En el mundo se consumen en un año 500 mil millones a 1 billón de bolsas plásticas, es decir, 1 millón de bolsas por minuto. ¿A dónde van a parar todas esas bolsas?
La Tierra no se cansa de gritarnos que no está en buenas condiciones y si no empezamos a tomar medidas las consecuencias serán cada día peores, algo que ya podemos notar al ver como el clima que actualmente afronta Colombia nos muestra que la falta de cuidado sobre recursos como el agua nos puede hacer recordar aquellos días de razonamiento a lo largo y ancho del país.
Este es nuestro llamado y la primera acción será reducir el uso de bolsas plásticas en casa y mirar otras alternativas para realizar tareas como empacar el mercado, ya que en muchas ocasiones no somos conscientes que esa bolsa se tarda cientos de años en desintegrarse y puede llegar a ser ingerida por especies marinas.
En el caso de las tortugas marinas que se alimentan de medusas y otras especies que flotan en el mar, las bolsas de plástico suelen engañarlas y en muchas oportunidades les ocasionan la muerte.
Por eso, no podemos permitir que en el futuro las malas acciones nos sobrepasen y desde hoy debemos pensar en cambiar muchos de nuestras costumbres. En el caso de las bolsas plásticas la idea es cambiarlas por bolsas ecológicas, son reutilizables y amigables con el planeta.
La meta es volver este cambio en un hábito y para hacerlo un consejo: durante un mes aplique este método y seguramente el uso de las bolsas ecológicas se convertirá en una costumbre no sólo para ir a mercar. De no ser así, no se desanime y sígalo intentando.
Algunos países trabajan Ecuador, exactamente en las islas Galápagos, adoptaron el uso de las bolsas ecológicas y sectores como el comercio y las tiendas ya no empacan las compras de los locales y los turistas en bolsas plásticas.
Pequeñas acciones, el hábito y compartir las buenas ideas con los demás puede generar grandes cambios.
WWF destacó en un informe de julio del año pasado que cada año se producen 10 mil millones de toneladas de basura y 6 millones de toneladas terminan en el mar.
No son cifras alentadoras, teniendo en cuenta el impacto negativo que generan para la vida marina y los recursos que el océano nos provee.