¿Sabía usted que el turismo de avistamiento de ballenas genera cada año ingresos directos e indirectos por 2.100 millones de dólares en todo el mundo? Un razón de peso para que en la próxima reunión de la Comisión Ballenera Internacional los defensores de los cetáceos propongan esta actividad como una alternativa viable a la caza del animal.
Del 2 al 6 de julio, Ciudad de Panamá será el escenario de un nuevo tire y afloje por el futuro de las ballenas, donde Japón y un puñado de países cazadores se enfrentarán a un nutrido grupo de naciones a favor de la conservación de los cetáceos, entre ellas las del llamado grupo de Buenos Aires -del que hace parte Colombia-, las cuales harán sentir su voz.
Su propuesta más importante es la aprobación de un santuario para las ballenas en el Atlántico Sur, “lo cual es algo simbólico ya que en esta zona no hay caza de ballenas, pero serviría para dar el siguiente paso que es restringir cada vez más la caza”, comentó Fernando Trujillo, directivo de la Fundación Omacha y miembro de la delegación científica colombiana que junto con las de otros países se reunirán del 11 al 28 de junio para aportar elementos de discusión para la toma de decisiones políticas por parte de los delegados de la Comisión.
La frase “Una ballena viva vale más que una muerta”, de José Truda, dirigente del Centro de Conservación Cetácea, resume el llamado por el uso no letal de las ballenas. Se calcula que en el siglo XX más de dos millones de cetáceos fueron capturadas por la industria pesquera, lo que ha puesto a este animal al borde de la extinción.
Oportunidad para Colombia
Las cifras de Cetácea señalan que la comercialización de carne y grasa de las ballenas genera a Japón, Noruega e Islandia, los principales cazadores, "menos de 100 millones de dólares anuales", mientras que la actividad del avistamiento mueve 21 veces esa cifra.
Tan solo en América Latina, los ingresos directos e indirectos por el avistamiento de ballenas representan 279 millones de dólares al año, con Argentina, Brasil, Costa Rica y México a la cabeza de este negocio amigable con los gigantes del mar.
Colombia se ubica en el quinto lugar con una cifra que apenas alcanza los 3 millones de dólares anuales, y podría aumentar considerablemente, señala Trujillo, pues tenemos un gran potencial en ello. “El Viceministerio de Turismo acaba de publicar una guía para la observación de ballenas jorobadas y desde el Gobierno se está apoyando a las comunidades que viven de esta modalidad de turismo sostenible”, indicó.
El delegado colombiano confía en un cambio en la forma como la Comisión Ballenera Internacional toma sus decisiones, ya que por consenso no se ha logrado avanzar en las últimas reuniones, debido a la presión que ejercen Japón y los demás países cazadores.
Así mismo, Trujillo se muestra en desacuerdo con aumentar la cuota de caza científica que piden estos países, ya que “existen otros métodos como biopsias para realizar las investigaciones con estos animales. Es absolutamente innecesario matar ballenas”, sentenció.
Podría ser la última reunión de la Comisión Ballenera Internacional si no se imponen reglas claras y se toman decisiones que protejan a estos animales. Al menos queda la opción de que, poco a poco, cada país declare sus aguas jurisdiccionales como santuario de ballenas, algo en lo que Colombia está de acuerdo y ha comenzado a hacer las averiguaciones jurídicas.
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