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Seguridad marítima: lo que usted debe saber

El concepto de seguridad marítima es universal, aplica en todas las latitudes, en todas las aguas y en todos los climas, con las obvias variaciones que a cada condición aplica.
Por: Santiago Arbeláez Arango, navegante
 
El concepto de seguridad marítima es universal, aplica en todas las latitudes, en todas las aguas y en todos los climas, con las obvias variaciones que a cada condición aplica. Este concepto de universalidad dio origen al Solas (International Convention for the Safety of Life at Sea), organismo multilateral que frecuentemente actualiza las recomendaciones para la seguridad humana en el mar. Su sello, en productos relacionados con la supervivencia (bengalas, chalecos, balsas salvavidas, etc…), garantiza la idoneidad del producto, por lo que los recomendamos ampliamente.
 
De acuerdo con las estadísticas, la inmensa mayoría de catástrofes y pérdidas de vidas ocurren en actividades deportivas de fin de semana y vacaciones, involucran a gente común en actividades comunes, y repetitivamente suelen ser el punto final de una cadena de hechos relacionados o no que se repiten de igual forma en distintas situaciones, llevando todo ello a que lo que no parecía posible se convierte en algo certero. Las historias de supervivencias exitosas tienen también elementos comunes que habitualmente se pueden resumir en prevención, conocimiento de elementos de supervivencia, entrenamiento y acción temprana durante el incidente.
 
Las siguientes recomendaciones están basadas en conceptos modernos de supervivencia que han sido estudiados y aplicados, y son extrapolables a aquellas situaciones donde sean aplicables.
 

Comportamiento

 
Cuando hay situaciones de emergencia en el mar, el estudio de las tripulaciones demuestra que las personas actuarán de una de las siguientes maneras:
 
–       10 a 20% permanecerá en calma y actuará correctamente.
 
–       75% estará ensimismado y estupefacto, estará en incapacidad para decidir qué hacer y será incapaz de concentrarse en una tarea.
 
–       10 a 15% perderá el control, llorará o simplemente se quedará quieto invadido de pánico.
 
La situación anterior, aplicada a una tripulación de seis personas, se puede interpretar como que una actuará correctamente, cuatro deberán ser guiados para hacer las tareas y una persona perderá el control convirtiéndose en un peligro para ella misma y para el resto.
 
 

Supervivencia a corto plazo

 
Los seres humanos tenemos un margen de temperatura interna muy estrecho para que las funciones vitales sean adecuadas. Para esto el cuerpo utiliza la vasoconstricción, vasodilatación, la sudoración y el temblor como herramientas que garantizan la termorregulación. Habitualmente en el mar el riesgo es la pérdida de calor corporal mediante radiación, convección, conducción y evaporación. Cuando esta pérdida de calor sobrepasa los mecanismos compensatorios del cuerpo necesitamos echar mano de ayudas externas o nos enfrentaremos a una situación de hipotermia.
 
Tradicionalmente se han atribuido los ahogamientos en aguas frías a la hipotermia, pero no es este el único factor determinante y ocasionalmente no es el primordial. Incluso buenos nadadores sucumben rápidamente en estas condiciones, siendo probablemente la causa los problemas cardiovasculares tras una rápida inmersión, el ahogamiento o la imposibilidad funcional de músculos y nervios producida en este ambiente.
 
Bajo ninguna circunstancia es mejor estar en el agua que afuera; recuerde que el enfriamiento corporal se da cinco veces más rápido durante la inmersión que en contacto con el aire. En todo caso, para evitar lo anterior se recomienda: procure no caer al agua, utilice el arnés y proteja su embarcación (líneas de vida, redes, pasamanos, etc.).
 
En caso de abandono de la embarcación, no se sumerja y pase directamente a la balsa salvavidas o al elemento de flotación. Si definitivamente entra al agua, use el chaleco e ínflelo si procede. Entre lentamente evitando hundir la cabeza. Vístase completamente, la ropa mojada en el agua no pesa más, en lo posible use la ropa impermeable en la capa exterior.
 
Si experimenta un choque de frío al entrar al agua, sujétese de algo hasta que recupere la respiración normal (uno o dos minutos) antes de intentar nadar, aunque sea una corta distancia. Si no tiene nada para asirse quédese lo más quieto posible para evitar la pérdida de flotabilidad de la ropa durante esos críticos primeros minutos de la inmersión.
 
En aguas frías, especialmente si hay oleaje, subestime su capacidad de nado, será mucho menor que en aguas tibias o cerradas. Recuerde que debido a la pérdida de temperatura corporal su habilidad con las manos disminuirá, por lo cual se recomienda llevar a cabo aquellas actividades que precisen motricidad fina o fuerza manual. Si permanece en el agua, adopte una posición que reduzca el área en contacto con el medio.
 
El ahogamiento es la principal causa de muerte en el mar. La aspiración continua de agua salada resulta en inconsciencia y muerte por fallo cardíaco en menos de dos minutos. Los pulmones no se tienen que llenar de agua para producir ahogamiento, cantidades relativamente pequeñas como 250-500 ml de agua salada producen pseudoahogamiento y pueden llevar a la muerte por hipoxia. La aspiración de 1,5l de agua salada es invariablemente fatal en un adulto. La aspiración de estas cantidades de agua es perfectamente factible en presencia de olas que barren sobre la cabeza del individuo, sin que sea necesaria la total inmersión para que haya ahogamiento. Es por eso que el uso de chalecos que incorporan “gorro antirrociones” es ampliamente recomendado hoy en día.

 

Supervivencia a largo plazo

 
Superada la situación inicial, se entra en una etapa de supervivencia a más largo plazo, donde el aporte de líquidos y de nutrientes desempeñan un papel fundamental. Preocúpese por el mareo ya que impedirá las actividades funcionales del individuo y llevará a vómito con la correspondiente pérdida de líquidos y electrolitos. Utilice medicamentos para evitarlo, se recomienda el uso de Hioscina.
 
La deshidratación es el siguiente enemigo. Pérdidas de líquidos alrededor del 5% del peso corporal llevan a irritabilidad, dolor de cabeza. Pérdidas del 10% pueden acarrear alucinaciones, delirio e imposibilidad para desempeñar acciones elementales; pero pérdidas rápidas del 20% del líquido corporal llevan a la muerte, situación que en el ambiente marino puede tardar alrededor de seis días. En individuos bien hidratados, se toleran pérdidas de peso corporal superiores al 10%. La muerte por inanición sobreviene entre 40 y 60 días después.
 
La ingesta mínima diaria recomendada para un adulto promedio en reposo es de un litro de líquido y 1.400 kilocalorías. En una situación de supervivencia, estas cantidades se pueden reducir a 200 ml de líquido y 600 kilocalorías durante tiempo restringido. Para evitar el catabolismo corporal, dichos alimentos deben ser preferiblemente carbohidratos.
 
Para disminuir los requerimientos hídricos y de nutrientes minimizando el gasto de energía y de pérdida de líquido, se recomienda:
 
  • No beba nada durante las primeras 24 horas.
  • Nunca tome agua salada.
  • No mezcle agua salada con agua dulce.
  • Evite ingerir proteínas si no tiene agua dulce disponible ampliamente.
  • Minimice la actividad física, y en lo posible descanse durante las horas de calor y sol.
Es poco probable que la ausencia de vitaminas, minerales y otros elementos en la dieta causen problemas por su ausencia antes de dos meses.
 

Prevención

 
  • Como siempre, prepararse y anticiparse a las dificultades es garantía de éxito cuando estas se presentan. Aunque el riesgo de una emergencia parezca remoto, siga siempre los procedimientos.
  • Asegúrese de que quienes lo acompañan a navegar, bucear o a cualquier otra actividad náutica sepan qué hacer en caso de emergencia.
  • Explíqueles la ubicación de los elementos de seguridad y cómo se usan (chalecos salvavidas, bengalas, radios, bombas de achique…).
  • Asegúrese de que alguien sepa maniobrar en caso de que usted como patrón caiga al agua. Sea proactivo, verifique que haya forma de subir a la embarcación desde el agua. El 90% de los ahogamientos se producen a menos de tres metros de las embarcaciones, orillas, o elementos de flotabilidad.

 

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