El proyecto de construcción un puerto de aguas profundas en el Pacífico colombiano, concretamente en el golfo de Tribugá, genera grandes preocupaciones a las comunidades y a los científicos, quienes no dudan en calificarlo como un desastre ambiental y social si se llegara a concretar.
La Procuraduría General de la Nación ya alertó sobre los riesgos ecológicos por este proyecto, declarado por consejo de Hope Spot de Mission Blue, la organización internacional que lidera la prestigiosa bióloga estadounidense Sylvia Earle, designó el Golfo de Tribugá como un sitio Hope Spot, gracias a sus valores ambientales, lo que ayudaría a blindarlo de las amenazas que representa la posible construcción del puerto.
No obstante, el pulso entre promotores y detractores del proyecto sigue, para lo cual se requiere contar con toda la información disponible. Para entender un poco mejor las afectaciones a los ecosistemas, las especies y a los pobladores mismos, pedimos a varios expertos que nos explicaran lo que podría pasar con todas estas riquezas de Tribugá, lo que también expondrá el documental Expedición Tribugá.
Las ballenas jorobadas
El Golfo de Tribugá hace parte del corredor migratorio y zona de reproducción de las ballenas jorobadas del stock G. Debido a su estructura espacial, caracterizada por un escudo continental estrecho e incrementos abruptos en la profundidad, en el Golfo de Tribugá las ballenas jorobadas están restringidas a una franja estrecha en la zona costera. Esta distribución las pone en considerable peligro de colisión con sistemas de propulsión de buques mercantes si se llega a construir un puerto multipropósito en la zona.
Adicionalmente, la construcción y operación de una megaobra de este calibre causaría un incremento significativo en los niveles de contaminación acústica, lo cual sería particularmente nocivo para los mamíferos marinos, especies que dependen de las señales acústicas para sus procesos de reproducción, forrajeo y comunicación.
Desde el año 2018 hemos estado desarrollando un proyecto de acústica pasiva, el que esperamos acoplar con extracción de la hormona de estrés: cortisol. Como se ha reportado para zonas de gran tráfico marino-mercante (e.g. Japón y Canadá), ante elevados niveles de ruido, las ballenas jorobadas dejan de cantar, exhiben cambios en sus patrones de distribución y producen más cortisol.
Natalia Botero Acosta, bióloga Universidad de Antioquia, magister y PhD en Comportamiento Animal de la Universidad de Southern (Mississippi) y directora de la Fundación Macuáticos Colombia
Las tortugas marinas
El Golfo de Tribugá es uno de los lugares más importantes de las rutas migratorias de las tortugas marinas a nivel regional. Alberga las cuatro especies de tortugas marinas presentes en el Pacífico colombiano, todas ellas bajo algún riesgo de extinción, bien sea como zona de tránsito, alimentación y/o anidación.
Estas playas son las más importantes de Suramérica para la anidación de la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) y para el Pacífico colombiano de la tortuga verde (Chelonia mydas). Desde las últimas tres décadas, es el único lugar de Colombia donde se presenta esporádicamente la anidación de tortuga caná (Dermochelys coriacea), siendo la población de esta zona para la especie, en el Pacífico oriental, la de mayor riesgo de desaparecer del planeta. Por otra parte, después de Bahía Málaga, Tribugá es la zona de alimentación y crecimiento más importante para la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) en el Pacífico colombiano.
Dos comunidades asociadas al Golfo viven del turismo asociado a las tortugas marinas. Canciones, ilustraciones y cuentos desde la tradición oral de las comunidades evidencian la importancia de las tortugas marinas a nivel cultural y ancestral para Tribugá.
Karla Barrientos Muñoz, directora de la Fundación Tortugas del Mar
Los tiburones
Si ese puerto algún día se hace, podemos decirles adiós antes de tiempo a los tiburones martillo. Resulta que los adultos que vemos en Malpelo (cada vez menos, pero relativamente numerosos, antes veíamos 600 y ahora 200 o 300 en cada grupo) migran al Golfo de Tribugá para tener sus crías. Si acabamos con los ecosistemas que son propicios para el crecimiento de estas especies, también podríamos ir pensando en consecuencias como perder el gran atractivo que ofrece Malpelo, que es reconocido como uno de los mejores sitios de buceo en el planeta.
Sandra Bessudo, bióloga marina y directora de la Fundación Malpelo y Otros Ecosistemas Marinos
Los manglares
Los manglares cumplen diversas funciones ecológicas y culturales que se verían afectadas con la construcción del Puerto en el Golfo de Tribugá. El proyecto de construcción del puerto contempla la tala rasa de más 900 hectáreas de manglar con lo cual no solo se perdería una gran extensión de este bosque y las especies de plantas, sino que se verían afectadas muchas especies de peces, aves, anfibios, reptiles y moluscos que tienen en este ecosistema su hábitat.
El puerto modificaría de forma irreversible la hidrodinámica de la zona, lo cual afectaría la sobrevivencia de los manglares restantes que pueden cubrir otras 1800 hectáreas, al modificar los cursos de agua y el aporte de sedimentos necesarios para contrarrestar el acelerado incremento actual en el nivel del mar y garantizar su supervivencia.
Adicionalmente, los suelos de los manglares se consideran entre los mayores sumideros de carbono del planeta. Con la tala estos bosques el carbono acumulado sería liberado a la atmósfera contribuyendo a la contaminación regional y al calentamiento global (ya han desaparecido entre el 30% y 50% de los manglares del mundo).
Los manglares se consideran barreras de protección costera ante mares de leva, tormentas y tsunamis los cuales afectan las comunidades humanas asentadas en la costa, y otros ecosistemas tierra adentro como natales, sajales y guandales, los cuales forman una conexión continua con los manglares. Las comunidades locales no solo valoran los manglares por estos servicios, sino también porque los han incorporado a sus actividades económicas y al turismo ecológico.
Ligia Estela Urrego Giraldo, Ph.D, ingeniera forestal de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, y Doctora en Biología de la Universidad de Ámsterdam.
Las comunidades
Hay mucha gente en el Chocó que está de acuerdo con que se haga el puerto, pero nosotros que hemos venido trabajando con las comunidades en el tema productivo y social, y que conocemos a profundidad sus necesidades, creemos que no es muy factible la construcción del puerto para la cultura nuquiseña. Nosotros hemos vivido una vida muy tranquila, de sustento, nuestros antepasados nos han dejado un legado de la protección del medio ambiente, entonces hemos sido muy cuidadosos en saber vivir y compartir con la naturaleza. Por eso creemos que el puerto no es lo mejor que nos pueda pasar.
Nuestra calidad de vida es muy óptima porque la entendemos como poder caminar descalzos por una playa, con aire puro, libres y tranquillos. En vez de afectar al municipio con el puerto, hay unas necesidades prioritarias que el Estado debería cubrir como el saneamiento básico, educación, salud y buena comunicación. No debemos esperar a que llegue un puerto para decir que nos van a resolver esos problemas. No queremos que pase lo mismo que en Buenaventura que se fue convirtiendo en una ciudad con muchos peligros y no puedes salir a la calle. En Buenaventura está recogida toda la pobreza y el problema de orden público del país. Los políticos y los empresarios no están pensando en la comunidad sino en su propia economía. Eso es lo que ha pasado en Buenaventura y no queremos que en Nuquí pase lo mismo.
Fausto Moreno Bonilla, tecnólogo pesquero y líder social de Nuquí
El turismo de naturaleza
El primer cambio notorio seria el tipo de perfil del turista que ha visitado esta región, que es un turista con alta sensibilidad frente a la sostenibilidad, la comunidad, el medio ambiente y la naturaleza en general. Hoy la gente va a apreciar una belleza natural, un lugar que es prístino y en alto estado de conservación, y obviamente después del puerto ya sería un montón de infraestructura, barcos y un impacto muy grande alrededor pues este tipo de obras demandan materiales de la naturaleza como arenillas y arcillas que van a afectar la biodiversidad, y seguramente va a haber más deforestación.
En el largo plazo va a hacer que el sitio pierda todo interés desde el punto de vista ambiental y natural, y se nos va a volver un turismo de enfoque corporativo y no de naturaleza. Adicionalmente vienen un montón de personas a poblar y a trabajar en esas infraestructuras y entonces van a demandar otro tipo de entretenimiento como piscinas y toboganes que aportarán más impacto ambiental porque ya no se disfruta de lo que existe sino de lo que el hombre construya.
Guillermo Gómez, ecohotelero de Nuquí