Por: Alejandro Botero Mazo, psicólogo e instructor de natación, y Diana Marcela Salcedo Zambrano, instructora de natación
Todas las culturas a lo largo de la historia de la humanidad han considerado el agua como divinidad creadora y engendradora de vida, sabiduría, economía, construcción, comunicación y diversión.
El preciado líquido nos atrae y cada vez que necesitamos descansar buscamos un referente de agua para acercarnos y disfrutar de esa sensación de estar mojado o sumergido.
Si nos detenemos en las sensaciones que genera el agua en cada uno de nosotros, la estimulación acuática en los bebés debe tener la intención de dejar improntas de conciencia e inconsciencia que dan lugar a futuras maneras de disfrutar del agua, de ahí el retorno a su estado natural.
Si las sensaciones se amplían al nadar, es desde la temprana edad que se debe iniciar el acercamiento al agua. Cabe destacar que no es el profesor de natación quien lo debe hacer, es el papá o la mamá los que deben aproximar al bebé. La ducha o la bañera
son propicios para desempeñar esta labor y esto generará confianza hacia la persona que lo hace.
En el agua, los bebés establecen con sus padres un vínculo diferente al que se puede desarrollar en tierra. El agua brinda significados desde esta interacción que se establece entre el bebé y el adulto, y esto no puede considerarse como una actividad acuática regular.
El agua provee la estimulación motriz, les da a los padres y a los niños la posibilidad del contacto y desarrollo basado en la alegría del movimiento y el tacto. Para los bebés, es muy importante en los primeros meses, dejar que el agua caiga en la cabeza y pase por la cara, teniendo en cuenta que debe caer desde la corona de la cabeza.
Una vez se desee iniciar la estimulación acuática en el bebé, son importantes los siguientes aspectos para esta nueva experiencia:
- Los bebés no presentan temores al agua, son los padres quienes muestran la gran mayoría de sensaciones. En este tipo de comunicación también se pueden transmitir temores.
- El bebé se debe sujetar tomándolo por debajo de los brazos a la altura de las axilas, manteniendo el contacto visual a la misma altura. Esto permite una multiplicidad de movimientos como: balanceos, giros, rotaciones, desplazamientos o simplemente que el bebé pueda moverse.
- No realice inmersiones si no conoce la técnica para hacerlo. Si el bebé inhala o toma repetidamente agua, puede generarle incomodidad para volverlo a realizar.
- Llevar el bebé al agua amplía el campo de estimulación motriz y proporciona conductas de seguridad.
- Proporcionarle experiencias agradables garantizará una futura disposición al medio o a los deportes acuáticos.
- Para los bebés que presentan necesidades especiales, la natación es de gran apoyo para la estimulación y desarrollo del sistema vestibular (equilibrio y control espacial) y propioceptivo (percepción de movimientos en articulaciones y en el cuerpo).
- Antes de ingresar a la piscina, observe las condiciones de ésta, sumerja su cabeza y abra los ojos. Muchas veces sumergimos los niños y no sabemos cómo están los niveles de la piscina (cloro y PH, parámetros básicos para evitar infecciones o irritaciones).
- La edad promedio para iniciar en una piscina es entre los tres y cuatro meses.
- El agua debe estar aproximadamente a 32º centígrados, esto facilita la comodidad y el tiempo de duración. Las actividades con los bebés no se rigen por el tiempo, sino por la finalidad en sí misma.
- Los tiempos en la piscina no deben ser muy extensos. Mientras más tiempo esté apartado el bebé del agua, probablemente demore más su adaptación al medio.
¡Papás y mamás patos al agua!
