Frustración y descontento son las sensaciones que quedaron al término de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, más conocida como la Cumbre Río+20, que se celebró en Río de Janeiro con la participación de representantes de 191 países.
Aunque se logró la firma de un documento final titulado El futuro que queremos, que abre un camino para definir metas de desarrollo sostenible a finales de 2014, se le critica la falta de plazos y metas tangibles por parte de los países.
Por ejemplo, no se definió nada acerca de la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles, “que rondan los 400.000 millones de dólares anuales y son responsables de un porcentaje significativo de las emisiones de dióxido de carbono”, según indica la revista Semana.
“Si miramos lo que sale de Río+20, no hay urgencia (ni) compromisos legalmente vinculantes”, afirmó a BBC Mundo Kit Vaughan, coordinador del área de cambio climático para la organización humanitaria internacional Care.
Afectó la crisis económica
La transición a un modelo de economía verde quedó en veremos, pues no se logró comprometer a las naciones desarrolladas con el fondo de US$30 mil millones que proponían África, América Latina y China para avanzar en ese tema. “La crisis económica afecta el objetivo del desarrollo sustentable porque cada país busca proteger sus propios intereses y se olvida un poco de los intereses comunes”, sostuvo el presidente de Chile, Sebastián Piñera.
La revista Semana destacó que quizá el único logro importante de la Cumbre fue la inclusión en el documento final de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos por Colombia y que plantean la reducción de la pobreza, la masificación de las energías renovables y la protección de los océanos, entre otros temas importantes, pero que solo comenzarán a andar a partir de 2015 cuando se negocien metas.
“La cumbre se quedó corta. Las decisiones se nivelan por lo bajo”, indicó el ministro de Medio Ambiente, Frank Pearl.
