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Los últimos glaciares: testigos y víctimas del cambio climático

Cristian Alarcón
Cristian Alarcón
La desaparición acelerada de los glaciares en Colombia representa una de las más evidentes consecuencias del cambio climático en el país. Su retroceso no solo transforma los paisajes de alta montaña, sino que también afecta profundamente a las comunidades que dependen de ellos.

En las cumbres más altas del mundo, donde el aire es delgado y el frío es perpetuo, los glaciares han resistido el paso del tiempo. Estas inmensas masas de hielo, formadas a lo largo de miles de años, no son solo paisajes congelados, son reservorios de agua dulce, reguladores del clima y testigos silenciosos de la transformación del planeta. Sin embargo, hoy más que nunca, estos gigantes están en peligro.

El cambio climático ha acelerado su retroceso a un ritmo sin precedentes, con consecuencias que trascienden lo ambiental. En muchas regiones, su desaparición significa escasez de agua, alteraciones en los ecosistemas y riesgos de desastres naturales. La comunidad científica ha encendido las alarmas: la pérdida de los glaciares es una prueba tangible de que el clima de la Tierra está cambiando y de que las acciones humanas han sido un factor determinante en este proceso, desde la industrialización.

Glaciares en el planeta

Los glaciares son enormes masas de hielo que se forman por la acumulación y compactación de nieve durante miles de años, en zonas elevadas, y en las regiones polares. Constituyen la mayor reserva de agua dulce del planeta y desempeñan un papel clave en el ciclo hidrológico, liberando agua gradualmente y asegurando la estabilidad de los ecosistemas. En muchas partes del mundo, las poblaciones humanas dependen del agua glaciar para el consumo, la agricultura y la generación de energía eléctrica.

Además de su función como reguladores hídricos, los glaciares son esenciales para la estabilidad climática. Al reflejar la radiación solar de vuelta al espacio, fenómeno conocido como albedo, contribuyen a mantener el equilibrio térmico del planeta y evitar un calentamiento desmedido. Su deshielo acelerado, sin embargo, altera este proceso, ya que, si hay menos glaciares, la reflexión solar disminuye, lo que incrementa la temperatura global. Además, se afecta la circulación oceánica y se contribuye al aumento del nivel del mar.

Consciente de la urgencia de proteger estas reservas de agua y mitigar sus impactos en la crisis climática, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el año 2025 como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares y estableció el 21 de marzo como el Día Mundial de los Glaciares. En el marco de esta iniciativa, el Día Mundial del Agua, celebrado el 22 de marzo, tuvo como tema central los glaciares, destacando su papel en la regulación del agua dulce y su vulnerabilidad ante el cambio climático, con el objetivo de sensibilizar sobre la importancia de la criosfera –la porción congelada de la Tierra– y los impactos del deshielo. Esta conmemoración sirvió como un llamado global para impulsar medidas de conservación y fortalecer la gestión del recurso hídrico, para asegurar su disponibilidad para las futuras generaciones.

Fotos: Daniel Castillo

Glaciares tropicales y ecuatoriales

A diferencia de los glaciares polares, que dominan Groenlandia y la Antártida, los glaciares tropicales se encuentran en zonas montañosas dentro de la franja intertropical. Estos glaciares, que representan una pequeña fracción de los glaciares de montaña del mundo, están principalmente en la cordillera de los Andes, en América del Sur, y en menor medida en Asia y África. Su existencia es particularmente vulnerable porque, a diferencia de otras regiones, en estas no hay estaciones definidas que favorezcan la acumulación de nieve.

Dentro de los glaciares tropicales, los glaciares ecuatoriales son aún más excepcionales. Estos se encuentran en su mayoría en los Andes de Colombia y Ecuador. En Colombia, los glaciares han perdido aproximadamente el 90 % de su superficie desde el siglo XIX. Solo quedan seis nevados y se prevé que en unas pocas décadas podrían desaparecer por completo. Este fenómeno no solo es una evidencia del calentamiento global, sino que también marca el inicio de una transformación en los ecosistemas de alta montaña.

Glaciares en Colombia

En el corazón de los Andes colombianos, los glaciares han sido testigos del paso de civilizaciones, de la transformación de los ecosistemas y de los cambios en el clima. Sin embargo, el país ha visto desaparecer varios de sus glaciares en las últimas décadas. El volcán Cumbal fue el último en extinguirse en 1985, y el nevado Santa Isabel será probablemente el primero en desvanecerse en este siglo.

El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) ha alertado sobre el rápido retroceso glaciar en el país, con pérdidas anuales de entre 3 y 5 % de su superficie. Ningún glaciar colombiano ha registrado un balance positivo de masa en los últimos años. En 2024, el glaciar Conejeras, en el nevado Santa Isabel, se extinguió definitivamente.

Para la Corporación Cumbres Blancas, esta desaparición no solo es un símbolo de crisis climática, sino también una oportunidad para movilizar a la sociedad. Los glaciares son termómetros del planeta, “son como enfermos terminales y al mismo tiempo como supehéores que ayudan a salvar otros ecosistemas”, afirma Yober Arias, director de la organización. Para Cumbres Blancas, la extinción de los glaciares no es solo una tragedia, sino un llamado de atención: es la prueba palpable de que el cambio climático es real y que debemos actuar para proteger otros ecosistemas estratégicos como los páramos y los bosques altoandinos.    

Fotos: Gustavo Acosta.

Futuro de los ecosistemas de alta montaña

Si bien la desaparición de los glaciares en Colombia es irreversible, su legado permanecerá en la transformación del paisaje. A medida que el hielo se retira, el ecosistema de páramo ascenderá en un proceso de paramización, dando lugar al súper páramo, un ecosistema que, aunque distinto al original, conservará la capacidad de almacenar y regular el agua. Sin embargo, la conservación de los páramos no está garantizada. La deforestación, el avance de la frontera agrícola y el cambio climático amenazan estos ecosistemas, lo que podría derivar en una crisis hídrica, como ya se está vislumbrando en ciudades como Bogotá.

La comunidad científica y ambientalista insiste en la necesidad de proteger estos espacios naturales y generar estrategias de adaptación al cambio climático. La glaciología participativa, impulsada en Colombia por el Ideam, involucra a las comunidades en la recolección de datos sobre la pérdida de hielo, permitiendo una mayor comprensión y conciencia sobre la crisis glaciar. A nivel global, las iniciativas como la cooperación científica y la gestión sostenible de los recursos hídricos se presentan como pasos clave para mitigar los efectos del deshielo.

En este esfuerzo, la organización Cumbres Blancas lidera diversas estrategias para la conservación de los ecosistemas de alta montaña. A través de las campañas “Adopta un frailejón” y “Adopta una planta nativa”, tanto personas como empresas pueden apoyar la reforestación con especies claves para la regulación hídrica. Por un único pago, los donantes reciben un certificado y seguimiento de la planta sembrada.

Fotos: Leonardo Centeno

Además, la organización fomenta la creación de viveros a nivel nacional, esenciales para la restauración de páramos y la preservación de frailejones, de los cuales más de 55 especies están en peligro de extinción. También han impulsado la dotación de brigadas comunitarias para la prevención y control de incendios forestales, fortaleciendo la Red de Vigías Nacionales. Paralelamente, trabajan en la iniciativa Bibliopáramos, que busca transformar los viveros en espacios educativos para las escuelas rurales, y han desarrollado el Frailejón Fest, un festival de arte, cultura y música que visibiliza la importancia de estos ecosistemas.

A pesar del panorama desalentador, hay espacio para la acción y la esperanza. “Pensemos en los glaciares como ecosistemas que están dando su vida para mostrarnos que debemos actuar ya”, enfatiza Yober Arias. Su desaparición no debe ser vista únicamente como una pérdida, sino como un recordatorio de la urgencia de conocer y honrar a estos ecosistemas, para aprender a proteger los que aún nos quedan.  

Más información sobre glaciares de Colombia: https://www.youtube.com/watch?v=jgAkupd0wps       

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