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Darle voz al planeta

Claudia Bahamón recuerda su infancia con cariño. Su abuelo, el mayor ambientalista que ha conocido, un personaje importante e inspirador, le enseñó a amar la tierra, cultivarla y cuidarla… Con los años se hizo consciente de lo mucho que quería el planeta y de la importancia de comunicarlo.

Arquitecta, presentadora y activista. Su trabajo la apasiona, sin embargo tiene claro que no es su propósito de vida “para mí la pasión es lo que te hace latir muy fuerte el corazón y el propósito es lo que involucra a otros, mi propósito es aprender para pasar la voz, porque uno de los privilegios que me dio la vida fue ese poder de la voz” y aunque tiene clara esa diferencia, muchas veces logra conectar ambas cosas.

Empezó a escribir un blog en el que visibilizaba lo que le preocupaba de la crisis climática. Aunque fue difícil romper con el estereotipo que la encasillaba en moda, belleza y entretenimiento, con el tiempo comenzaron a admirarla y darle valor a su voz. “Creo que todos tenemos la capacidad de sorprender con nuestro propósito de vida, pero adicional, siento que tenemos que darnos importancia a nuestra propia voz. No podemos menospreciar nuestra voz, porque vale mucho”.

Una mujer apasionada, decidida, inquieta, disciplinada, familiar y sensible, capaz de lograr todo lo que se propone por las causas que cree y hacer lo que sea necesario, habla con cariño y respeto del planeta, está convencida de su causa y sabe el papel que tiene como activista ambiental, aunque prefiere no ponerse este título “nunca en mi vida me he puesto un título, no lo tengo y no me considero como tal, creo que todos hoy en día somos activistas. Si encuentras tu causa, no importa cuál sea, si para ti es importante, en algún momento te vas a dar cuenta que para muchos otros es importante”.

Su primer acercamiento con el océano es ahora una anécdota que le saca sonrisas, la invitaron a una limpieza subacuática: “Lo quise hacer porque en ese proceso de mi vida siempre me dije a mí misma “Claudia vas a hacer todo por el planeta, todo. Hasta lo que tu creas que no puedes hacer”». Al momento de lanzarse al océano intentó tranquilizarse pues le tiene fobia a los peces pequeños a los que llama nemo. Sin pensarlo dos veces se sumergió en el agua “en ese trayecto me di cuenta que estaba en una profunda meditación” rodeada de paz y tranquilidad.

En medio de su curiosidad empezó a cuestionarse por lo que estaba viendo, estaba en un autoanálisis pensando cómo reaccionaría si se encontraba con uno de estos peces, en ese momento entendió que lo que estaba presenciando cambiaría su perspectiva de la vida. “No había ni un solo nemo, no había vida, yo estaba en un mar que para mí era el mar de los 7 colores, pero a mi alrededor no había nada, no había ni un solo ser vivo, yo sentí de verdad que me estaba hiperventilando, estaba en un mar en el que no había vida. En ese momento entendí que yo tenía que hacer algo, salí de ahí y dije el océano es mi propósito, tenemos que entender que estamos absolutamente interconectados”.

Luego de un viaje a las Bahamas con su familia superó un poco el miedo a los nemos convecida de la importancia que tienen en nuestro ecosistema “mientras nadaba y miraba entendí que son una belleza, para mí fue uno de los momentos más mágicos que he vivido en mi vida”.

De su conexión con la naturaleza, la importancia de comunicar y pasar la voz, nace una plataforma con el objetivo de dar herramientas a las personas para que se motiven a hacer cambios en su vida “todos en el fondo somos activistas o ambientalistas así creamos que no lo somos, muchas veces queremos hacer algo, pero no lo hacemos porque no sabemos cómo, no sabemos por dónde empezar. Be Clá es un espacio que inspira a otros a cambiar y hacerlo en conjunto, en comunidad, sintiendo que no importa si no lo están haciendo 100% bien, recordándoles que siempre valdrá la pena y que tendrán apoyo en esa comunidad de cambio. Ha sido un proceso super bonito porque es entender que estamos en una transición y que si nos ayudamos en comunidad vamos a llegar a un buen puerto”.

Convencida de que la sostenibilidad es el camino y no el fin, que además cambiar se logra a punta de prueba y error trata de recordarle a quienes la siguen que “está bien cometer un error siempre que nosotros queramos cada vez ser mejores”, aplaude los buenos primeros pasos, felicita a quienes lo intentan y agradece que las personas se cuestionan, pues asegura que lo más difícil del cambio es comenzar.

Se frustra a veces, se cuestiona si realmente tiene sentido y le da eco-ansiedad ver las condiciones en que están muchos de los lugares que visita, sin embargo, encuentra con facilidad excusas para motivarse y no quedarse en el hueco, siempre positiva y sonriente logra entender el papel que juega y logra impactar positivamente en otras personas. Sus hijos la admiran y se enorgullecen, se alegran de decir que su mamá salva el planeta. Les permite ser libres y explorar lo que les gusta, definir en el camino qué causas los mueven y con qué se conectan para descubrir cuál es su pasión o propósito, esperando que quizá quieran, cuiden y protejan el planeta.

““El reto es mantener la esperanza y la esperanza es actuar. El hecho de querer ya es un avance muy grande, no pierdan las ganas”.

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