El pasado 17 de mayo, el famoso periodista e influenciador Guillermo Prieto la Rotta, más conocido como Pirry, arrojó desde Honda (Tolima), al río Magdalena, una botella de PET con un chip de localización.
Esto es lo contrario de lo que uno debe hacer, pero es por una buena causa, advertía en el primer video publicado en la cuenta de Instagram @elviajedelabotella. El objetivo era ver hasta dónde llega esta botella de PET, como ejemplo de ese 91% del plástico que nunca se recicla. Según la ONU, solo el 9% de ese material se aprovecha de nuevo.
Después de nueve días (hasta el domingo 26 de mayo), la botella ya había recorrido 700 kilómetros hasta Tacamocho (Bolívar). Del mar Caribe apenas lo separaban 200 kilómetros.
¿Será que esta botella llegará finalmente hasta el océano? No sería extraño, teniendo en cuenta que el 80% de la basura marina es de origen terrestre. Por algo en la AGENDA DEL MAR siempre decimos que el océano comienza en casa.
Con Pirry hablamos sobre este viaje de la botella que pretende dejar un mensaje claro a todos los colombianos, al igual que otras cuestiones ambientales sobre las que no pasa inadvertido.
Pregunta: El medio ambiente siempre ha sido una preocupación para Pirry y últimamente te hemos visto muy activo llamando la atención sobre el fracking, la deforestación, el puerto de Tribugá, el plástico en los ríos y los océanos. ¿Por qué le apuestas a estos temas con tanta vehemencia? ¿Sientes que al país, que tiene tantos otros problemas, realmente le importa lo ambiental?
Respuesta: Bueno, no solo el pais sino el mundo en general tiene muchos problemas, pero me parece que estamos en un punto de la historia donde tenemos que reorganizar nuestras prioridades porque de nada nos sirven nuestras discusiones económicas, políticas y religiosas si no vamos a tener un planeta donde vivir. Ahora, el tema no es salvar el planeta porque el planeta no necesita ser salvado, muy seguramente primero nos extinguimos. Así desatáramos un holocausto nuclear, el planeta con algo de vida que quede se repone, y en un suspiro del universo, miles de años, estará otra vez verde y azul.
Me parece que hay que hablar de estos temas porque la publicidad, las discusiones políticas, el lobby de las compañías petroleras, la minería, todo el poder que estas empresas ostentan no nos dejan ver el verdadero escenario en que nos encontramos. Estamos al borde de un colapso de las especies y en un punto donde el planeta ya no va a poder sostenernos porque nos estamos consumiendo los recursos mucho antes del tiempo en que ellos se puedan recuperar. Esto es una cuestión de vida o muerte, tanto del país como del mundo.
P: Concretamente con el tema del plástico, estás apoyando la campaña El viaje de la botella. ¿Cómo ha sido la experiencia de perseguir una botella por el río Magdalena? Cuéntanos algo que te haya sorprendido en esta aventura.
R: La iniciativa de El viaje de la botella para mí ha sido muy interesante porque aunque yo he viajado y he tratado de conocer mi país lo más que puedo, tener la oportunidad de navegar el río Magdalena, desde donde es navegable que es Honda hasta Bocas de Ceniza, le da a uno una verdadera dimensión de la importancia de esta arteria fluvial; le hace ver a uno los problemas ambientales que tiene en vivo, cara a cara.
Es darse cuenta de que es un río que aún tiene mucha vida, que hay que cuidarlo y que no solo le da el sustento a todas las poblaciones ribereñas sino que de verdad es una vena vital del país; pero al mismo tiempo lo enfrenta a uno con ese escenario de tener que encontrarse el plástico por todas partes. Ver las cosas a la cara en vivo y en directo lo hace a uno pensar aún más, reflexionar aún más y desear aún más hacer algo.
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P: Cada vez hay más conciencia entre los consumidores sobre reducir y reciclar el plástico, pero al mismo tiempo el gremio de los plásticos rechaza la prohibición y acaba de demandar a Santa Marta que pretende ser la primera ciudad libre de plásticos en Colombia. ¿Qué opinas de esto?
R: Lo más triste de los problemas ambientales es que las personas que defienden el medio ambiente lo hacen desinteresadamente porque de verdad quieren cuidar este hogar llamado casa, mientras que quienes lo contaminan tienen intereses propios, intereses económicos de ellos y de sus grandes empresas y tienen una mentalidad demasiado obtusa, demasiado egoísta, no están dispuestos a sacrificar un solo peso por el bien general.
Esto es muy duro porque además estas empresas, en especial las de hidrocarburos y sus derivados, generan tanto dinero en el mundo que ellos pueden generar toda la publicidad para desorientar y desinformar a la gente, o tapar lo que está sucediendo. Es como si a estas personas les hubieran amputado algo de la conciencia, les importa solo el dinero y no el daño que están haciendo. Si el dios dinero va a seguir mandando en el mundo, entonces apague y vámonos porque el bien común no va a tener espacio y parte del bien común es que el planeta sea de todos.
P: ¿Algún hábito o comportamiento de tu vida cotidiana que hayas decidido cambiar para ayudar a proteger la vida marina?
R: Estoy en la tarea de no solo llevar el mensaje, sino de aplicarme a mí mismo la conciencia de que hay que disminuir lo más que se pueda el consumo de plástico. Es difícil porque a veces, por ejemplo, productos como gaseosas o bebidas energéticas que se consiguen en envases de vidrio, plástico o lata, uno sale de Bogotá y ya no consigue el vidrio o la lata sino solamente el plástico y no le dejan opción al consumidor.
Si usted pide un domicilio es prácticamente imposible que no le llegue en icopor, con pitillo y cubiertos plásticos aunque uno pida que no se los traigan; entonces a veces es un poco frustrante. Por lo menos ya ando con mi cantimplora todo el día, no gasto plata en una botella de agua ni a bala, tengo la bolsa reusable para el mercado, reciclo en mi casa y trato de mantener presente en mi cabeza que en la medida que pueda no debo consumir plástico de un solo uso.
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P: ¿Cómo no desfallecer ni perder el optimismo frente a la difícil tarea de salvar los océanos de la destrucción? ¿Has sufrido de ecoansiedad (impotencia o pánico frente al desafío de salvar el planeta) y cómo la controlas?
R: Cuando estaba en el volcán en Vanuatu, donde tuve la oportunidad de compartir con documentalistas muy serios e importantes y que han viajado muchísimo más que uno, yo les preguntaba si ya habíamos pasado el punto de no retorno. Y aunque las miradas no eran muy optimistas, lo que me decían todos era que lo primero que teníamos que tener presente es no perder la esperanza porque en el momento en que perdamos la esperanza se acabó, dejamos de tomar acciones y perdemos el impulso de actuar.
Es una cosa que he tratado de imponer: no perder la esperanza y tratar de mirar lo hermoso que todavía queda pensando en que a futuro se puede recuperar, que la especie humana no puede ser tan imbécil de empujarse a sí misma hacia el abismo y que en algún momento le vamos a dar un giro a este camino desmadrado por el que vamos. Y, bueno, sí me da a veces pánico ambiental, pero respiro y trato de ver el lado bueno de lo que todavía nos queda en el planeta.