Por: Carlos del Cairo Hurtado, Jesús Alberto Aldana Mendoza, Carla Riera Andreu y Victoria Báez Santos; ONG Fundación Anfibia
Con esto en consideración, la defensa de los espacios costeros ha sido todo un desafío para las personas allí asentadas. En el periodo Colonial del continente americano, fue común el uso de fortificaciones y embarcaciones para proteger los accesos a las plazas fuertes. Estas eran de particular interés por parte de los imperios españoles, ingleses, portugueses, holandeses y franceses, los cuales se enfrentaban continuamente por el control territorial y marítimo de los distintos puertos del Caribe y el Pacífico.
Protagónico fue el rol desempeñado por Cartagena de Indias y su puerto por varios siglos de la Colonia (algo observable en los Patrimonios Culturales Marítimos y Subacuáticos que se preservan en la actualidad), sin embargo, a lo largo del actual territorio colombiano existieron otros puertos que fueron de interés por parte de los objetivos de las potencias europeas. Este es el caso de dos puertos ubicados, por un lado, en la región insular al norte de Colombia (Islas de Providencia y Santa Catalina) y, por el otro, en la región Pacífica al occidente del país (Buenaventura). Poco ha sido el interés prestado desde la perspectiva arqueológica a estas dos áreas, no obstante, algunos estudios se han adelantado y se han complementado con aproximaciones históricas que han contribuido a la comprensión de este fenómeno: la defensa marítima de un puerto.
Para lograr ese propósito, allí confluyen varios aspectos vinculados a las estrategias y tácticas para defender un espacio compuesto por un espacio terrestre y uno marítimo. En un área costera, en realidad, las fronteras entre el agua y la tierra desaparecen; por lo que resulta necesario acudir a un planteamiento anfibio donde cada construcción defensiva, y el espacio natural en el que se encuentra, juegan un papel clave. Esto fue entendido por la Corona Española desde un principio, por lo que los sistemas defensivos eran mejorados con el pasar de los siglos, con un claro vínculo con el ensayo y el error. Como resultado de todo esto, en las plazas que eran defendidas militarmente en el Caribe y el Pacífico se comenzó a observar una clara apropiación de los entornos portuarios por parte de las poblaciones locales. Ahora bien, es claro que existen diferencias en términos de escala e índole defensiva en los escenarios de interés de este escrito: Providencia y Santa Catalina y Buenaventura. Lo cual no resta importancia a ninguno, dado el evidente potencial que ofrecieron y el rol defensivo que jugaron en varios momentos de su historia.
Como reflejo de toda esta trayectoria histórica, en la actualidad aún se pueden observar los vestigios de estos planteamientos defensivos pasados. En Providencia y Santa Catalina se preservaron en el fondo del mar los restos de embarcaciones naufragadas en los siglos recientes, a lo que hay que sumar la presencia de distintos cimientos y piezas de artillería de las fortificaciones que defendían la sección occidental de las islas, reposando hoy en día bajo el agua o en el borde costero. Este es el caso de construcciones militares de distintos tamaños tales como los fuertes Nuestra Señora de Guadalupe, San José, Cortadura San Gerónimo, Warwick o Santa Teresa; la batería de San Salvador; y las plataformas de San Mateo, San Agustín, Santa Cruz, Limpia Concepción, Playa Grande, Aguada Grande, Santiago (la mayoría de estos con denominaciones distintas con el pasar de los siglos y las colonias que las ocupaban). Lo complejo de estos sitios arqueológicos costeros y subacuáticos, además de reflejar un claro interés de defender con numerosas infraestructuras la región cubriendo grandes áreas terrestres y acuáticas, radica en la diversidad de personas que los construyeron, ocuparon y usaron durante su vida útil. Esto, dadas las múltiples ocupaciones de diferentes actores europeos que habitaron y defendieron las islas durante distintas décadas del periodo Colonial, en el que además de los españoles hay evidencias de presencia inglesa, francesa y holandesa.
Por su parte, aunque a una escala menor, en Buenaventura se han podido rastrear históricamente evidencias de fortificaciones coloniales ubicadas en el litoral y que defendían las zonas de acceso al puerto y sus áreas de mayor tránsito. Así mismo, existen indicios corroborados por parte de fuentes orales locales de un par de naufragios de los periodos históricos recientes que reflejan la movilidad y accesibilidad al puerto. Este es el caso de los naufragios asociados posiblemente a las embarcaciones “Tritona”, “Rubí” y “Vencedor”. Tal fue la importancia del puerto de Buenaventura durante tantos años, que incluso en las épocas recientes existen en píe infraestructuras militares vinculadas a conflictos de Colombia de la primera mitad del siglo XX, ubicados en zonas paralelas al puerto de la ciudad. Este es el caso de uno de los bunkers de la guerra colombo-peruana, que data del año 1927, del cual aún en la actualidad se pueden observar los muros y techos en pie, donde los niños y niñas juegan hoy en día. Así, con todo esto en consideración, mientras Providencia y Santa Catalina defendían una zona de tránsito y movilidad alrededor de un puerto insular, Buenaventura lo hacía para proteger el gran acceso que proporciona la bahía de la ciudad para acceder al puerto continental.
En definitiva, el fin último de estas reflexiones de carácter histórico y arqueológico radican en seguir contribuyendo a la generación de una apropiación cultural y patrimonial por parte de las comunidades locales hacia estos recursos reflejo de los fenómenos del pasado. Particularmente, de los vestigios y restos de la defensa marítima estratégica de estos antiguos puertos. Por consiguiente, las comunidades adquieren un rol protagónico en la medida que valoran y al mismo tiempo protegen estos restos que, comprendidos desde la arqueología y la historia, permiten entender en mejor medida sus trayectorias históricas. Donde la defensa de dos puertos, en teoría completamente distintos por ubicación y propósito, poseen un pasado común que se conectan bajo la perspectiva pasada de la nación colombiana y el antecedente colonial. Este reconocimiento pasado y presente, desde lo comunitario y lo científico de la mano, fortalece aún más la constitución de Colombia como un país marítimo, en el que las personas que lo habitamos podemos enfocar nuevamente nuestra vista al mar. Particularmente, en aquellas áreas que por distintas causas parecen tan alejadas de la construcción de un país acuático, donde el Patrimonio Cultural Marítimo y Subacuático puede jugar un papel relevante para alcanzar este objetivo conjunto.
¿Sabías que Providencia y Santa Catalina fueron un punto de gran interés por parte de las Colonias Europeas entre los siglos XV y XIX?
En las fuentes históricas y arqueológicas se observan regularmente evidencias asociadas a ocupaciones españolas, inglesas, francesas e inglesas durante distintos lapsos de tiempo mientras se peleaban el poder en esta área del Caribe.
¿Sabías que la región Insular de Colombia cuenta con una gran cantidad de bajos, cayos, arrecifes, bancos de arena e islas que revistieron de interés tanto en el pasado como en la actualidad?
La importancia de toda esta gran área del Caribe colombiano no se limita únicamente a las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en realidad, existen una gran cantidad de accidentes geográficos que desde hace siglos son de interés para las sociedades que los transitan (Roncador, Mosquitos, Serrana, Serranilla, Quitasueño, entre muchos otros). Al ser un área de alta y constante navegabilidad de embarcaciones, siempre hubo un interés por parte de los europeos que habitaban las islas en controlar y defender estas zonas.
¿Sabías que a pesar de la importancia del puerto de Buenaventura, la Corona Española no fortificó a gran escala la costa de esta plaza?
A diferencia de otros puertos tales como Cartagena de Indias, Santa Marta o las mismas islas de Providencia y Santa Catalina, en las fuentes históricas del área no se ha evidenciado una continuidad en la presencia de diversas fortificaciones o estructuras militares que vigilaran, controlaran y defendieran la región, a pesar del lugar relevante que ha ocupado este puerto desde hace siglos.
¿Sabías que, a diferencia del mar Caribe, el Pacífico no cuenta con historias relacionadas con grandes batallas o confrontaciones entre las colonias europeas interesadas por esta área del continente?
El mar Pacífico colombiano, a pesar de su creciente importancia en la actualidad, no cuenta en sus puertos con famosas historias sobre la defensa marítima de la región durante la Colonia; sin embargo, durante la guerra colombo-peruana del año 1927 se erigieron bunkers muy similares a los de las grandes Guerras Mundiales, que reflejan la importancia del control territorial y marítimo para la nación en esta área marítima.