y que eso genera cambios en muchos sectores, por eso es importante hacerlo con responsabilidad. Ahora, más que nunca, es definitivo el compromiso de cada uno de los viajeros que visiten zonas rurales y ambientes costeros, con el objetivo de poder propiciar un nuevo turismo y al mismo tiempo, lograr que el impacto ambiental sea mínimo en esas regiones.
