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Ricardo Sierra, un líder conectado con los océanos

Ricardo Sierra Fernández es uno de los ejecutivos más exitosos del país, reconocido por tener un liderazgo natural que contagia y una capacidad notable para generar innovaciones y miradas creativas en el sector empresarial.

Nacido en 1968, Ricardo Sierra Fernández es uno de los ejecutivos más exitosos del país, reconocido por tener un liderazgo natural que contagia y una capacidad notable para generar innovaciones y miradas creativas en el sector empresarial. Además, ama el buceo, impulsa uno de los programas de reforestación más grandes del país, quiere recuperar manglares en el Pacífico y dice que espera nunca dejar de trabajar.

Un día cualquiera, a comienzos de la década de 1990, Ricardo Sierra buceaba por primera vez. Como muchos turistas, había llamado a una escuela de buceo de la isla para inscribirse en el minicurso que hacen quienes nunca han utilizado un tanque para sumergirse.

 

Aunque era un viaje de paseo, para Ricardo tenía un atractivo especial. La idea de bucear lo traía entusiasmado desde hacía meses. A principios de ese año, que no logra ubicar con precisión, había comprado la Agenda del Mar y el contenido le había llamado mucho la atención. Y una vez bajo el agua entendió que seguir ese impulso que lo llevó hasta San Andrés había sido una maravillosa decisión.

 

“Quedé enamorado, completamente enganchado con el buceo”, dice. “Regresé a Medellín, empecé una carrera maratónica que me llevó a bucear en diferentes partes del país y fui profundizando mis habilidades al punto que me certifiqué como dive master con un grupo maravilloso de personas como Memo Gómez y Sandra Jaramillo, que tenía una escuela muy grande de buceo en ese momento”.

 

Ricardo se emociona al recordar aquellos años. “Creamos un grupo muy bonito que se llamaba Amigos del Mar, ahí estaba también María José Ospina, de la Agenda del Mar, recuerdo mucho las campañas de limpieza de playas que hicimos en Cartagena y muchas cosas más. Organizamos varias ferias de buceo en el Jardín Botánico, eran unos eventos muy lindos de fin de semana en los que participaban personas de mucho recorrido en el buceo, organizadores de excursiones, había charlas sobre muchos temas; era un encuentro que reunía a la gente que amaba los océanos”.

Luego vino el matrimonio, la llegada de sus 2 hijas y su destacado progreso en el mundo laboral. “Dejé de bucear un poquito porque todo eso cambia la dinámica de la vida y la disponibilidad de tiempo, pero era tanta la fiebre que tenía que tres meses después de haber tenido mi primera, hija, lo primero que hicimos mi esposa y yo fue irnos a bucear a Providencia. Y después que las hijas cumplieron los 12 años empezaron a bucear cada que tenemos oportunidad en algún paseo hacemos un par de inmersiones juntos”.

 

Una nueva forma de liderazgo

 

Su formación y su desempeño profesional lo ha llevado a moverse con propiedad en el mundo de los números. Administrador de negocios de Eafit y experto en asuntos tan complejos como la banca de Inversión, la valoración de empresas y los procesos de fusiones o adquisiciones; Ricardo ha impuesto su sello en todo lo que hace.

 

Después de asumir como CEO de Celsia, una empresa del Grupo Argos dedicada a las energías renovables y a la eficiencia energética, conoció una problemática ambiental en el Valle del Cauca. “En el 2015 y 2016 el fenómeno del Niño produjo sequías muy fuertes y el 90% de los municipios del Valle del Cauca tuvo un pico y placa de agua potable, o sea, la gente podía tener agua solo dos o tres horas al día, era una situación realmente difícil que se presentaba por una deforestación muy grande en la zona donde están ubicados los acueductos veredales. Como nosotros operamos la distribución de energía eléctrica en ese departamento, entendimos que nosotros no podíamos ser pasivos ante esa realidad y empezamos un trabajo voluntario muy exitoso que se llama ReverdeC”.

 

Y así nació esta iniciativa, que buscaba en principio sembrar un millón de árboles. Sin embargo, la idea logró un impulso tan grande que llegaron muchos aliados y actualmente siembra 3.5 millones de árboles cada año. “Esto ha hecho que el Valle del Cauca se convierta en uno de los pocos departamentos de Colombia que siembra más de lo que corta, más de lo que deforesta. Eso es ReverdeC, un programa que nos tiene super entusiasmados”.

 

El estilo de Ricardo Sierra se percibe en todo lo que hace. Cuando llegó a Celsia, dice, evaluó el mercado de la energía en otros países y entendió que los competidores de la empresa no serían los competidores tradicionales por mucho tiempo. “Había startups en el mundo estaban haciendo unas disrupciones muy grandes y era cuestión de días para que llegaran a Colombia, el mercado iba a cambiar muy pronto”.

 

Por eso se adelantó y creó un modelo de trabajo innovador basado primero en la renovación de la cultura corporativa, y luego en un cambio de la relación con sus clientes. “Antes teníamos usuarios, hoy son clientes y esperamos que muy pronto sean fanáticos de Celsia”, dice.

 

Y ese mismo ADN innovador lo está aplicando al programa ReverdeC con 3 startups. La primera está produciendo un material de espuma fenólica para reemplazar las bolsas, la segunda busca crear un modelo para sembrar usando de drones y la tercera trabaja con reproducción in vitro para la recuperación de especies nativas en vía de extinción.

 

“Ya no solo estamos en el Valle sino también en Tolima y Antioquia, y pronto vamos a crear en el Pacífico con la Fundación Grupo Argos un programa muy grande de reforestación de manglar, qué es el gran recuperador de CO2”, agrega.

 

Su futuro

La idea del retiro no parece ser una opción para Ricardo Sierra. “Yo creo que uno no debería dejar de trabajar nunca”, dice. Sin embargo, para cuando hayan pasado algunos años y considere oportuno un cambio de actividad tiene 3 ideas en la cabeza.

 

En primer lugar, la docencia. “Yo fui profesor, hace mucho tiempo, en EAFIT, en los primeros semestres de administración. Ojalá más adelante poder enseñar en los cursos de alta dirección de las universidades, ya estoy estructurando un programa, espero poder devolver un poquito de todo lo que he aprendido”. En segundo lugar, el trabajo social. Desde 1998 hace parte de la junta directiva de la Fundación Carla Cristina, que ha educado a más de 200 mil niños en Medellín. “Y, en tercer lugar, espero poderme dedicar a los temas ambientales que me entretienen mucho”, asegura.

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