Todos los días se usa agua para beber, lavar y cocinar, pero este uso directo es apenas una parte del total de agua que se consume. La verdad es que todos los productos como ropa, plástico y papel, al igual que los alimentos, también requirieron agua en su proceso de producción.
Es lo que se conoce como el uso indirecto del agua y debe tomarse en cuenta en el cálculo de la huella hídrica. Por ejemplo, se podría pensar que una taza de café solo necesitó los 125 ml de agua que caben en el pocillo, pero en realidad fueron necesarios 140 litros para los procesos de secado, tostado, molido y empaquetado del café.
Si se sabe cuánta agua se utiliza en cada uno de los productos y servicios que a diario benefician a las personas, entonces se tendrá más conciencia sobre el recurso hídrico y el compromiso de hacer un uso más racional de los mismos.