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La vida del mar también depende de lo que te comes

La forma en la que se captura un pescado, el lugar, la época del año, el tamaño y hasta las condiciones en las que viven los pescadores resultan factores definitivos para la conservación de la vida marina.

La vida de las especies que habitan en los mares y en los ríos tiene mucho que ver con los hábitos de consumo de las personas que incluyen el pescado en su dieta alimenticia. Haber estimulado una pesca desordenada y sin respetar unos principios mínimos de sostenibilidad, ha causado grandes daños a los ecosistemas y ha puesto en riesgo la existencia de muchas especies.

Comprometidos con la pesca y el consumo responsable, han surgido personas y empresas que hacen un trabajo decidido por la conservación de los recursos naturales y el desarrollo de las comunidades de pescadores. Estas son dos experiencias que vale la pena destacar en Colombia:

1.Pesquería mercado gourmet, en Bogotá

  

Laura Aya creció en una familia que ha trabajado desde siempre en la comercialización de pescado. Estudió comunicación social y dedicó su práctica profesional y su tesis de grado al tema la pesca responsable con el programa Ecogourmet, de la ONG Conservación Internacional, que se dedica a promover “una cadena de valor más justa con el pescador, más competitiva para los comercializadores y más sostenible con el medio ambiente”.

“Tuve la oportunidad de trabajar en la ONG, conocí la experiencia y decidí aplicarlo en la distribuidora que tengo con mi esposo cerca al sector del 7 de agosto, en Bogotá”, explica Laura. “Es un esfuerzo adicional por costos y logística, pero creo que vale la pena por el impacto que podemos generar en las comunidades, no solo ahora sino a largo plazo”.

En Pesquería mercado gourmet, uno de los principios es el trabajo con los pescadores artesanales de Buenaventura basado en un precio justo para que la actividad sea rentable para las comunidades y eso permita que sigan utilizando métodos de captura que no dañen el ecosistema marino. “Esperamos traer pescado de las 12 asociaciones de pescadores de Buenaventura, Ciénaga, Guapi, Nuquí y Bahía Solano”, dice Laura.

  

El programa Ecogourmet es enfático en la importancia de no comercializar pescado por debajo de las tallas de madurez recomendadas, respetar las temporadas de vedas y rechazar la captura y venta de especies sobreexplotadas.

Según Laura, una forma sencilla en la que los consumidores pueden promover las buenas prácticas es no volver a pedir en los restaurantes ni en las comercializadoras el llamado “pargo platero”, es decir, el que cabe completo en un plato, pues obliga la captura del pez de un tamaño que no alcanza la talla mínima de reproducción. Tradicionalmente los distribuidores para complacer al consumidor lo compran y eso está acabando con la especie.

“Al consumidor hay que pedirle que entienda que hay temporadas en las que va a poder consumir cierto pescado y en otras no. Tenemos que hacer un trabajo de educación muy grande porque las personas desconocen todos estos detalles”, concluye Laura.

2. Pesqueira, en Medellín

  

Santiago Isaza comenzó a bucear hace 26 años y eso le ha generado, casi desde las primeras inmersiones, una constante preocupación por la vida en los océanos. “A través del buceo he tenido la oportunidad de conocer mares alrededor del mundo, especialmente el Caribe y el Pacífico colombiano, y he visto el detrimento en los ecosistemas marítimos y costeros”, explica. Por eso su compromiso con la pesca responsable “nació desde antes de montar a Pesqueira”.

La empresa se creó hace 10 años. Inicialmente Pesqueira se dedicaba exclusivamente a actuar como una distribuidora de productos importados de mar. Tiempo después, empezó a traer pescado del Pacífico de Buenaventura, Bahía Solano, Nuquí y el Bajo Baudó; poblaciones ubicadas en el Pacífico colombiano. Actualmente, tiene además su propio restaurante en la zona del Poblado, en Medellín.

Pesqueira es la única empresa en Colombia que cuenta con estándar Oro de la fundación Marviva. Esta es una organización internacional creada en 2002 y cuyo objetivo es impulsar la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos y costeros en el Pacífico Tropical Oriental. “Nosotros seguimos los principios y criterios que aprendimos gracias a la Fundación Marviva, que se basan en una trazabilidad al 100% de cada lote de pescado que recibimos, sabemos las coordenadas exactas de dónde fue pescado, quién lo pescó y qué arte de método se utilizó para capturarlo. Por eso para nosotros es fundamental la capacitación constante de todo nuestro equipo pues tenemos que saber qué le estamos vendiendo a la gente”, explica Santiago Isaza, chef ejecutivo y socio de Pesqueira.

A nivel global se estima que el consumo de pescado responsable certificado es apenas del 1.7% y en Colombia la cifra está por debajo del 1%. La recomendación de los creadores de Pesqueira es fijarse en los sellos y certificados que tiene el producto. Los sellos de calidad no son solo un elemento de diseño en el empaque, dice Santiago, detrás de ellos hay un largo y decidido trabajo que le garantiza al consumidor estar haciendo una compra responsable. “La invitación es para que busquen productos que tengan certificaciones”.

Santiago Isaza asegura que el mayor valor de su compañía es el “ADN organizacional y la cultura corporativa que tenemos cada uno de los trabajadores y los proveedores”. Con las comunidades del Pacífico, Pesqueira ha promovido acuerdos de pago justos, de contado y con precios que están un 30% ó 40% por encima del promedio de mercado.

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