Más de 8 millones de toneladas de plástico son vertidas cada año a los océanos y el 80% proviene de fuentes terrestres, según la ONU. Es como si descargáramos un camión de basura cada minuto.
Son impactantes las imágenes de ballenas, tortugas, peces y aves ahogados o atrapados en redes, bolsas, botellas y otros elementos de plástico que tardan cientos de años en descomponerse.
Pero hay más: la acción del agua, los microorganismos y la luz solar van degradando el plástico hasta reducirlo a pequeñas partículas de un tamaño entre una micra y 5 mm: los microplásticos.
Un estudio solicitado por WWF y realizado por la Universidad de Newcastle, Australia, señala que en promedio una persona podría ingerir aproximadamente 5 gramos de microplástico cada semana, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito.
Es un gravísimo problema que afecta no solo a las especies marinas sino también a nosotros mismos y supone un impacto económico de US$8 billones anuales, según el PNUMA.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Se debe poner fin al uso de plásticos de un solo uso, cambiar los hábitos de consumo y reciclar al máximo para así evitar que siga llegando más plástico a los suelos, ríos y océanos. Esto implica volcarse a la economía circular: evitar al máximo los desperdicios desde el diseño de los productos.
Pero mientras eso sucede, habrá que reparar todo el desastre causado, es decir, limpiar. Por fortuna existen personas y organizaciones que ya se han puesto a la tarea de retirar el plástico en distintos puntos de los océanos. Hacerlo con buques resulta costoso, pero existen soluciones tecnológicas innovadoras emprendidas por personas visionarias que han decidido actuar por sus propios medios y con la ayuda de otros.
A continuación, algunas de las más conocidas en el mundo:
- The Ocean Cleanup. Es una iniciativa creada por Boyan Slat, un joven emprendedor holandés que propone retirar los plásticos del océano de una forma fácil y masiva. La solución consiste en unas barreras flotantes en forma de tubo de unos 600 metros de longitud del que cuelga un faldón de lona que recoge la basura flotante con la ayuda de las corrientes marinas. En septiembre de 2018 se desplegó la primera gran barrera llamada System 001 que pretende limpiar en cinco años el Gran Parche de Basura del Pacífico localizado entre California y Hawái. Después de un año de pruebas, en octubre de 2019 se confirmó el éxito del sistema.
- El Manta. Es un cuatrimarán gigante diseñado por el navegante francosuizo Yvan Bourgnon. Funciona con energía solar y es capaz de recoger hasta 600m3 de residuos, clasificarlos, compactarlos y llevarlos a tierra para que sean reciclados. En el 2022 lo lanzará al mar y espera contar con la financiación de donantes y patrocinadores privados para poner a funcionar el mayor número de ejemplares.
- Sea-Vax. Es un invento británico que funciona con energía eólica y solar. Consiste en unas pequeñas máquinas de limpieza provistas de un colector en la parte delantera que aspira las partículas de plástico. Lo recogido se lleva a tanques capaces de almacenar hasta 150 toneladas de residuos.
Siguiéndoles el rastro
Para tomar muestras de plásticos y microplásticos en los ríos se utilizan redes y barreras flotantes que también sirven como trampas para residuos. En las playas se hacen transectos paralelos a la costa y en cada uno se delimitan cuadrantes donde se toman muestras de sedimentos que se pasan por un tamiz (in situ o en el laboratorio) para separar las partículas de plástico de los desechos orgánicos. En aguas abiertas se despliegan redes tipo manta que se utilizan para el muestreo de plancton.
Con estas técnicas, científicos de todo el mundo están estudiando la presencia de plásticos en estos ecosistemas. Algunos ejemplos son:
- Expediciones Tara. El Tara es un barco de investigación francés que desde mayo de 2019 recorre las costas de Europa para tomar muestras de la contaminación en las desembocaduras de diez ríos principales, entre ellos el Elba, el Rin, el Támesis y el Sena. Este equipo de 40 científicos estudia el flujo de microplásticos desde la tierra hasta el mar, analiza los microorganismos y contaminantes adheridos a ellos y evalúa su impacto en la biodiversidad marina.
- Exxpedition. Fundada en 2014 por la activista Emily Penn, consiste en expediciones realizadas exclusivamente por mujeres para estudiar el impacto de los plásticos en el océano. Actualmente 300 mujeres realizan un viaje de dos años (2019-2021) por el Ártico y cuatro giros oceánicos donde más se acumulan los plásticos.
- Turn the tide on plastic. Es un velero de competición de la clase Open 65 que participó en la Volvo Ocean Race de 2018, representando a las Naciones Unidas, con una misión especial: investigar las partículas de plástico en el agua. Para su sorpresa encontró microplásticos en el Punto Nemo, al sur del Pacífico, que es el lugar del océano más alejado de tierra firme.