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Regata de veleros con talento artesanal

Desde hace más de 50 años se realiza en Tolú una singular competencia de veleros artesanales donde participan navegantes de varias generaciones.

Por: Juan José Jaramillo, navegante

Son las siete de la mañana en las playas de Tolú y algo inusual está ocurriendo.  Los niños corren al mar, las mujeres hablan bajo entre ellas y los hombres miran al cielo buscando el viento. Algunos cargan rápidamente los aparejos de los botes de vela que varados en la playa sobre troncos redondos, con sus proas de colores miran el horizonte como pájaros en tierra que quieren volar.

No es un día cualquiera en el golfo de Morrosquillo, es el día de la gran regata de veleros artesanales en donde se medirán fuerzas para saber cuál es el velero más rápido y el timonel más avezado en las artes de la vela.

La noche anterior, los abuelos les contaban a sus nietos de lo ocurrido en regatas anteriores y entre risas y burlas, los más pequeños empezaban a soñar con que un día también harían parte de una tripulación de un velero ganador.  Ya en el caño de Guainí, con diminutos veleros hechos de concha de coco y vela de hojitas de uvito, esos pequeños hacen sus primeras regatas.

Los botes hechos sobre un tronco ahuecado y con vela de tela de algodón eran utilizados desde muchos años atrás en estas costas para las faenas de pesca y transporte de víveres y personas antes de que aparecieran los motores fuera de borda. Generalmente estos botes  eran traídos en bruto y sin terminar de las islas de San Blas en Panamá, y luego eran pulidos y delicadamente terminados por carpinteros locales. Cada propietario lo pintaba a su gusto y le ponía sobre cada borda el nombre con el que muchos días imaginó.

Ya es hora de salir al mar y navegar hacia el norte para poder llegar con tiempo a las playas del Caño de El Francés, sitio donde tradicionalmente sale esta regata que se inició en 1960 con veinte veleros y que hoy participan más de sesenta.  Las tripulaciones de los botes se apresuran a arbolarlos, a izar sus velas multicolores y zarpan entre gritos y sonrisas del todo el vecindario.

Al llegar a El Francés, muy juntos se van filando a lo largo de la playa en un espectáculo sin igual, de velas coloridas flameando y proas salpicadas por las olas que rompen en la arena.

En la playa, la fiesta no se hace esperar. Suena un porro y los tripulantes de los botes celebran con arengas y tragos de ron. Varios se desafían en voz alta y otro, cuaderno en mano, anota las apuestas a uno u otro bote.  Los timoneles, siempre con la media totuma para achicar y la pagaya en la mano, discuten con otros de varias reglas inexistentes y buscan un juez que nada podrá resolver.

Ganar la regata no es solo un honor para el patrón y sus tripulantes sino para el dueño del bote, quien durante todo el año da de qué hablar y es motivo de envidia y admiración.

Cuando la emoción de los participantes llega al punto más alto, en un acuerdo que se da con la mirada y con los gestos y sin que el juez pueda hacer algo, empujan frenéticamente sus botes al mar acompañados de gritos y palabrotas que poco a poco se van apagando a medida que los botes ajustan sus velas y se alejan de la playa rumbo a Tolú. 

Desde la playa, contra el horizonte, esos botes con sus velas multicolores, con sus tripulaciones luchando en medio de las olas, es un espectáculo que nadie debería perderse.

A su llegada a Tolú, entre gritos y abrazos reciben a los ganadores y la fiesta dura hasta que el ron se acaba y la música se ausenta. Los ganadores duermen el sueño de sus vidas y los perdedores imaginan cómo hacer que su bote pueda volar más rápido que todos los demás.

 

 Balance de la regata

Con los buenos vientos que trajo enero, Tolú vivió una vez más el colorido espectáculo de las “mariposas marinas”, como se conocen los veleros artesanales que compiten en la tradicional regata de ese municipio sucreño.

Se trata de una cita anual que se remonta a la década de los sesenta donde, independientemente del material o tamaño del velero que compite, se ponen a prueba la creatividad y la habilidad de los navegantes.

Con salida desde el sector de El Francés y llegada al antiguo Hotel Morrosquillo, este año participaron 60 embarcaciones en seis categorías: Madera Grande, Mediano y Pequeño, Fibra Grande, Fibra Pequeño y Categoría Especial. En total se premiaron 24 competidores, cuatro por cada categoría.

Gregorio Paternina Díaz es uno de los participantes. Tiene 88 años y lleva cuarenta compitiendo, actualmente con su barco llamado «El anfibio». «Siempre que compito salgo bien, de primero o de segundo», afirma.

La regata fue organizada por la Secretaría de Turismo de Tolú y contó con el apoyo de la Dirección General Marítima, la Infantería de Marina, las asociaciones de pescadores y otras organizaciones como Agenda del Mar.

 

Un poco de historia

En sus comienzos, en la década de los sesenta, participaban unas veinte embarcaciones, todas de madera y con velas de plástico, las cuales corrían juntas sin distinción de categorías y se premiaban los primeros cuatro puestos. Familias antioqueñas que visitaban estas playas apoyaban y patrocinaban a los competidores.

En los años ochenta aumentaron los botes participantes, aparecieron las categorías de pequeños y especiales, y las velas ya eran de lona gruesa para dar mayor estabilidad. Así mismo, se recuerda la colaboración en logística y premios que prestaba el famoso presentador Alfonso Lizarazo.

En el año 2010 empiezan a competir los botes de fibras y otras categorías (Grande, Mediana, Pequeña y Especiales) y en los últimos años se ha batido récord de participantes con 65 botes de coloridas velas que resaltan entre las aguas del Golfo de Morrosquillo.

Entre los veleros que más se han destacado en este medio siglo de regata figuran “El bisonte”, de propiedad del señor Juan Morillo (Q.E.P.D.) quien después de varios años consecutivos ocupando el primer lugar encontró un contrincante: “El fajoncito”, del señor Víctor Tous (Q.E.P.D.) quien fue ganador durante 12 años. También se destacó el bote “Ricky Rey”, del señor Oscarito Sotomayor (Q.E.P.D.), quien también tuvo logros consecutivos.

 

 

 

 

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