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Ecogourmet es apoyo para el pescador artesanal

Liderado por Conservación Internacional Colombia, se busca promover una cadena de valor más justa con el pescador, más competitiva para el negociante y más sostenible con el medio ambiente.

Para muchas personas, la manera en que llega un alimento a sus platos es simplemente una cuestión de ir al supermercado más cercano. No nos detenemos a pensar cómo funciona la cadena de valor que hace que esto sea posible.

En el caso del pescado se requiere de un proceso complejo y todavía más si hablamos de los pescadores artesanales, para quienes la comercialización del pescado por fuera de su región y la competencia con las pesqueras industriales (que tienen toda la tecnología, dinero y accesibilidad a puntos de venta) es un enorme reto.

En gran parte de las costas de Colombia no hay energía eléctrica de manera constante, razón por la cual conseguir hielo y mantener la cadena de frío puede resultar un dolor de cabeza. Un ejemplo de que, para la cadena de valor de la pesca artesanal, tener productos competitivos en el mercado es un reto muy grande. El pescador termina ganando un porcentaje muy bajo en proporción al precio final del producto, solo para lograr mantenerse en la lucha y proveer de alimento a su familia.

Estos retos son los que el programa EcoGourmet busca aliviar al promover una cadena de valor sostenible que sea más justa con el pescador, más competitiva para el negociante y más sostenible con el medio ambiente.

El programa fue creado en alianza entre Conservación Internacional Colombia y el Fondo Acción en 2012, como un modelo de negocio sostenible y equitativo para el país. Su objetivo principal es generar una relación distinta entre los proveedores y los restaurantes para optimizar la conservación y el uso racional de los recursos marinos, que redunde en una mayor rentabilidad para ambas partes y así sensibilizar a los consumidores finales.

 

Primer proyecto en Bahía Solano

El primer proyecto de EcoGourmet que fue apoyado, luego de una reñida convocatoria, fue la consolidación de un acuerdo comercial entre la Red de Frío de Bahía Solano (una comercializadora de pescado local) y los restaurantes WOK, a través de la Fundación MarViva.

En este primer piloto, EcoGourmet fortaleció procesos administrativos de la Red de Frío, mejorando incluso instalaciones y capacitando al personal en manejo financiero, contable y en prácticas de sanidad de los productos comercializados.

Por su parte, la Red de Frío de Bahía Solano se comprometió a trabajar únicamente con pescadores que cumplan los siguientes cuatro requisitos:

  1. Usar anzuelos circulares, en lugar de los tradicionales Tipo J, para prevenir la pesca incidental de tortugas.
  2. Pescar con anzuelo, no con malla o arpón, al interior de la Zona Exclusiva de Pesca Artesanal (ZEPA), en el Chocó norte.
  3. En la embarcación, tener siempre desenganchadores de tortugas para evitar la mortalidad de estas especies.
  4. Capturar peces de tamaños permitidos.

Paralelamente, con los pescadores se hizo un acuerdo de pesca que al inicio no fue fácil de implementar.

“Lo más duro era cuando los pescadores llegaban con pescados que no eran de la talla y no se los podríamos recibir, sabiendo, sobre todo, que ellos lo hacen para mantener a sus familias y uno ve a los industriales que sí pescan de todos los tamaños. Poco a poco, los pescadores se dieron cuenta de que sí era necesario cumplir con este requisito, no solo para vender mejor el pescado, sino para asegurar que sigan existiendo en la zona”, dice Luis Antonio Olaya, miembro de la Red de Frío.

Segundo ciclo

En el segundo ciclo de EcoGourmet se apoyaron cinco organizaciones locales de toda la Costa Pacífica: Piqueros, Aspepu, Coomulpesab, Pinpesca y Consejo Comunitario Esfuerzo Pescador. Además, inicialmente seis restaurantes de Bogotá y Cali quisieron vincularse al proceso: DLK, Bruto, MiniMal, Pica, Canoa y Salvo Patria. Esto permitió la generación de un espacio innovador con la experiencia local en culinaria que promueve el desarrollo de nuevos platos con productos nacionales poco conocidos, esto último con el fin de que a nivel nacional se consuman más productos capturados de manera sostenible y con responsabilidad social.

Así, nuevos actores han decidido sumarse al programa, lo que se traduce en un mejor valor a la cadena de la pesca artesanal en Colombia. El programa actualmente está dando prioridad a experiencias de comercialización justa con asociaciones o comunidades del interior o de las zonas de influencia de áreas protegidas.

Una de las experiencias piloto, es en el Parque Nacional Natural Gorgona, en el marco del acuerdo de uso de la cabaña de descanso que tiene el PNN con los pescadores, en donde se está vinculando al proveedor de los servicios ecoturísticos con una comercialización directa y justa de productos pesqueros, a través de incentivos ambientales con los cuales los pescadores perciben beneficios directos por realizar responsablemente la actividad y respetar las medidas de manejo del área protegida.

Los resultados de esta experiencia generarán las bases para una propuesta de trabajo en otras áreas protegidas que incentiven actividades económicas responsables con las comunidades que ayudan en su conservación y se benefician de los recursos naturales que esta provee.

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