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Faros: más que una luz que guía

Los faros son más que estructuras de acero con una luz para guiar. Descubra los secretos de los faros y de los hombres que aún los cuidan.

Por Jorge Prieto Diago, excomandante de la flotilla de submarinos de la Armada Nacional

Para los marinos los faros son la luz que les ayuda a posicionarse y les indica que deben alejarse de los peligros a la navegación. Ellos van buscando esa luz, saben que está por la zona pues tienen apuntado en su derrotero los datos de altura, alcance y período de cada faro que se van a encontrar en la ruta.

Con sus binóculos otean el relieve costero queriendo encontrar los destellos emitidos por el faro, los cronometran, los ubican. Al navegante le produce alegría comparar lo visto con lo escrito en la carta y tener la certeza de saber en qué lugar del mar se encuentra sin ayuda de equipos electrónicos. Puede que para él ese faro con nombre de accidente geográfico nunca deje de ser una luz destellante visible a determinada distancia. Si es de día también lo puede ver, puede ver la forma de una lejana estructura, sin poderla detallar; casi nunca sabe las mil historias que se encuentran detrás de ese faro.

El dato

¿Para qué sirven los faros?
– Ayudan a tomar una posición geográfica
– Indican la entrada a un puerto
– Ubican un accidente geográfico
– Señalizan un peligro para la navegación

Cada faro es único. Desde el primero que se tenga memoria escrita han sido hermosas estructuras que parecieran competir entre sí por ser la más llamativa. En su diseño participan ingenieros y arquitectos que, seguramente en algunos casos siguiendo los caprichos de emperadores y reyes, elaboraron planos de obras icónicas que identifican regiones enteras. En otros casos, gobiernos que saben la importancia de la simbología les encargaron planos de edificaciones acordes con estilos arquitectónicos de la época de construcción. Hoy en día algunos países como Francia, Alemania, Estados Unidos y Canadá, por mencionar solamente los que encabezan la lista, han seguido la tradición de construir faros suntuosos, no simples estructuras de acero para colocar una luz en la parte más alta.

Durante siglos existieron y aún hoy en día en algunos lugares del planeta existen hombres que cuidan los faros, en un tradicional trabajo de años y de generaciones, pues están acompañados en esta labor de sus familias ya que viven con ellas en los faros que generalmente están construidos en los lugares más remotos de la geografía. Allí es normal ver granjas, ropa colgada secándose con la brisa marina y hombres que saben de electricidad, de albañilería, de carpintería y que se comunican con radios de media frecuencia. Para estos hombres el faro es su sustento, es el trabajo de una vida entera; para estos niños es su hogar.

Los faros son arte, es imposible que pasen desapercibidos para quien sienta atracción por estas obras del hombre que conviven con los más hermosos paisajes de mar y de tierra. Existen libros enteros de fotógrafos que han dedicado su tiempo a capturar las mejores imágenes, han sido inspiración de poetas y solamente basta con sentarse en la parte más alta de un faro para recibir la inspiración necesaria para escribir, para componer odas o recibir la sabiduría para tomar las decisiones más importantes de la vida.

«Si la aventura es el mar, el faro es el pañuelo de luz que siempre confía en encontrar el navegante. El último en decirle adiós y el primero en recibirle, incluso cuando todo se hace tiniebla»: Francisco Calvo Serraller.

 

 

 

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