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Mangleros de Cispatá

El tiempo es infinito y la vida es corta, mientras haya manglar habrá mangleros” A mediados de la década de 1970 unas 500 familias decidieron trabajar por la restauración.
Ignacia de la Rosa Pérez Líder del manejo sostenible por comunidades locales en los territorios

Estamos en la bahía de Cispatá y en Bocas del Río Jobo, que es la desembocadura del río Sinú. También en comunidades de los municipios de San Antero donde hay unas 320 familias, en Lorica y en San Bernardo tenemos 6 organizaciones.

Desde 1976 la comunidad de mangleros empezó con alrededor 500 familias y ahora son más, ya están involucrados los hijos y los nietos. Empezamos nuestro trabajo hace mucho tiempo, esto viene de generación en generación, siglos atrás cortando selectivamente lo que la gente necesitaba. Cuando llegaron las normas del Inderena, en 1995, nos quedamos sin permiso y empezamos a hacer gestión con diferentes instituciones para poder seguir haciendo un aprovechamiento con un manejo de acuerdo con los procesos naturales: dónde se deteriora el manglar, por qué se deteriora y entonces vamos buscando razones que nos van diciendo cómo está cortado, las corrientes, si la temperatura subió… era un trabajo empírico en ese momento. En los 90 empezamos a trabajar con los ingenieros, empezamos el trabajo por la necesidad que la gente tenía de obtener algún recurso económico, aquí se vendía carbón, se vendía corteza de mangle.

No somos conservacionistas, el conservacionista no está ahí, la comunidad está ahí pendiente de todos los procesos, nosotros trabajamos con manejo sostenible por comunidades locales, que en el tiempo se mantengan las especies y los productos. Saber dónde se deterioran, qué se puede hacer por ellos. No nos atenemos a las instituciones o a los gobiernos porque no vienen sino cuando ya todo se deterioró.

El Plan de Manejo Sostenible es el que nos da las pautas de aprovechamiento del manglar. Consiste primero con una zonificación que nos dice dónde el manglar se renueva solo, dónde hay que renovarlo, dónde se puede y no se puede aprovechar, y encontramos unas áreas de sostenibilidad. Lo comenzamos en 1989 con una firma contratada por la Corporación para la parte técnica, con un grupo interdisciplinario de economistas, biólogos y antropólogos que interactuaron con la comunidad, quien aportó la parte histórica del manejo del manglar. Luego hicimos otro con la organización Internacional de Maderas Tropicales para la zona de la bahía de Cispatá y la comunidad, Plan de Aprovechamiento y Manejo de la Zona de Uso Sostenible, que lo encuentras en internet.

Hemos aprendido a identificar los problemas existentes del manglar de acuerdo con los procesos naturales. Hicimos una recopilación histórica con nuestros ancianos para saber cómo era el manglar cuando ellos eran pequeños y de ahí sacamos una idea de la restauración que al principio no sabíamos que así se llamaba. Nuestros mangleros historiadores más viejos, de casi 100 años, nos dieron la pauta para atrevernos a decirle a los ingenieros forestales y a los biólogos lo que estaba pasando y discutir el tema con ellos con esta perspectiva histórica que ha sido fundamental para el mantenimiento y desarrollo del manglar, y para haber recuperado alrededor de 1.500 hectáreas de manglar deteriorado y muerto. Fortalecimos la historia oral con documentos escritos, fotos y la ayuda de ingenieros forestales. Tuvimos la suerte de tener un profesional que aceptó el conocimiento empírico de la gente, el conocimiento de sus territorios en cuanto a lo que hubo en ciertas áreas y qué pasó para que hoy ya los manglares no estén. Ahí se fortaleció mucho el sentido de pertenencia. La apropiación del territorio y la identidad del afrodescendiente son fundamentales para el desarrollo de nuestras comunidades porque si eso no se da, la comunidad no avanza.

Foto: Apple
Foto: Apple

Aprovechamos un poquito de manglar de acuerdo con los inventarios realizados. De ahí salen unas cuotas que dicen cuantos metros de madera pueden utilizar para poder sostener el manglar en el tiempo. Todos los estudios técnicos son llevados a la comunidad para ir conociendo las áreas y aprendiendo el lenguaje con los ingenieros y los biólogos.

Nos motiva la necesidad y luego la convivencia porque estamos compenetrados con este proceso que nos hace sentir la responsabilidad con el manglar y con todo su ecosistema. Nosotros tenemos algo que es especial, que es la sinceridad, no decir mentiras. Por el contrario, digo que quiero al manglar porque el manglar me quiere a mí y nos quiere a nosotros, porque el manglar nos da mucho, entonces nosotros también debemos retribuirle en algo todo eso que nos da. Le retribuimos en restauración, en mantenimiento de los filos de agua, y en ayudarle a estar bien. Por eso se mantiene ahí, porque tiene a la comunidad que está velando por él siempre, vigila y nos informa en qué partes el manglar se está deteriorando y nosotros gestionamos recursos para mejorarlo con ayuda científica y económica.

Lo más difícil es la lucha por enseñar y crear toda esta conciencia ecológica y de un aprovechamiento racional, al principio la gente mayor aprendió mucho. Hoy estamos luchando para tener nuevas capacitaciones para los jóvenes porque la parte de educación ha sido fundamental para el mejoramiento de la calidad de vida de los mangleros y sus familias ,la comunidad ha adquirido muchos conocimientos con lo poco que aportan las entidades para poder mejorar. Necesitamos recursos económicos para la agricultura, la pesca, el aprovechamiento de madera, el turismo.

Las políticas públicas han cambiado mucho, se habla del mejoramiento ambiental, de la calidad del ambiente, se habla mucho de los manglares, pero se hace muy poco. Desenredar la Ley de Tierras para poder hacer todo lo que queremos hacer por el manglar, es fundamental.

Los jóvenes hijos de mangleros, que hoy son profesionales, en algún lugar del país o en el exterior recuerdan sus raíces, no con vergüenza sino con orgullo, y me llaman. Eso ha sido muy interesante porque ha exitido un cambio social y académico. Y los jóvenes que no tienen tantas oportunidades, trabajan en el bosque, en el manglar, en la agricultura, en la pesca, en el turismo y como guías de estudios universitarios porque los mangleros tienen su “propia brújula mental y sus propias GPS y sus coordenadas”. Vamos integrando a los jóvenes a ir a las reuniones y manejando conceptos técnicos y un lenguaje diferente.

El año pasado creamos un observatorio social del manglar para recopilar los estudios que hay y evaluar qué posibilidades hay de mejorarlo y de trabajar con los estudiantes, desarrollar investigaciones y avanzar en el conocimiento, enseñarle a los niños sobre el manglar porque todavía hay nativos que no conocen el manglar ni el proceso de recuperación que se ha hecho en la zona.

Nuestro logro principal es tener un manglar sostenible y tener una comunidad integrada a la sociedad, algo que no se daba antes porque éramos muy discriminados como comunidad afrodescendiente, eso ha disminuido. El manglero hoy tiene un nombre a nivel internacional, el manglero existe. Antes no se sabía que existían las comunidades de mangleros como grupo de trabajo; el ferrocarril trabajaba con leña de mangle, en los grandes barcos las calderas las movían con leña de mangle. Nuestra satisfacción es ser una entidad que dignifica el ecosistema del manglar. Lo que más me satisface es ver una comunidad cambiada, que vivía en hacinamiento, donde la mayoría no sabía leer ni escribir, y ahora los jóvenes quieren tener casa propia, seguimos siendo pobres, pero con otras metas y otras formas de vivir. De lo que éramos en los años 40 o 50 hemos mejorado en un 70% o en un 80%, las entidades ya nos buscan y hacemos cosas en compañía con ellos, cosa que antes no se daba porque aquí llegaban, hacían sus estudios por su cuenta y la comunidad no se enteraba de nada.

El manglar y todo su ecosistema le sirve a la comunidad para sentirse protegida, es para nosotros como una madre protectora. Nos protege de los vientos, nos da el poco dinero que recibimos y promueve la parte social al estar asociados y agrupar varias organizaciones para trabajar coordinados y gestionar recursos. El tiempo es infinito y la vida es corta, mientras las comunidades mantengan la historia del manglar y haya líderes que se vayan renovando habrá manglar. El manglar es como el hogar y cuando los hijos se van las cosas se deterioran, se mueren los viejos, las casas se caen o hay que venderlas, pero mientras haya manglar habrá comunidad de mangleros, porque el manglar necesita de mucho cuidado que no lo van a hacer las instituciones ni las empresas privadas, que llegan y se van. Los manglares sin comunidad se morirían porque la misma naturaleza los acaba.

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