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La importancia de los humedales para los océanos

Algunas de las funciones ecológicas y servicios ecosistémicos que los humedales brindan incluyen: hábitat para los peces, control de inundaciones, protección contra las mareas de tormentas, recarga de aguas subterráneas y oportunidades recreativas.

Por: Marcela Bonells – Oficial de apoyo en asuntos científicos y técnicos Secretaría de la Convención de Ramsar

Los humedales son uno de los ecosistemas más biodiversos en el planeta debido a la variedad de funciones ecológicas que desempeñan, a los importantes servicios y beneficios ecosistémicos que brindan y a la diversidad de vida animal y vegetal que albergan.

Por consiguiente, los humedales son a menudo denominados como los supermercados de la naturaleza ya que pueden ser importantes fuentes de medios de vida para la gente; y como los riñones de la naturaleza, debido a las funciones que realizan para la filtración y la purificación del agua. Pueden ser considerados como un vínculo entre los recursos hídricos y terrestres. Estos se entienden generalmente como áreas terrestres permanentemente o temporalmente saturadas por agua.

Existen diversos tipos de humedales, tales como los manglares y arrecifes de coral que pueden encontrarse casi en todas partes en el planeta. Estos pueden variar en tamaño, desde un pequeño estanque, hasta un gran complejo de humedales como el Pantanal, considerado el humedal de agua dulce más grande en el mundo.

Son importantes para los océanos y comunidades costeras porque brindan funciones y servicios esenciales para el medio ambiente y para la gente, que se estima tienen un valor de miles de millones de dólares de EEUU. Por ejemplo, se ha calculado que en el 2010 la producción de la pesca de captura continental a nivel global llegó a los 11.2 millones de toneladas, derivadas en gran parte de los humedales.

Algunas de las funciones ecológicas y servicios ecosistémicos que los humedales brindan incluyen: hábitat para los peces, control de inundaciones, protección contra las mareas de tormentas, recarga de aguas subterráneas y oportunidades recreativas, tales como la pesca, la observación de aves y el  buceo, entre otras.

A pesar del papel crítico que estos ecosistemas juegan en la naturaleza, se encuentran bajo presión y están desapareciendo a un paso alarmante. 

¿Qué son los humedales?

La Convención sobre los humedales (comúnmente conocida como la Convención de Ramsar), es un convenio internacional para la conservación y uso racional de los humedales y sus recursos, la cual proporciona un marco para la acción a nivel nacional y la cooperación a nivel internacional. Fue firmada en 1971 en Ramsar, Irán y cuenta actualmente con 169 Partes Contratantes que han designado 2.212 Humedales de Importancia Internacional que abarcan 210.955.217 ha. La Convención adopta una definición amplia e integral de los humedales la cual incluye: “extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.

Foto: Kristhian Castro V.

Por lo tanto, los humedales incluyen “todos los lagos y ríos, acuíferos subterráneos, pantanos y marismas, pastizales húmedos, turberas, oasis, estuarios, deltas y bajos de marea, manglares y otras zonas costeras, arrecifes coralinos, y sitios artificiales como estanques piscícolas, arrozales, reservorios y salinas”.

Colombia, que es Parte Contratante de la Convención de Ramsar desde 1997 mediante la  Ley 357, aplica esta definición mediante legislación nacional. El país ha designado seis Humedales de Importancia Internacional o sitios Ramsar bajo la Convención los cuales abarcan 708,684 ha. Dichos sitios son: el Complejo de Humedales Laguna del Otún, Sistema Delta Estuarino del río Magdalena, Ciénaga Grande de Santa Marta, Delta del río Baudó, Sistema Lacustre de Chingaza, Laguna de la Cocha, Complejo de Humedales de la Estrella Fluvial Inírida.

Bajo el sistema de clasificación de humedales de la Convención, los humedales pueden ser agrupados en tres categorías, las cuales abarcan 42 tipos de humedales:  

· Humedales marinos y costeros (ej. manglares, lechos marinos submareales, arrecifes de coral, playas de arena o de guijarros, pantanos y esteros, etc.)

· Humedales continentales (ej. Lagos, turberas, ríos, arroyos, deltas interiores, etc.)

· Humedales artificiales (ej. arrozales, estanques de acuicultura, reservorios, salinas artificiales, etc.)

Por lo tanto, los humedales afectan directa o indirectamente las vidas de mucha gente. Por ejemplo, en Colombia se estima que hay alrededor de 31.702 humedales (aproximadamente 20 millones de hectáreas), y como resultado, casi 29 millones de colombianos (o alrededor de 87% de la población) se calcula que coexisten con dichos ecosistemas. 

Funciones y servicios ecosistémicos

Los humedales desempeñan funciones reguladoras críticas en la naturaleza y brindan servicios y beneficios vitales a la gente estimados en miles de millones. Para ilustrar el punto, un estudio global de 63 millones de hectáreas de humedales evaluó su valor económico en 3.5 mil millones de dólares anuales. Además, un estudio global realizado en el 2012, el cual comparó el valor monetario de diez biomas estimó que los arrecifes de coral tienen el mayor valor económico (500.000 dólares por hectárea por año).

En términos de funciones ecológicas de regulación, son un componente importante en el ciclo del agua. Generalmente, los humedales reciben el agua del paisaje (mediante la lluvia, por ejemplo) y la reparten a través de los ríos hasta las costas y los océanos. Algunos actúan como esponjas naturales almacenando agua proveniente de la lluvia y descargándola lentamente, lo cual contribuye a la recarga de acuíferos, la reducción de inundaciones y la desaceleración de la erosión.

Asimismo, algunos humedales pueden jugar un papel importante en el ciclo del carbono, actuando como sumideros de carbono y contribuyendo a la regulación del clima. 

Carbono azul:

Por ejemplo, ciertos tipos de humedales costeros, tales como los manglares, marismas de agua salada y lechos marinos tienen la capacidad de almacenar grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera actuando como sumideros y almacenando carbono acumulado durante años. Esto es conocido como el carbono azul. “Recientes estudios estiman que los humedales costeros y manglares pueden llegar a capturar carbono a un ritmo dos a tres veces mayor que el de los bosques tropicales maduros. La mayoría del carbono azul es almacenado en el suelo, no sobre el suelo en materia vegetal (biomasa) como es el caso con los bosques tropicales”. Sin embargo, cuando estos ecosistemas son destruidos o degradados, estos pierden su capacidad de almacenamiento, convirtiéndose entonces en emisores de carbono. 

Con respecto a servicios y beneficios ecosistémicos generados por los humedales, estos pueden ser ampliamente categorizados de la siguiente manera:

· Servicios de regulación (ej. filtración y purificación del agua, regulación del clima, protección contra inundaciones, tormentas y catástrofes naturales, así como el control de la erosión, etc.)

· Servicios de aprovisionamiento (ej. alimentos, fibras, agua dulce, etc.)

· Servicios de apoyo (ej. servicios necesarios para el desempeño de otros servicios)

· Servicios culturales (ej. recreación: incluido el avistamiento de pájaros, el esnórquel, el buceo, el ecoturismo y las actividades espirituales, etc.)

Como un ejemplo de los servicios de aprovisionamiento, los resultados preliminares de un estudio reciente en Colombia estimaron que alrededor de 13.000 toneladas de pescado al año provienen de los humedales en el país.

Los humedales también pueden servir como infraestructura natural. Por ejemplo, algunos tipos de humedales como los manglares y arrecifes de coral pueden ayudar a proteger las líneas costeras e islas de las mareas de tormentas y el daño causado por las olas por medio de la desaceleración del flujo del agua.

Los manglares y la protección costera:

Un estudio de la valoración de los servicios de protección contra tormentas y el control de la erosión proporcionado por 1.800 hectáreas de manglares en el Parque Nacional de Ream en Camboya calculó su valor en 300.000 dólares por año. Esto es además de otros servicios como la provisión de hábitat para peces, leña y medicinas, entre otros, calculado en 600.000 dólares.  

Foto Marcela Bonells

La pérdida y degradación de los humedales

A pesar de ser uno de los ecosistemas más biodiversos y productivos en la naturaleza, son a menudo subestimados y considerados como terrenos baldíos donde solo abundan los mosquitos.

Si bien la concientización sobre la importancia de estos humedales está aumentando y se ha generado un número considerable de leyes y normativas para su protección a nivel nacional e internacional, los humedales continúan siendo degradados y destruidos. Cabe mencionar que el ritmo de desaparición de los humedales varía de región a región.

Por ejemplo, estimaciones recientes de la desaparición histórica de los humedales, la cual consideró 189 estudios, calculó que la extensión global de los humedales en el siglo 20 disminuyó un 64-71%, con un ritmo de desaparición más alto en algunas regiones del mundo. Su desaparición y degradación continúa hoy en día.  

Como resultado, sus valiosos servicios ecosistémicos y funciones también desaparecen afectando de manera negativa no sólo el medio ambiente sino también a las personas que directa o indirectamente dependen de ellos. El costo de la perdida de servicios de ecosistemas proporcionados por los humedales, incluidos los arrecifes de coral, se calcula alrededor de 20 billones de dólares al año.

Aunque hay diferencias en las regiones del mundo, en general, los principales impulsores de la pérdida y la degradación de los humedales incluyen: la conversión de tierras para la agricultura, urbanización y desarrollo de infraestructura, cambios en el uso y la disponibilidad del agua, desarrollo industrial y porteño y acuicultura, al igual que la aplicación deficiente de leyes y políticas.

Sin embargo, es importante notar que a pesar de las tendencias negativas, esfuerzos para protegerlos han tenido impactos positivos. Por ejemplo, en los EEUU ha habido un incremento desde 1968 en el número de aves invernando a lo largo de las líneas costeras. Además, mecanismos innovadores y herramientas para la conservación de los humedales y la biodiversidad están aumentando en el mundo. Por ejemplo: los bancos para la mitigación de los humedales, bancos de hábitat, los pagos por servicios ambiéntales, reservas naturales y acuerdos de puerto seguro, entre otros. No obstante, medidas adicionales se requieren con urgencia para frenar la pérdida y degradación de estos importantes ecosistemas y la diversidad biológica que sostienen. 

Los retos

Cómo la pérdida y la degradación continúan a un ritmo alarmante, se requieren medidas por parte de los actores interesados en todos los niveles y a través de sectores diferentes. La falta de capacidad institucional, la deficiente aplicación de leyes, regulaciones y políticas, al igual que la continuación (y en algunas partes del mundo la aceleración) del desarrollo (en áreas urbanas, rurales y costeras) continúan siendo grandes retos.

Es imperativo que la conservación de los humedales sea abordada a través de diferentes sectores gubernamentales (ej. Agricultura, agua, diversidad biológica) y de una manera holística y armoniosa. Los humedales también deberían tener un rol principal en el manejo de recursos hídricos y sus valores ecosistémicos deberían ser integrados en la toma de decisiones y la formulación de políticas. Herramientas para la conservación y restauración de los humedales de carácter no reglamentario y no tradicional deberían ser promovidas aún más.

Otras acciones sobre el terreno, tales como campañas de limpieza, concientización mediante eventos locales como la celebración del Día Mundial de los Humedales, ponerse en contacto con representantes del gobierno a nivel local, y visitar Sitios Ramsar o humedales cercanos también pueden tener un impacto positivo.

 

Advertencia: Las opiniones y designaciones expresadas en esta publicación son las de su autor y no representan puntos de vista oficialmente adoptadas por la Convención de Ramsar o su Secretaria. 

Nota: La bibliografía de este texto se encuentra en las páginas 122, 123 y 124 del libro: Hacia dónde van nuestros océanos.

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