Por: Damián S. Pardo, Asesor de Coordinación, Programa Expedición Científica Pacífico
En la costa occidental de Colombia, los vientos marinos acarrean los vapores de la inquietante inmensidad azul, cargando los aires con el principio de la vida que se vierte sobre el escenario. Bajo la armonía de la danza lunar, las apacibles aguas establecen una melodía que resuena con los tonos cálidos del alba y el ocaso. El ritmo de la marea demarca los ciclos en cuyas texturas se desdibujan las extensas playas y se acentúan las intrincadas raíces del manglar. Durante su efímera visita, gigantes marinos golpean con su cola al infinito, celebrando la llegada de una nueva generación que promete regresar a su cuna, tras el retorno al continente blanco. Sus cantos febriles retumban en las profundidades cada año, trayendo entre sus notas los pulsos que resguardan los secretos del tempo. Esta sucinta sinfonía, manifiesta en su esencia la riqueza natural y cultural de un magno territorio: el Pacífico colombiano. Una región que aclama entre las páginas de su historia, la puesta en marcha de un capítulo que resuelva el olvido y construya una conciencia edificada desde sus raíces.
En el 2018, la Comisión Colombiana del Océano alineó en su horizonte la margen noroccidental del continente suramericano y marcó el curso en el cual navegaría por los próximos años, con el programa Expedición Científica Pacífico. Esta plataforma se impulsa a través del encuentro misional de diversas entidades gubernamentales, garantizando que el país cuente con la bases científicas y técnicas que develen el territorio. La Secretaría Ejecutiva de la Comisión Colombiana del Océano, la Armada Nacional, la Dirección General Marítima, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, junto con las autoridades regionales, se articulan como aliados estratégicos en un esfuerzo mancomunado por fortalecer la generación de conocimiento para potencializar el desarrollo sostenible, la apropiación del territorio y el adecuado manejo de los recursos marinos y costeros, de la macro cuenca del Pacífico.
Las aguas que nacen en los cerros de la cordillera Andina, a 3.500 metros sobre el nivel del mar, surcan los caminos del Río Mira hasta fundirse en el entramado estuarino de Cabo Manglares, en el extremo suroccidental de la nación. La presencia de ecosistemas estratégicos, hogar de diversas especies clave y sombrilla, designaron como primer destino a esta localidad. 32 investigadores se embarcaron en el patrullero oceánico ARC 7 de Agosto, con el objetivo de llevar a cabo once proyectos de investigación.
Esta campaña científica reveló desde diversas perspectivas un paisaje inundado de diversidad, en cuyas aguas los majestuosos Tiburones Tigre visitan el territorio de los Tiburones Ángel y los Peces Sierra, depredadores voraces que asechan a sus víctimas, quienes encuentran en las raíces del manglar un resguardo. Esta guardería marina se erige hacia los aires en un solemne bosque de manglar, en donde los cantos boreales de la Reinita Dorada encuentran una percha, junto a otras 118 especies de aves, incluyendo al Correlimos de Bairds que recorre las playas del Pacífico tras una extensa migración desde las costas de Siberia y Groenlandia. Durante 15 días de expedición, la ciencia estrechó sus manos con el conocimiento local, construyendo un espacio de confluencia entre dos realidades entrelazas al compás de la biodiversidad.
La expedición científica a Cabo Manglares estableció los pilares de un camino que ahora se enfila hacia las Bocas de Sanquianga, en un nuevo esfuerzo institucional que llevará acabo ocho proyectos de investigación, a bordo del Buque Oceanográfico ARC Malpelo. El bosque de manglar y su riqueza íctica, la herpetofauna asociada y las gigantes jorobas, serán el eje de desarrollo de la Expedición Científica Pacífico 2020, Bocas de Sanquianga, en la cual 24 investigadores aunarán esfuerzos por vislumbrar el esplendor oculto tras los secretos que ha prodigado la naturaleza.
De esta forma, la región del Pacífico es el núcleo de un nuevo capítulo en la historia nacional, en el cual la biodiversidad y su estrecha relación con las comunidades locales, acallarán un pasado violento y gestarán una conciencia que garantice la protección del patrimonio natural y cultural de Colombia.
Exposición Pacífico 2018
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El majestuoso mangle alberga en su fango a la piangua (Andara tuberculosa), molusco extraído para el consumo y la economía local en Cabo Manglares. «Conchar» o extraer las conchas del barro cuando la marea está baja es una labor admirable, difícil y dispendiosa.
Foto de Juan Franco – Altano Project.
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En casa de Mario Prado y María Garmenia Portocarrero, una caja rústica de preciso accionar para atrapar cangrejos.
Foto de León Felipe Jiménez – Altano Project.
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En Bajo Cumilinche la marea baja y deja al descubierto más de 200 metros de playa. Toda actividad pesquera depende de los ritmos cíclicos de la marea, especialmente marcados en la costa Pacífica.
Foto de León Felipe Jiménez – Altano Project.
«El chato» como lo llaman los habitantes locales, es una de las 286 especies de crustáceos decápodos (cangrejos) que han sido encontradas en la costa continental del pacífico colombiano.
Foto de Juan Franco – Altano Project.
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Sube la marea y entre los palafitos se crean espacios acuáticos para el juego. Cualquier elemento flotante es un tesoro.
Foto de León Felipe Jiménez – Altano Project.
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La primera expedición Científica se realizó a bordo del buque ARC 7 de Agosto, plataforma científica que sirvió para albergar a 105 personas y realizar un periplo de 547 millas náuticas, equivalente a realizar un recorrido en carro desde Bogotá hasta Cartagena.
Foto de Carlos Parra Fotógrafo Expedición Pacífico 2018.
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Se conoce que la pesca es la actividad principal en las poblaciones que rodean al Pacífico colombiano. Algunas de las especies que son explotadas por la pesca se encuentran en estado de amenaza, por eso se busca dejar un manejo sostenible para ellas.
Foto de Carlos Parra Fotógrafo Expedición Pacífico 2018.
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Una de las regiones históricamente más afectadas por el conflicto colombiano es hoy zona de interés para 20 instituciones nacionales que buscan generar conocimiento a través de la primera expedición científica al Pacífico realizada en Cabo Manglares, Nariño.
Foto de Carlos Parra Fotógrafo Expedición Pacífico 2018.
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Pero la riqueza de este lugar se reflejó en el registro de 22 especies de reptiles calificados con alto valor de conservación; 110 especies de aves, cifra que duplica los registros ya conocidos en la zona; y cerca de 8 especies de anfibios.
Foto de Carlos Parra Fotógrafo Expedición Pacífico 2018.
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La Primera Expedición Científica Pacífico 2018, Cabo Manglares, Nariño contó con la participación de 104 personas a bordo del Buque ARC 7 de Agosto, se recorrieron 547 millas en 10 días de expedición, cifras que se complementan con los 13 proyectos ejecutados en las 6 áreas de muestreo destinadas para esta travesía científica.
Foto de Santiago Hidalgo Comunicaciones Estratégicas, CCO.