Después de terminar el bachillerato en el colegio San José de las Vegas, María José quería tener una experiencia distinta. Una de las cosas más importantes para mí fue estudiar en la Nacional, recuerda. Y no solo por lo que significa académicamente, sino porque fue allí donde conoció el mundo del buceo.
En Escualos, el club de buceo de la Universidad Nacional, empezó a prepararse. El proceso de certificación de buceo a pulmón libre y tanques duraba, en esa época, casi un año. María José buceó una vez y nunca más dejó de hacerlo: el gran amor de mi vida es el océano, explica.
En el club de buceo conoció a mucha gente de diferentes carreras y logró una gran amistad con los instructores, empezó a organizar excursiones de buceo y poco a poco empezó a trabajar en Escualos. La vida le iba marcando un camino.
Un año después, en Isla Fuerte, con Nelson Parodi, uno de sus instructores y grandes amigos, surgió la idea de hacer una publicación que sirviera para reunir a los amantes del mar.
Nelson fue socio al principio, incluso, su papá fue el que les prestó parte del capital para la primera edición. El proyecto se iba a llamar Bitácora, pero cambió de nombre gracias a Francisco Restrepo, un tío de María José que es diseñador gráfico y que se convirtió en un personaje muy importante en el proceso. Él fue quien nos dijo que se debería llamar Agenda del Mar y nos ayudó a estructurar todo el concepto visual y diseñó la Agenda durante muchos años. Francisco fue una persona muy importante en la vida de María José porque veía en el diseño y en la edición de impresos una oportunidad de hacer empresa. Mi tío y mi mamá fueron esos personajes que llenaron mi vida de creatividad.
Con todo el entusiasmo, María José y Nelson empezaron a investigar los temas para la primera edición de la Agenda en las bibliotecas y hemerotecas de la ciudad. En esa época no había Google, todo era muy distinto, incluso los textos los hicimos a mano en un cuaderno porque yo no tenía computador y en la litografía los digitaban, cuenta entre risas María José, quien, a lo largo de 30 años, por medio de la agenda, ha vivido el proceso de transformación de las artes gráficas. A mí siempre me gustaron mucho las imprentas, yo estudiaba diseño industrial y me ponían trabajos de metalmecánica y yo convencía a los profesores de que me los dejaran presentar sobre una imprenta.
La primera Agenda del Mar
Uno de los momentos más emocionantes de la vida de un emprendedor es ver su producto terminado por primera vez, María José recuerda que fue una sensación muy bonita la que sintió en los talleres de Servigráficas aquella primera vez: Cuando estaban imprimiendo los pliegos de la primera Agenda yo me puse a llorar y los prensistas de la litografía pensaron que era porque no me había gustado.
Para María José, lo más valioso fue sentir que la Agenda era y sigue siendo el resultado de unir a muchas personas para que se conecten con los océanos, y hoy, tanto tiempo después, considera que uno de los grandes logros de la Agenda del Mar es que ha logrado crear redes con muchas personas, empresas, entidades y organizaciones de diversos tipos.
De aquella primera aventura editorial salieron al mercado 1.100 ejemplares en 1991. Muchos se vendieron por encargo dentro del gremio de los buzos, pero otra parte debía entrar a competir en las vitrinas de las librerías.
Sacamos unas fotocopias con una escafandra impresa y la secretaria de mi papá nos hacía las cartas en una máquina de escribir, recuerda. Con algunas agendas y una carta redactada por instinto sin conocer las particularidades del negocio de la distribución de libros, recorrieron las librerías del centro de Medellín. En las que los libreros les enseñanan como se manejaba la distribución y venta de libros.
Era una publicación de 180 páginas, argollada, que contenía información relevante especialmente para los buzos. El precio al público era de $6.900 pesos y se vendió en la Librería Continental, en la América, en la Científica, y en otras ciudades a través de la librería Nacional. Muchas personas, que sentían alguna fascinación por el mar, descubrieron un producto que no existía en el mercado y el lanzamiento resultó bastante exitoso.
Una de las características más importantes de la Agenda es que siempre ha sido coherente, esa palabra es muy importante para mí. Siempre ha buscado conectar a las personas con los océanos y en mi vida el vínculo con el mar ha sido muy fuerte, no solo a través del buceo sino de la navegación, la fotografía, y hasta en una época de la pesca deportiva. Aunque la Agenda se hace en Medellín, estar cerca al mar es, siempre, uno de los momentos donde encuentro inspiración. Una de las experiencias más impactantes es comprobar el deterioro de los océanos en estos más de 30 años, cuando empecé a bucear no se veían muchos plásticos en las playas ni tantos desechos en el fondo del mar, la sobrepesca y el deterioro de los arrecifes y los manglares se va sintiendo de manera muy fuerte.
Una idea, una empresa
La segunda edición de la Agenda del Mar llegó con novedades. Tuvo algunas páginas a color, que fue un hito demasiado emocionante en ese momento, aunque hoy parezca un detalle normal en las publicaciones y, además, tuvo pasta dura con lomo en reemplazo del sistema argollado. Se imprimieron 1.500 ejemplares y se agotaron casi de inmediato.
Luego vinieron otros grandes logros. En 1994 la Agenda incluyó fotos por primera vez y en 1995 se imprimió en Bogotá con ilustraciones de Diego Mesa. Esa edición, por la belleza de las obras, se convirtió en una joya para los coleccionistas.
El papá de María José, Felipe Ospina, después de jubilarse, se unió al proyecto. El mar nunca había sido su mayor pasión, pero siempre ha sido un gran lector y una persona muy estudiosa, así que invirtió todo su tiempo y su dedicación a escribir para la Agenda. Padre e hija planeaban, investigaban, escribían y discutían bastante, pero siempre lograban sacar adelante la publicación juntos. Fueron más 10 años en los que trabajaron juntos.
Los años pasaban y María José reconoce que no se dio cuenta en qué momento el deseo de hacer una agenda se convirtió en empresa. Yo nunca pensé en eso, simplemente yo hacía. Y siempre me habían gustado las agendas, además me he sentido muy conectada con el papel, yo soy muy visual, así que yo solo quería hacer la Agenda del Mar y en el camino fui encontrando patrocinadores y me empezaron a contratar para hacer otros proyectos.
Lo primero fue publicar una agenda y eso se ha seguido haciendo cada año para que acompañe a los amantes del mar y la naturaleza todos los días, llevando allí sus citas y sus anotaciones. Pero más que eso, la Agenda del Mar es ahora una empresa que con los años se convirtió en un referente no solo en materia de buceo sino de los temas relacionados con la sostenibilidad y la conservación.
Así que María José nunca trabajó en otra cosa, nunca fue empleada ni tuvo experiencia en alguna empresa. Se hizo empresaria de manera autodidacta y aprendió a sortear todos los problemas que tiene un emprendedor, algunos muy normales y otros menos previsibles como la escasez de papel en alguna época.
En el proceso hubo muchos patrocinadores y mentores. El mensaje que llevaba la Agenda del Mar abría muchas puertas y logró enamorar a grandes empresarios que le dieron impulso al proyecto. Nicanor Restrepo Santamaría, por ejemplo, fue una persona muy importante para la Agenda y para mí, un ángel y compañero de buceo. Y hay personas que nos han acompañado siempre como Juan Carlos Tobón, del Centro de Buceo Isla Fuerte, recuerda María José.
Cada vez me gusta más lo que hago. Aunque a veces uno se siente abrumado, es normal, por eso la tolerancia a la frustración es una característica muy poderosa en quienes hacemos empresa.
Una de las mayores satisfacciones en la vida de Maria José es comprobar que el mensaje ha logrado llegar a un amplio número de personas. Es muy bonito ver a varias generaciones conectadas con el mar, especialmente gente muy joven que se ha enamorado de los océanos por medio de la Agenda del Mar. Yo miro en retrospectiva y veo que hemos logrado impactar a mucha gente.
Además, la Agenda del Mar ha sido la empresa promotora o productora de proyectos como las Cartillas del Planeta Azul, Cajas creativas BeeBox, la Noche de Buzos, el álbum de Chocolatinas Jet, las jornadas de limpieza de playas, entre otros.
A los colaboradores, patrocinadores, amigos que han acompañado este sueño. A ellos y a todos quienes han participado en alguna de las actividades o han usado la Agenda para inspirarse, aprender, conectarse con el mar y para sus tareas cotidianas, ¡GRACIAS!
Y buen viento y buena mar.