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Peces abisales

Hay un océano remoto, oscuro y de difícil acceso, abarca profundidades desde los 200 m. hasta los 11034 m. en el abismo Challenger en la fosa de las Marianas. Descender al abismo supone soportar una presión más de mil veces mayor que a nivel del mar.

Son varias las adaptaciones de estos peces que les permite soportar condiciones extremas de presión, temperatura y poco alimento: cuerpos como aplastados, aparentemente atrofiados y muy poco hidrodinámicos, preparados para nataciones lentas y discontinuas, ya que deben ahorrar toda la energía posible hasta la siguiente comida.

Es generalizada la bioluminiscencia (de hecho, es producida por el 90% de los animales de las profundidades) para la depredación, la defensa o la comunicación y búsqueda de pareja. Aunque esta bioluminiscencia proviene realmente de bacterias simbiontes.

Mientras unos tienen ojos increíblemente sensibles para captar leves rastros de luz, otros son ciegos y emplean apéndices sensibles u otros mecanismos para desenvolverse en la profunda oscuridad.

Llama la atención las formas de reproducción de muchos de ellos, con muy pocos machos y hembras disponibles en un ambiente inmenso y totalmente oscuro.

1. Pez pelícano (Eurypharynx pelecanoides)

Este pez ha sido muy rara vez visto vivo por los seres humanos. Sus mejores avistamientos han sido en redes de pesca profundas. Puede alcanzar un tamaño que va desde los 60 cm. hasta el metro de longitud.

Posee una enorme boca, mucho más grande que su cuerpo y puede abrirla lo suficiente como para tragar una presa de mayor tamaño que él mismo, gracias a su enorme mandíbula que tiene forma de bolsa y que recuerda la de un pelícano, de ahí su nombre. En concordancia con su gran boca, su estómago puede expandirse lo suficiente para alojar una presa grande.

Sus ojos son muy pequeños; se cree que evolucionaron para detectar rastros de luz muy débiles en lugar de imágenes.

Las ampollas del sistema de la línea lateral se proyectan como protuberancias desde la piel, en lugar de estar embebidas en un surco como en los demás peces, lo cual podría aumentar su sensibilidad y detectar el más mínimo movimiento bajo el agua. Nota: ampliar la imagen justo abajo para verlas

Se desplaza con una larga cola, en forma de látigo, aunque es un nadador muy lento; al final de la misma posee un órgano luminoso cuya finalidad es atraer a las presas y, al parecer, comunicarse con los de su especie.

Hábitat y distribución: y se le puede encontrar en mares tropicales y subtropicales y se puede encontrar a profundidades de hasta 8.000 m.

Estado de conservación: no evaluado.

2. Pez trípode (Bathypterois grallator)
Recibe su nombre porque parece apoyado sobre un trípode en el fondo marino. Puede crecer hasta 35 cm. de longitud.

Tienen estructuras especializadas que se extienden de sus aletas ventrales y caudal o cola, llamadas radios, más largos que el pez mismo y cuelgan de las aletas mientras nada. Los radios son altamente especializados: tienen “almohadillas” al final de cada elemento elongado que los protegen mientras está en contacto con el fondo del mar.
Nota: en diseño señalar el extremo de las prolongaciones de las aletas

Lo anterior le permite pasar gran parte de su vida en el fondo de cara a la corriente dominante, esperando pacientemente que la misma le traiga a su boca su alimento preferido, zooplancton.

Tiene una visión altamente especializada. Sus retinas están desarrolladas de tal manera que es capaz de detectar un pequeño copépodo que aparezca repentinamente en su campo visual a pesar de la casi total oscuridad en la que vive.

Las aletas pectorales poseen terminaciones nerviosas agrandadas que, al parecer utiliza como sensores para detectar el movimiento de una presa en la oscuridad.
Hábitat y distribución: habitante de fondos blandos marinos, vive a más de 6000 metros bajo la superficie. Distribuido en casi todo el mundo.

Estado de conservación: no evaluado, no listado.

3. Pez telescopio (Gigantura spp.)

Ojos grandes y tubulares dirigidos hacia adelante; una gran boca extendiéndose por detrás de los ojos, con dientes replegables. Aleta caudal ahorquillada con algunos de los radios del lóbulo inferior muy alargados, en forma de cinta, que puede comprender más de la mitad de la longitud total del cuerpo.

Piel sin escamas, sin vejiga natatoria. Mandíbulas muy extensibles y estómago muy distensible que le permite tragar presas más grandes que él.

Sus ojos tubulares de lentes grandes están adaptados para una recolección de luz binocular óptima; pueden espiar la débil bioluminiscencia de su presa desde la distancia, o la silueta delineada de alguna presa contra la penumbra cuando mira hacia arriba. Sus ojos también pueden ayudar a juzgar mejor la distancia de su presa

Hábitos y distribución: depredadores activos y solitarios, que frecuentan las zonas mesopelágicas y batipelágicas de la columna de agua, desde 500 hasta 3.000 m. de profundidad. Circumglobal en aguas tropicales y subtropicales.

4. Diablo negro o rapé abisal (Melanocetus johnsonii)

Cuerpo muy poco hidrodinámico y su piel es flácida. Puede alcanzar tamaños hasta de 20 cm. Ojos pequeños y color oscuro que lo hace prácticamente invisible en la oscuridad.

Puede permanecer completamente quieto, suspendido en la columna de agua, disminuyendo la posibilidad de ser detectado por sus posibles depredadores.

Tiene una especie de antena (espina modificada de su aleta dorsal) sobre su cabeza que brota desde su rostro en forma de caña, repleta de bacterias que se encienden y que utiliza como señuelo para atraer a sus presas.

Una gran boca con grandes dientes que, en conjunto, le permiten capturar presas de mayor tamaño que él mismo.

Los machos, mucho más pequeños, se convierten en parásitos de las hembras, fusionando sus tejidos; una vez fusionado con la hembra, casi todos sus órganos se atrofian, a excepción de las gónadas para convertirse, prácticamente, en una máquina exclusiva de producir esperma.

Hábitos y distribución: pez mesopelágico, carnívoro. Se encuentra en todos los océanos del mundo. Vive en profundidades normalmente de 500 – 4.000 metros.

Estado de conservación: preocupación menor.

5. Yelmo de nariz cuadrada (Scopelogadus beanii).

El curioso nombre de estos peces abisales se debe a la placa ósea que les cubre la cabeza, similar a los yelmos o cascos con los que los caballeros de la Edad Media protegían su cabeza.

Tienen un tamaño de 12 cm. Sus fosas nasales son más grandes que sus ojos, lo que parece indicar una predominancia del sentido del olfato en comparación con el de la vista para desenvolverse en las negras profundidades.

Hábitat y distribución: Batipelágico, en abismos de 4000 m. de profundidad. Pacífico sur y suroeste, incluyendo Australia, Nueva Zelanda, Nueva Gales del sur. También al sur del océano Atlántico e Índico.

Estado de conservación: No listado. No evaluado.

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