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Las vidas del Higuera

El capitán Hernando Higuera, formador de navegantes, pionero que abrió la ruta San Blas-Cartagena hace veinte años. Gracias a eso, miles de viajeros han cruzado hacia o desde Centroamérica a vela. Aquí un homenaje por su partida el pasado 24 de julio.

Por: CN (R) Jorge Prieto Diago.

El 24 de julio Cartagena amaneció nublada y con viento Sur. Chan, el hijo de Hernando Higuera envió la foto en tiempo real del amanecer y una silueta de su Papá, acompañado de un mensaje que caló profundo. “¡Así amanece la heroica Cartagena! Llorando tu zarpe. En todos los que tuvimos la suerte de ser tocados por tu felicidad, enseñanzas del mar y de la vida, ¡dejarás una huella y un vacío! ¡Él siempre nos dijo que a su zarpe hiciéramos una fiesta! ¡Yo ya miré al mar y me tomé un trago en tu nombre!”

Como siempre que nos deja un personaje excepcional todos recuerdan el momento, la anécdota o la época de su vida compartida con Nando.

Al aire, una emisora a manera de homenaje más que de noticia afirma que se fue un pedazo de la historia de una generación irrepetible, un pedacito de la historia de los setenta, pata de rumba… (1)

Pienso que parte de la historia que se va es de los ochenta, los noventa y de este nuevo milenio.

Los amigos de Higuera

Nando tenía amigos por todas partes, como él dijo:  lo más bueno es haber conocido tanta gente, tengo amigos en todo el mundo. (2) Y sí, tenía amigos entrañables, con los que contaba para salir de todas las situaciones que se pueden presentar cuando se está tanto tiempo en el mar, y también los de tierra, los del colegio lo admiraban, los indígenas Guna Yala lo respetaban y lo querían, los del combo de Blue Sailing, los piratas, los de la Armada, los alumnos que pasaron por su Escuela de Vela, los navegantes de la vieja guardia, los voluntarios que pasaron por sus veleros, los capitanes, los mochileros, los clientes, el que limpia el casco, sus exnovias, su ex esposa, sus hermanos, sus hijos; parece que la fórmula o el requisito para ser su amigo era ser feliz a su lado (3), y no estamos hablando de alguien sin carácter, hablamos del “capitán furibundo” como lo llaman en la caricatura que está colgada en un mamparo del Albatros. Para entender este fenómeno transcribo una descripción exacta: En el agua un capitán duro, riguroso, exigente. En tierra un ser alegre, cariñoso, jovial e inspirador. (4)

Pasión por la vela y por la enseñanza

La navegación a vela fue su vida, para él,  el mar era su todo, (5) desde sus inicios en sunfish, lightning y 420, épocas de regatas en el embalse de Tominé y regatas internacionales, luego  la fundación de Ecovela y sus épocas de profesor de vela ligera, es increíble ver la cantidad de alumnos que hay de su semillero, muchos de los navegantes se deben a su empeño en enseñar, pero como el mismo decía: Que la gente sepa lo que es vivir un barco, aprendan a vivir el barco. No de paseo. Es lo que trato de enseñar.  (6) y vaya si lo logró.

Vino su paso por tierra como gerente de una marina y la organización de las regatas de vela oceánica, en esa época se hizo al Mary Jo, en el que fue pionero del transporte de pasajeros entre Cartagena y las Islas de San Blas; nos preguntamos por el secreto del éxito, y este no es más, que de la mano del capitán, las personas aprendían a disfrutar la experiencia del mar, claro, las estrellas, la buena comida, la navegación a vela y la belleza paradisíaca del archipiélago.

Luego viene la evolución de los viajes en otros veleros, el Estela luna, y el Victory, del que se bajó hace dos o tres años y que dejó en manos de capitanes formados por él, como otros capitanes que siguieron sus pasos y ahora cubren la ruta de los mochileros en sus propios barcos, como André Leroy.

Nando sobrepasó los 500 trayectos, mal contadas, unas doscientas mil millas navegadas.

El Albatros fue su última morada, un Moody 42 perfecto para lo que él quería, allí vivió siempre acompañado de algún aprendiz temporal venido de cualquier lugar, pues era un voz a voz que si usted realmente quiere aprender a navegar en un velero, uno de los mejores del mundo es el capitán Higuera en Cartagena, Colombia. (7). Los voluntarios en un barco de Higuera venían a vivir a bordo  sin salario, a trabajar.  Usaban todas las cosas, estaban como en su casa, la comida era gratis, Tenían paga cuando el barco se rentaba, y aprendían. (8) July una voluntaria argentina que estuvo con él como marinera unos nueve meses entre idas y venidas, nos cuenta cómo eran los cursos: empezaban riéndose, primero les explicaba cómo tenían que acomodarse para sobrevivir los cinco días, le fascinaba el pizarrón y el marcador, allí dibujaba sus barquitos, el viento. Desde la salida los dejaba que llevaran el barco, y llegaba la parte dura, se enojaba cuando no hacían lo que debían hacer; “cuando estoy enseñando no soy tu amigo, decía, enseño a los gritos, no es nada personal, es para que aprendan”. Era común escucharlo muy alterado: “marica, haga lo que le estoy diciendo”. después terminaban felices, al final lo amaban, y se bajaban queriéndolo, le mandaban regalos, regresaban con sus familias a alquilar el barco. (9 ).

Pero esta descripción puede ser injusta si escuchamos la de su hija Camila: Lo más maravilloso, y fue cuando pensé quiero navegar, fue cuando vi el viento en el agua, en una pita, en la vela, en la mano, en el humo, en una bandera, en un árbol, me decía, tírese al agua y sienta este mar sin viento, o vamos a mirar la tormenta, que está pasando, como se mueve el viento, como entra y cambia las olas, como funcionan las fuerzas del mar, quería que uno aprendiera a ver el mar, la ola, la corriente, sus colores, y yo estaba sin miedo porque él sabía lo que iba a pasar, con confianza porque el sabía lo que estaba haciendo, aprendí a navegar observando a mi alrededor. (10)

La familia

No es fácil tener una vida como la de Nando y tener una familia, pero allí estuvo siempre; Clara su ex esposa hizo parte de sus primeras experiencias en la vela, lo acompañó a Europa y Suramérica a competir en clase 420, y también en la fundación de Ecovela. Su hijo Sebastián heredó la esencia de la navegación a vela, también la pasión por los barcos con una visión diferente, la de las regatas, la competencia, el barco perfecto y mantenido para ganar regatas.

Su hija Camila heredó pasiones, por el mar, la vela, la navegación de crucero; formada por Nando, fue capitana y también viajaba en la ruta a San Blas, viajaban juntos cada uno en un velero: cuando dejó los viajes a San Blas siguió viviendo experiencias en el océano Pacífico.

María fue su compañera durante ocho años, con ella montó la Tasca de María, el bar de la calle larga con ambiente a velero. María navegó con él como su marinero de cubierta que sabe de máquinas, de aprovisionamiento, de administración y de cocina exquisita durante unos 240 trayectos.

Nando, el pata de rumba

Nando se gozó la vida, de eso no cabe la menor duda, y Waty Porto complementa la idea diciendo que seguirá gozando donde esté.  Era un hombre feliz, y la preocupación hace una semana era que pusiera a bailar a las enfermeras en el hospital, donde estaba internado por neumonía, y no era para menos, con la alegría que irradiaba, muchas mujeres disfrutaban estar cerca de él, cosa que no le molestaba en absoluto, le fascinaba estar bien acompañado y por eso la mayor parte de los voluntarios eran mujeres porque tenía la teoría de que no es lo mismo pelear con una tipa que la puedes callar a besos que con un tipo al que le quieres pegar con algo, las voluntarias iban con él a donde lo invitaran, a las marineras les decía las marinebrias, y ellas le decían el Capi Chulo (11).

Las tertulias abordo eran fabulosas, excelente conversador, muy bueno para escuchar, pero al final, él siempre tenía un cuento, tantos que decidió empezar a escribirlos a medida que los iba recordando, iban unos 400 escritos en la Tablet, dicen July y Steve.

A bordo del Albatros, el que llegaba era recibido con una cerveza helada, las neveras siempre estaban cargadas, a la comida había vino, en las noches de fondeo el preferido era el ron, y al atraque el capitán siempre se tomaba un whisky, esta era la norma que incluso de capitán sustituto debí cumplir al pie de la letra. Su música, aún están los CD abordo: jazz, ópera, chill out, clásica, Tracy Chapman, reggae, música ochentera, era la que tocaba escuchar abordo. La comida era muy importante, tenía gusto de sibarita, no comía si no que degustaba, y le encantaban las personas que disfrutaban la comida.

En puerto, al atardecer, se podía buscar a Nando en la terraza del muelle del club náutico, siempre bien acompañado tomándose una cerveza; más tarde ya de noche podía encontrarse con Norman Bennet a bordo del Pawnee, en conversaciones donde no se echaban cuentos, sino que se hablaba de cabos, tormentas, anclas, jarcia, velas y todo lo técnico que unía a los dos personajes.

Definitivamente en San Blas era donde mejor se sentía, al ancla, en la playa o en el agua. Y allí, también con su energía, logró transmitir ese asombrarse con lo que el mar ofrecía, el plancton, la noche y las estrellas eran parte de la clase.

Para su cumpleaños número setenta organizó una gran fiesta que se consumó a bordo del Moana y que terminó invadiendo el muelle, para muchos la última gran rumba de 2020, pues fue justo una semana antes de los decretos de toque de queda y las cuarentenas.

Y se fue Hernando, ¿dónde está?

Me he permitido transcribir algunas opiniones:

Clara Caldas: Buen viaje Herny Boy, las velas van portando… los cometas te están guiando, el cosmos es tuyo hoy y para siempre. Gian Luiggi le desea que pueda navegar feliz en el gran Océano de la libertad eterna. El capitán veneno dice: no murió, izó sus velas y zarpó con su única posesión, las velas. Esta vez zarpó hacia ese mar infinito que tanto amó. El actual comandante del ARC Gloria, que fue su alumno, asegura que estará donde la gente buena recala, al lado de Dios.

¿Qué nos queda de Hernando?

El escenario en que vivió era el mar, el medio para vivirlo, un velero. Para allá salió siempre sin amarras que lo mantuvieran atracado al puerto. En tierra, era el personaje fabuloso que no le presta atención a las cargas materiales, el del mar, era el que sabe lo que sucede cuando algo sale mal, pues las vivencias del mar son duras y sus máximas safety first y never doubt lo tuvieron a salvo durante los cincuenta años que duró navegando.

Esta descripción puede ser la de muchos navegantes, pero la esencia de Hernando está en que supo transmitirlo a muchas personas y los llevó de la mano a descubrir por, sí mismos, lo maravilloso de navegar a vela; le dio el timón a cientos de personas, les dio la oportunidad y les cambió el camino cuando descubrieron la experiencia oceánica.

Se fue de repente, fue como un zarpe de emergencia, no tenía nada pendiente para saciar su espíritu de mar y por eso, le quedó fácil también soltar las amarras que lo tenían atracado al muelle de la vida.

Todos llevamos una parte de Higuera en nosotros, y a todo el que pasó por su vida lo dejó tocado de alguna manera; lección de vida nos deja su vida, para que la miremos desde la arista en que cada uno estuvo.

Citas:

1. Clara Caldas, publicado en el programa W Radio del 24 de julio de 2020.

2.,5., 6. Hernando Higuera, entrevista en video de turismo creativo.

3. María Prada, entrevista 24 de julio de 2020.

4. Juan José Jaramillo, mensaje público a Sebastián Higuera. 24 de julio de 2020. 

7. Sergio Pardo, entrevista con aprendiz en 2019

8. Steve Cardona. Entrevista 26 de julio de 2020.

9. y 11. July Planistit, 26 de julio de 2020.

10. Camila Higuera, entrevista 27 de julio de 2020.

Epílogo. Para armar esta historia tuve la oportunidad de escuchar en conversaciones a sus hijos Camila y Sebastián Higuera, a su amiga María Prada, a Steve Cardona y a su última marinera July Planistit; así mismo puede leer las expresiones en las redes sociales.

Este artículo ha sido editado varias veces porque las anécdotas y todo lo que se quiere decir de Hernando alcanza para escribir un libro. Yo pensé que lo conocía bastante y me doy cuenta de que no lo conocía todo, nadie lo conocía todo. Es un rompecabezas que toca ir armando de historia en historia.

 

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