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Fundación Coriácea, compromiso y fascinación por las tortugas

Las tortugas marinas son animales carismáticos que producen una conexión instantánea con la mayoría de las personas. Precisamente esta conexión fue el origen de una organización colombiana dedicada a conocer y conservar estos grandes vertebrados marinos.

Sebastián Suaza Palacio, historiador y especialista en Edición de Publicaciones, secretario de la Junta Directiva, Fundación Coriácea

En Medellín existe una organización no gubernamental sin ánimo de lucro inspirada en la tortuga caná o laúd (Dermochelys coriacea), que es la tortuga marina más grande del mundo y anida en Colombia, principalmente en las playas del Golfo de Urabá-Darién. Esta organización es la Fundación Coriácea y esta es su historia.

Chibiquí: la fecundación

Amalia María Cano-Castaño, la directora general de la Fundación Coriácea, suele contar que esta historia arranca en la Semana Santa de 2001, durante un inolvidable y revelador viaje que hizo junto con otras compañeras cuando estudiaban Biología en la Universidad de Antioquia. El grupo de jóvenes viajó a La Playona -una inmensa playa ubicada en Acandí (Chocó)- para apoyar, en calidad de voluntarias, las IX Jornadas de Protección de la Tortuga Caná, una actividad de conservación basada en la comunidad creada en 1993 por la Fundación Darién, que se realizó de manera más o menos continua durante casi dos décadas y en la cual participaron diferentes actores año a año.

Esa experiencia de voluntariado con la tortuga caná fue algo así como el “cortejo” que las motivó a aprender más y así conformaron “Chibiquí, Grupo de Estudio para la Conservación de las Tortugas Marinas”, que estuvo vigente hasta el año 2004.

 

Grupo Coriácea: la anidación

En 2005, Amalia quiso reactivar el grupo y, luego de pegar anuncios por todo el Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia invitando a los estudiantes interesados en las tortugas marinas, logró reunir varios compañeros y juntos conformaron a “Coriácea, Grupo de Investigación para la Conservación de las Tortugas Marinas”. Semanalmente se reunían en diferentes espacios de la Universidad para leer libros y artículos científicos sobre estos reptiles del mar. También retomaron el contacto con los lugareños de La Playona y en 2007 regresaron a la playa y apoyaron las XV Jornadas de Protección de la Tortuga Caná, a través de la coordinación de un programa de voluntariado en el cual participaron varias personas de diferentes partes de Colombia.

Mientras unos estaban en la playa, otros estaban en Medellín estudiando y buscando financiación. Así fue como el Grupo Coriácea obtuvo una beca de la Fundación Rufford, cuyos recursos destinaron a las XVI Jornadas de Protección de la Tortuga Caná que se realizaron en 2008, de manera coordinada con el Grupo de Investigadores Locales de Acandí (GILA).

El trabajo colectivo con Alfonso Gutiérrez, David Naranjo, Feliciano Chaverra, Berley Tarrá y muchos otros investigadores locales fue el ambiente propicio de incubación del sueño de estos jóvenes empeñados en conservar las tortugas marinas. 

 

Fundación Coriácea: la eclosión

El auge que se estaba alcanzando impulsó la creación formal de la Fundación Coriácea a mediados de 2008. De hecho, esto ocurrió gracias al programa Expedición Caná, una iniciativa de educación ambiental realizada con los niños de Caleta, un poblado cercano a La Playona. Para esta actividad contaron con donaciones de personas y entidades, una de ellas fue la Fundación Éxito, la cual requería que el beneficiario tuviera personería jurídica. Así fue como cinco estudiantes de Biología y una recién graduada tomaron la decisión de crear una entidad sin ánimo de lucro con personería jurídica, bajo una consigna de cooperación, solidaridad y compromiso con la biodiversidad colombiana.

La experiencia del trabajo con la comunidad en La Playona está sistematizada y publicada como un capítulo del libro Conservación de tortugas marinas en Colombia, editado por Lilian Barreto en 2013, el cual puede ser solicitado a la Fundación Coriácea vía correo electrónico.

Actualmente, La Playona pertenece al Santuario de Fauna y Flora Acandí, Playón y Playona, un área protegida declarada en 2013. El monitoreo de tortugas marinas anidantes es coordinado entre Parques Nacionales Naturales y el Consejo Comunitario de Comunidades Negras de la Cuenca del Río Tolo y Zona Costera Sur (Cocomasur).

 

Consolidación: la emergencia

En 2017, la Fundación creó, de manera oficial, el Grupo de Investigación en Tortugas Marinas y Continentales, un espacio importante que afianza la vocación investigativa de la entidad y la conecta con la academia.

Con amor y compromiso, la Fundación va emergiendo a la superficie de su nido, a través de proyectos y actividades que buscan contribuir al conocimiento y conservación de las tortugas en Colombia. Así pues, entre los años 2018 y 2021, ha realizado labores como: dirección de trabajos de grado sobre la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) en Coquí (Nuquí, Chocó); asesoría al Semillero Piencias de la Universidad de Antioquia en un proyecto de educación ambiental para la conservación de las tortugas marinas; valoración del método de monitoreo de tortugas marinas en El Playón (Acandí, Chocó); difusión de resultados en eventos académicos; creación del Club de Revista, en el cual se discuten artículos científicos que dan cuenta de investigaciones realizadas sobre tortugas marinas y continentales; participación en programas radiales y  eventos virtuales de divulgación de la ciencia; entre otras actividades.

Este año 2021 ha sido muy importante para la Fundación, pues tuvo la oportunidad de conocer a la Asociación de Conservación Ambiental y Ecoturismo (Acaetur), una organización local que protege las tortugas marinas que anidan en la playa Bobalito (Necoclí, Antioquia). Con esta, y otras organizaciones como Jaibazul y el Grupo de Investigación en Sistemas Costeros (Gisisco), se conformó la Red de Aliados de la Sociedad Civil para la Conservación de Playa Bobalito, un colectivo que está trabajando desde diferentes frentes por la conservación de esta playa y su riqueza natural.

 

Actualmente, la Fundación Coriácea está conformada por nueve integrantes pertenecientes a diferentes disciplinas: cuatro biólogas, Adriana Cifuentes Carvajal, Alejandra Cadavid Perdomo, Amalia María Cano-Castaño y Maribel Restrepo Escobar; una veterinaria, María del Mar Mejía Cano; una bacterióloga, July Andrea Múnera Castaño; un licenciado en Química, Carlos Andrés Puentes Acosta; un historiador, Sebastián Suaza Palacio; y una contadora, Liliam Ruth Castaño Ramírez. Todos tienen algo en común: la convicción de que es posible contribuir a la construcción de país a través del conocimiento y la conservación de esta Colombia Megadiversa.

 

Este fue un brochazo del recorrido que hasta ahora ha realizado la Fundación Coriácea, cuyo cálido nido está abierto para quienes deseen participar y aprender sobre las tortugas marinas y continentales que habitan o que llegan a Colombia, y sobre los ecosistemas que utilizan.

 

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