Fly fishing, peche a la mouche, pesca a la mosca… suena difícil para algunos, sofisticado para otros o simplemente una modalidad diferente para la gran mayoría, pero no es así. Pescar con mosca es el tope máximo del arte de la pesca, que lo resume como un verdadero deporte y como tal implica un proceso de aprendizaje cuyos resultados se van dando con el tiempo de práctica. El mosqueo casi no admite comparaciones con otras formas de atrapar un pez en el agua. Sin duda alguna supera todos los estilos o modalidades, gracias a la posibilidad que ofrece en cuanto a ecología, técnica, investigación y astucia. Es suficiente con el solo hecho de consultar los textos y catálogos relacionados con el tema para darse cuenta de que poseen un sello diferente que los convierte en un Estilo de Vida.
Mosquear es espiritual… existen miles de pescadores con mosca pero muy pocos verdaderos mosqueadores. La diferencia radica en el convencimiento total que se tenga. Es así como quienes se consideran pescadores con mosca, simplemente utilizan sus equipos como un componente más de su arsenal para intentar extraer un pez de su medio y llevan siempre el equipo de mosca para ir a la fija. No nos olvidemos de que el verdadero placer de pescar no consiste en sacar peces. Quien se sienta mal en una jornada de pesca cuando está duro debe revaluar sus principios y además, no olvidarse de que aprender a mosquear no significa aumentar las probabilidades de sacar, sino renunciar a las ventajas mecánicas y popularidad de los aparejos convencionales y entrar en el mundo de la exclusividad y total comunicación e igualdad con el pez y su medio.
Quizá todos los seres humanos llevamos la pesca en la sangre, probablemente por instinto de supervivencia. Pero el aprender a pescar con mosca permite el paso de la sangre al alma.
Todos los aficionados a la pesca tarde o temprano se preguntarán: ¿para quién pesco?, ¿para satisfacción personal o para mantener el orgullo frente a los amigos? Uno de los grandes retos que implica la pesca deportiva es el vencimiento de este drama. Renunciar al orgullo de mostrar los pescados, no es fácil; y pensar que se puede solucionar con una cámara de fotos sin tener que llevar la pesca al refrigerador. La pesca con mosca permite romper el instinto depredador y abre la mente hacia una dimensión que nunca antes imaginamos. Hacer tomar la mosca a un pez y además engancharlo, en ese orden de prioridades, es superior a todo lo que se pueda imaginar y sobresale más aún, si se logra con una mosca atada por el mismo pescador.
Quizá todos los seres humanos llevamos la pesca en la sangre, probablemente por instinto de supervivencia. Pero el aprender a pescar con mosca permite el paso de la sangre al alma. El pensamiento cambia y se ve la vida de otro modo. Basta con observar la ejecución de un cast, para deleitarse con la plasticidad y precisión de los movimientos, como si se combinaran el golf, el tiro con arco, la navegación a vela y hasta la gimnasia rítmica, además tener el placer de atar las moscas, aumenta la satisfacción y la posibilidad de estar conectado permanentemente con el deporte, los amigos y la naturaleza; y el final no puede ser mejor: dar al pez la oportunidad de regresar; de verlo nadar nuevamente y pensar que se tuvo dominio sobre él y su medio por unos instantes que su fuerza nos hizo felices.