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Los barcos de la Agenda del Mar

Durante 25 años la Agenda del Mar ha permitido que múltiples embarcaciones hayan navegado por sus páginas contándonos acerca de nuestra historia y nuestro mundo, el único que por ahora tenemos.

Por: Santiago Arbeláez Arango
Navegante

El mundo se hizo pequeño gracias a la navegación. Las exploraciones marineras acortaron las distancias y acercaron pueblos, aportaron a la ciencia y a la guerra, y sea como fuere nos situaron a todos en un mismo mundo. Los barcos, y quienes contaron sobre ellos, han tejido la historia de la humanidad. Durante 25 años la Agenda del Mar ha permitido que múltiples embarcaciones hayan navegado por sus páginas contándonos acerca de nuestra historia y nuestro mundo, el único que por ahora tenemos.

El barco más antiguo que ha pasado por la Agenda del Mar es un barco fantasma cuyo nombre siquiera conocemos, un barco que nos contó cómo era la vida hace 3.400 años cuando naufragó con su generoso cargamento de lingotes de cobre de 30 kg cada uno y de joyas que venían del cercano oriente. Ulu Burum, costa del Mar Egeo, esa es la localización geográfica de que es con seguridad el más antiguo pecio jamás hallado. Otros dos naufragios famosos son el Ma'Agan Michael (Siglo II A.C. costa de Ma'Agan Michael, Israel) y el Antikithera (80 años A.C., islote situado entre Creta y la Grecia continental), interesantes por haber servido de base para la arqueología submarina.

Pero la Agenda nos ha contado la historia de barcos hundidos que por cercanos nos parecen menos fantasmagóricos, como la del galeón San José, que llevaba en sus entrañas parte de las riquesas de la flota de Indias mientras que en compañía de el San Joaquín y el Santa Cruz y otras 14 embarcaciones arrumbaban a Cartagena de Indias. El 8 de junio de 1708 fue enviado al fondo del mar en frente de Isla Rosario tras ser cañoneado por el Expedition que navegó entre el bajo de Sal Medina y las islas del Rosario pacientemente esperanto el arribo de la flota.

Naves como la Pinta, la Niña, y la Santa María en el épico viaje de descubrimiento de América con Cristobal Colón, han navegado por estas páginas, mientras en el San Gabriel y el Berrío, Vasco da gama llegaba hasta la India doblando el cabo de Buena Esperanza. Capeando la misma tinta pasaron por acá la Victoria, la San Antonio, la Trinidad, la Concepción, y la Santiago en la primera circunnavegación del globo durante la expedición de Magallanes. Y entre las mismas pastas estuvieron barcos de navegantes en solitario que también rompieron mitos y paradigmas, como el Spray de Slocum navegando por primera vez alrededor del mundo, o el Gipsy Moth IV con Chichester a la caña con una sola parada en Australia, o el Suhaili de Knox-Johnston sin ninguna escala, mientras el Joshua en una y media vuelta alrededor del globo sin detenerse acompañaba a su patrón Moitessier simplemente «… porque soy feliz en el mar y tal vez para salvar mi alma».

También se han descrito las historias de barcos que han llevado dolor y muerte, como Bismark, el Graf Von Spee, el Prince of Wales, el Prinz Eugen, o el Hood que fue en su momento el mayor barco construido, naves estas que en su momento cambiaron el rumbo de la mayor guerra que ha tenido la humanidad.

Otras historias contadas hacen referencia a barcos icónicos, como el Titanic, en cuyo viaje inaugural pareció dar una lección de humildad a todos los hombres que pensaron haber construido una máquina que en su momento superó todos los límites. O la historia de la goleta América que cambió para siempre los conceptos de la navegación deportiva y que durante años ejemplarizó la rivalidad entre dos grandes naciones marineras.

Algunos otro barcos han dejado su estela en estas páginas de manera inspiradora, acercando sueños de otra forma imposible, como el Pelagic Australis que con su andar seguro en condiciones extremas pone al alcance de quien se atreva la navegación cabo hornera más allá de los cuarenta bramadores. Otras veces la inspiración viene dada por barcos como el velero San José I que dejó de tener agua salada por su quilla después de atravesar medio país para disfrutar de los mimos de sus dueños en medio de los Andes.

Y que los barcos tiene sentimientos y personalidad quedó claro en la completa y precisa descripción de la historia y logros de nuestro querido buque escuela ARC Gloria, embarcación que con su ondeante pabellón ondeando en la popa hace sentir orgullosos a los colombianos que tienen el gusto de verlo como embajador en aguas lejanas.

Los barcos son así, pasan las tripulaciones y los capitanes, pero ellos perduran en la historia de los libros y textos que tienen el honor de incluirlos.

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