Con el propósito de brindar información relevante que sirva para la toma de decisiones, la Agenda del Mar vuelve a circular en compañía del libro Hacia dónde van nuestros océanos, que, a partir de este año con el tema Arrastrando la montaña hacia el mar, será un coleccionable sobre diferentes asuntos marinos y ambientales estratégicos para Colombia.
En esta segunda edición del libro abordamos la transferencia de los impactos ambientales desde las cuencas hidrográficas de Colombia hacia las zonas litorales y ecosistemas marinos. Temas como erosión, deforestación, sedimentos y contaminación son explorados por científicos de primer nivel.
El editor científico del libro es el profesor e investigador de la Universidad Eafit Juan Darío Restrepo, quien ha liderado el más completo estudio sobre los impactos que ocasionan los sedimentos provenientes de las cuencas hidrográficas de la región andina que, a través del río Magdalena y el canal del dique, llegan a la bahía de Cartagena.
Se trata del estudio Basic, realizado entre 2014 y 2017 con ciencia de alto nivel y estándares internacionales, que revela el estado real de contaminación de la bahía de Cartagena. Solamente las altas concentraciones de mercurio, plomo y otros metales pesados que se han hallado en el pescado y que resultan perjudiciales para la salud humana, deberían prender las alarmas de las autoridades y de todos los colombianos.
Debemos actuar rápido
Estamos convencidos de que pequeñas acciones generan un cambio global y que este libro es una valiosa herramienta para la sensibilización y responsabilidad ambiental de los pobladores, actores y tomadores de decisiones en las diferentes regiones por donde pasan los ríos arrastrando la montaña hacia el mar.
Colombia, país de dos mares, el segundo más biodiverso del planeta y en el top 10 de los más ricos en agua dulce. No obstante, esa riqueza en recursos naturales pareciera escurrirse de las manos debido a las malas prácticas ambientales en todo el territorio, que van desde una preocupante tasa de deforestación en las montañas hasta unos alarmantes niveles de contaminación en los cuerpos de agua, como el río Magdalena y la bahía de Cartagena.
Agua, aire, bosques, biodiversidad y, en general, todos los activos ambientales del país están seriamente comprometidos para las futuras generaciones. Si no hacemos nada ahora, en los próximos diez o veinte años estaremos lamentando lo poco que nos queda.
La actual encrucijada ambiental exige cambios serios en nuestra forma de relacionarnos con el entorno. Se necesitan ciudadanos bien informados y sensibilizados frente a estos problemas, a un sector privado cada vez más comprometido como ya lo viene haciendo los últimos años y, sobre todo, al conjunto de la sociedad ejerciendo presión a los tomadores de decisiones en el sector público para que adopten planes serios a largo plazo y tomen acciones reales para el uso sostenible y la conservación de los activos ambientales.