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“Estoy aportando mucho más que un grano de arena”

El instructor de buceo Jorge Herrera, quien ya ha visto muchos desoves de coral en su vida, nos cuenta cómo fue su primera vez en la recolección de gametos.

Son ya 30 años de estar buceando en esta parte de nuestro hermoso país, el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y de San Bernardo; más de 25 años como instructor de buceo y 19 años siguiendo, año tras año, este magnífico evento natural, el desove o liberación de gametos de corales. 

A pesar de la inmensa satisfacción que me ha dado mi trabajo, siempre había querido hacer algo más que observar, mostrar a otras personas, participar en jornadas de limpieza submarina, enseñar a los demás y compartir. Finalmente, ese día llegó. Por primera vez, paso de la observación pasiva a la acción.

He tenido el honor y el privilegio de formar parte de un proyecto piloto, liderado por las biólogas marinas Elvira Alvarado y Valeria Pizarro, para la creación del primer “Laboratorio de Cría de Larvas de Coral”. Es un proyecto a tres años y consiste básicamente en recolectar gametos de las especies de coral más importantes del arrecife del Parque Nacional Natural Corales del Rosario y de San Bernardo durante su reproducción para después llevarlas al laboratorio y ayudar en el proceso de fertilización, desarrollo larval y posterior asentamiento de los nuevos reclutas que empezarán a formar nuevas colonias.

Hacia las 4 p.m. del jueves 19 de septiembre salimos con un grupo de 17 buzos, entre biólogos marinos, estudiantes de pregrado de Biología Marina, instructores de buceo y “divemasters” hacia la barrera de coral al norte de Isla Grande a localizar y marcar con boyas la ubicación de colonias, específicamente de coral estrella montañoso (Orbicella faveolata), especie escogida para esta primera parte del proyecto.

Durante la inmersión, tuvimos la inmensa fortuna de observar el desove de otra especie importante, coral cerebro (Diploria strigosa) y que no teníamos en mente. Aunque ya se había reportado para esos mismos días en otros lugares del Caribe sur, nunca la habíamos observado en nuestro parque. Todo esto auguraba una noche muy especial y la emoción crecía cada vez más. Hacia las 6 p.m. terminamos nuestro trabajo de marcaje de colonias, obviamente llenos de dicha por la observación previa del desove del coral cerebro, y a esperar que llegara el gran evento.

A las 9 p.m. partimos, nuevamente, hacia los sitios; una vez todos ubicados en los puntos de recolección, no fue si no esperar a que cada colonia iniciara el desove. En este punto voy a hablar en presente porque quiero que vivas conmigo ese momento…

La emoción crece, sobre todo cuando empiezo a ver la aparición del pequeño saco o paquete asomando de cada pólipo y tengo la certeza que el evento va a suceder. Al cabo de unos pocos pero interminables minutos de espera, la liberación de gametos inicia y con ello un momento de alegría, emoción y a la vez preocupación de no dañar las colonias con las trampas.

No sé si concentrarme en recolectar gametos, que es la misión principal, o en observar atentamente y con el mismo asombro este maravilloso y único evento natural; sin embargo, cumplo con mi trabajo y pongo la trampa; esta cubre la colonia y no veo la liberación, pero veo cómo se va llenando el tubo colector de gametos e imagino todo el desarrollo de lo que va a pasar de ahí en adelante, de cómo esos gametos se transformarán en larvas y de cómo esas larvitas se transformarán en nuevas colonias y es en este momento donde realmente me doy cuenta de que estoy haciendo algo, que estoy aportando mucho más que un granito de arena, doy gracias y decido comprometerte mucho más con este proyecto.

Luego de una hora larga de buceo, salimos a la superficie, todos con sus tubos colectores llenos de gametos y muy emocionados, narrando nuestras vivencias; pero esto es apenas el primer paso y el proceso no para. Empieza una carrera contra el tiempo porque hay que llegar con los gametos recolectados al laboratorio del CEINER donde se dará inicio a la segunda fase del proyecto que es la fertilización en el laboratorio. Después de esto, a esperar el natural desarrollo de las larvas, el asentamiento en las piscinas especialmente diseñadas para tal efecto y una vez las nuevas colonias sean una realidad, “trasplantarlas” al arrecife natural.

Claramente, este es un proceso a largo plazo, en el que pasarán muchos años. Espero que la vida me alcance para ver resultados que estoy seguro se van a dar. En este momento pienso en mi hijo que tiene 10 años y que ya es buzo certificado y que en el futuro, cuando tenga mi edad, 55 años, pueda ver esas pequeñas colonias ya formadas no solo de coral estrella sino de muchas otras especies que 45 años atrás su papá junto con el trabajo de muchos otros ayudó a formar.

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