En el 2008 la vida del mexicano Leo Morales dio un giro inesperado. El dolor que sentía en la parte baja de la espalda, que inicialmente los médicos atribuían al nervio ciático, resultó ser un tumor cancerígeno muy avanzado. Si quería seguir viviendo, no quedaba más remedio que amputar una de sus piernas.
Después de la cirugía, la depresión se apoderó de él durante dos años hasta que un amigo suyo, William Lotz, le recomendó probar con el buceo como terapia de rehabilitación.
Desde la primera vez que entré al agua el buceo cambió mi vida. Me sacó de una depresión tremenda, me ayudó a sobreponerme emocionalmente y me convertí en un adicto al buceo y a las actividades acuáticas. Entonces empecé a avanzar en los cursos de submarinismo sin otra razón que la de superarme a mí mismo, probarme y saber que era posible seguir alcanzando.
Después de graduarse como buzo PADI en el 2010 y constatar que esta actividad le había cambiado la vida, se enfocó en profesionalizarse para ayudar a más personas en la misma situación. Es así como tres años después, y con la ayuda de la Asociación de Buceo para Discapacitados (HSA), se convirtió en instructor de buceo para personas con discapacidad.
Los desafíos para Leo no pararon ahí. También se convirtió en buzo técnico e instructor de Tech Rec y batió dos récords mundiales: en 2012 se convirtió en la persona con discapacidad que ha buceado a mayor profundidad (410 pies/125 metros) y en 2013 batió el récord de buceo de distancia al bucear nueve millas (15.600 metros) durante ocho horas y 16 minutos.
Buceo inclusivo o adaptado
Gracias al apoyo de empresas como PADI y Cressi, Leo viaja por el mundo para ofrecer charlas y conferencias sobre el buceo inclusivo o adaptado. Hace días estuvo en Medellín invitado por el III Encuentro Nacional de buceo organizado por Mar Antiguo, Cressi y PADI, donde explicó que en el buceo inclusivo se flexibilizan y adaptan las técnicas de buceo convencional a las personas discapacitadas para que puedan ser autónomos bajo el agua. Así, por ejemplo, una persona sin piernas se puede propulsar con las manos. El 90 por ciento de las personas con discapacidad puede hacer un curso de buceo, asegura. Y esto se logra adaptando aspectos como la flotabilidad, modificando las mangueras o llevando el lastre en otra parte del cuerpo.
El buceo inclusivo le brinda a personas como Leo la oportunidad de sentirse libre de su silla de ruedas. El buceo es empoderamiento, con el buceo no se sienten limitaciones y más que una terapia física, es una terapia psicológica, repite en sus charlas.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada siete personas en el mundo, es decir, mil millones de personas padecen algún tipo de discapacidad, lo que se convierte en una oportunidad de negocio para el buceo inclusivo. En Colombia ya existen centros de buceo dedicados a esta actividad, como es el caso de Diving Planet, con sede en Cartagena, con experiencias exitosas con niños y soldados víctimas del conflicto armado.
Así mismo, son cada vez más los instructores de buceo que se especializan en este campo. Sandra Lopera, de Dive Dreams en Medellín, se acaba de certificar. Lo más importante de esta experiencia es entender que las personas discapacitadas no son diferentes, son iguales que nosotros pero con una condición que les cuesta adaptarse al mundo. El buceo les brinda otra oportunidad donde se liberan de las muletas y las sillas de ruedas.
Conozca en este video cómo el océano le cambió la vida a Leo Morales: