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Algo totalmente fortuito

Natalia Botero Acosta recuerda su infancia como un entorno estimulante. Desde pequeña le permitieron explorar sus intereses y cultivar la curiosidad que aún la caracteriza y que la llevó a encontrar su pasión por las ballenas.

Bióloga de la Universidad de Antioquia, magister en sicología experimental y doctora en comportamiento y neurociencia de la Universidad del Sur de Mississippi (Estados Unidos). Desde pequeña tiene una conexión con la naturaleza, sin embargo, la cercanía e interés por el océano comenzó en la universidad. “Caí a las ballenas de la forma más accidentada que tu puedas caer, fue algo totalmente fortuito”, dice, pues un afiche sobre un grupo de estudio de mamíferos acuáticos sería lo que definiría su camino.

La primera vez que vio una ballena estaba en Puerto López, cursaba tercer semestre de biología. Recuerda que sintió una emoción muy grande, además de confirmar que quería dedicarse a eso el resto de su vida. Desde ese entonces se empeñó en nutrir su conocimiento con una mirada colaborativa. Actualmente es la directora general de la Fundación Macuáticos, la cual ha liderado una plataforma de investigación con ballenas jorobadas en el Golfo de Tribugá, Pacífico norte colombiano, desde el 2009.

Macuáticos surgió del grupo de estudio de la universidad, es la unión de varios jóvenes apasionados que sin darse cuenta formaron una red de colaboradores con el rol de interesar a los demás y compartir sus conocimientos para ser espacio y escuela. El consejo de Natalia para las personas que deciden coger el camino de la investigación es: “métase de lleno, apasiónese, enrédese. Aquí nadie estudia biología pa´ hacerse rico, pero van a hacer lo que disfrutan. Es un tema totalmente fascinante, hay muchísimo por hacer y sobre todo, insistan en esas redes de apoyo y colaboración porque se avanza mucho más fácil y se trabaja muy rico colaborando”.

Está convencida de que todo se dio como se tenia que dar, luego de tanto tiempo su sentido de asombro sigue intacto, “mientras más aprendo de las ballenas, más preguntas me surgen y eso es un buen indicativo para un científico”, dice Natalia. Sin embargo, algunas cosas son difíciles cuando se trata del campo de la investigación, “hacer investigación en Colombia es duro, tiene muchos vacíos de información”, además, económicamente no tienen el apoyo que se esperaría, la Fundación se sostiene con becas de investigación o campañas de donaciones y aunque son una entidad sin ánimo de lucro, el desarrollo de sus actividades necesita una fuente de ingreso que les permita financiar todos los esfuerzos que realizan en campo.

Además de investigar ballenas, su energía se enfoca en usar la plataforma que tienen para emitir un mensaje sobre las condiciones en que se encuentra el planeta y los océanos, “es muy difícil para nosotros como seres humanos sentir o percatarnos de esa alerta que nos genere preocupación y que nos motive a hacer cambios a largo plazo”. Insiste en la importancia de ser optimistas y seguir trabajando en la medida de las posibilidades, pues cree que tenemos dos caminos: seguir luchando contra esto o no hacer nada. Para ella y Macuáticos aún tiene sentido seguir luchando.

El reto personal ha sido evitar que su carrera profesional domine su vida, para recordárselo están sus perros y su familia. Sueña con tener una finca con 1.500 siberianos, incluso fantasea con la posibilidad de tenerla junto al mar. Además, en medio de su trabajo encontró un segundo hogar en el Chocó. Cruz Melida Martínez, su mamá chocoana, a quien menciona varias veces durante la entrevista, vive en Coquí, cada temporada la espera con una deliciosa comida y los brazos abiertos. Checa, el esposo de Cruz, a quien Natalia se refiere como capi, se encarga junto a su mujer de hacerla sentir en casa.

La conexión con lo que hace es indudable, las personas dicen “Natalia sale a buscar las ballenas y ellas la esperan aquí en Coquí” y no solo las ballenas la esperan, pues las comunidades que frecuenta hacen parte fundamental de su vida y del éxito de la Fundación, los vínculos que ha formado le permiten impactar a gran escala y aprender del camino que recorre “es realmente sentir que uno es parte de la comunidad con todo lo bonito y los desafíos que eso trae”. Su carisma le favorece para ganarse el cariño de quienes la conocen y comparten con ella.

““Todos los científicos somos niños grandes que nunca perdimos la capacidad de asombro y la curiosidad”.

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