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Hoy solo vive el 23,5% de los corales de las islas del Rosario

es un espectáculo en grave riesgo de desaparecer si no se hace nada por mejorar la salud de los océanos, tan afectados por las actividades humanas.
Desove de estrella de mar rubí en las islas del Rosario. Cortesía: Diving Planet
 
La explosión de vida del desove de coral que cada año convoca a científicos y buzos en las islas del Rosario -exactamente hacia las 9:20 p.m. del sexto día después de la luna llena de septiembre-, es un espectáculo en grave riesgo de desaparecer si no se hace nada por mejorar la salud de los océanos, tan afectados por las actividades humanas.
 
Justamente el pasado 6 de septiembre, un grupo de 16 personas fue testigo excepcional de este fenómeno sorprendente que brinda la naturaleza solamente una vez al año. En Isla Fiesta, una de las 30 islas de este archipiélago del Caribe colombiano, fue la cita. La jornada para estos buzos y científicos comenzó con un buceo de ambientación diurno, donde se logró la captura de ocho ejemplares del invasor pez león, tarea reservada solamente para los expertos en el manejo del arpón.
 
Minutos antes del desove, el grupo realizó un buceo de ambientación nocturno en el que pudieron observar el desove de ofiuros (estrellas de mar) y la impresionante migración vertical de plancton bioluminiscente: organismos luminosos que aprovechan la oscuridad de las aguas para subir hasta la superficie en busca de alimento.
 
Cuando se aproximó la hora del desove de coral, los buzos se ubicaron al lado de una colonia grande de coral estrella (Montastraea annularis) y flotaron a la espera del momento más esperado: cuando los gametos se asoman por el pólipo y de repente son liberados miles y miles de ellos, como si se tratara de una lluvia de estrellas.
 
Ser testigo de este semejante acto que rompe con la quietud de los arrecifes es una experiencia indescriptible, según los comentarios de quienes tienen la fortuna de apreciarlo. No obstante, la alegría y el asombro que produce contrasta con el terrible presagio de que todo este espectáculo podría no volver a ocurrir.
 
Se están muriendo los corales
 
Recientes investigaciones han demostrado una significativa disminución de la cobertura de coral vivo y, al mismo tiempo, un incremento significativo de la cobertura de algas en estas zonas arrecifales. La noticia más desalentadora es que los arrecifes de las islas del Rosario han disminuido durante las últimas décadas cerca de las dos terceras partes, y en la actualidad tan solo queda un 23,5% de coral vivo.
 
Especies como el coral cuerno de alce (Acropora palmata) y el coral cuerno de ciervo (A. cervicornis) disminuyeron su cobertura en más de un 99%, lo que se atribuye al blanqueamiento coralino producto del aumento de la temperatura superficial del mar y a la aparición de enfermedades.
 
Igualmente, corales masivos, grandes y que le dan tridimensionalidad a los arrecifes como el coral cerebro acanalado (Diploria labyrinthiformis), coral cerebro simétrico (D. strigosa) y coral estrella (Montastraea annularis) también han disminuido su cobertura.
 
Simultáneamente el coral poroso (Porites astreoides) y coral lechuga (Agaricia sp) han incrementado su cobertura, a tal punto que hoy en día se habla de un cambio de estado en los arrecifes coralinos del Archipiélago.
 
Por otro lado, el grupo de algas también ha presentado cambios importantes tanto en su cobertura como en su composición. Desde 1989 las algas cespitosas “tipo tapete que atrapa sedimentos” pasaron de una  cobertura inferior al 5% a representar más del 50%, señalan los estudios.
 
Lo que perdemos
 
Los arrecifes de coral son ecosistemas valiosos que albergan una inmensa biodiversidad y prestan bienes y servicios de los que dependen millones de personas. Si se siguen perdiendo los corales de las islas del Rosario, no habrá pescado para alimentar a las comunidades costeras ni para sostener la economía de la región. Tampoco habrá un ecosistema que amortigüe el impacto de las olas y proteja las costas, y no habrá turistas para que disfruten de estos atractivos naturales.
 
El aumento de la temperatura del agua, sumado a la propagación de enfermedades que afectan a los corales y la presencia de sedimentos contaminantes en las aguas costeras son las causas de que hoy solo quede vivo el 23,5% de los corales del Archipiélago.
 
“Todo lo anterior demuestra el estado crítico de los arrecifes de coral y permite suponer que si el panorama ambiental regulado por la acción del hombre continúa igual o empeora, las coberturas coralinas continuarán disminuyendo. Los cambios en la estructura y composición de las zonas arrecifales seguirán evidenciándose hasta generarse un posible colapso de las mismas. De este modo, las bondades y servicios que ofrecen estos ecosistemas al hombre se verán reducidos hasta su máxima expresión”, señalan los investigadores Alejandro Henao y Elvira Alvarado.
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