Devolver a su hábitat natural los animales víctimas del tráfico ilegal es una tarea bastante larga y difícil, pero afortunadamente hay profesionales que hacen todo lo posible por ofrecerles una segunda oportunidad.
Junto a la central hidroeléctrica de La Tasajera, en Barbosa, existe un lugar adonde llegan los reptiles, aves y monos tenidos ilegalmente como mascotas y recuperados por las autoridades, así como también las ardillas, gallinazos o zarigüeyas que son reportados con alguna afectación.
Este lugar de 5 hectáreas, rodeado de árboles y con un humedal como barrera natural, es el Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAV). Funciona desde el 2006 el cual es coordinado por el Área Metropolitana y operado por profesionales del CES.
Allí los animales son valorados y tratados clínicamente y se evalúa qué tan dependientes están de los seres humanos. Se identifica el estado comportamental del animal para definir su proceso de recuperación, de tal forma que aprendan a alimentarse por cuenta propia, a defenderse de depredadores y a encontrar refugio, para que puedan sobrevivir en el entorno una vez los liberemos, explicó Ana Cecilia Arbeláez, líder de Control y Vigilancia del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Reptiles como iguanas, tortugas y serpientes son el tipo de animales que más llegan al CAV, seguidos de aves cantoras como loros, guacamayas y sinsontes. En tercer lugar, mamíferos como los monos capuchinos y monos araña.
La fauna silvestre que se recupera en el Valle de Aburrá, ya sea por incautaciones o entregas voluntarias, procede principalmente del Magdalena Medio, Bajo Cauca, Chocó y Urabá. Allí existen poderosas redes de traficantes que utilizan toda clase de métodos para atraparlos. Muchas veces matan a los padres para quedarse con las crías o los transportan en las peores condiciones. Se calcula que por cada animal que logra ser vendido, diez murieron en el camino.
Los que llegan al CAV son afortunados, pues una vez estén sanos y listos para volver a su hábitat, emprenderán el camino a la libertad.
Rumbo a la liberación
El Magdalena Medio es una de las zonas donde habitualmente Corantioquia hace liberaciones de especies recuperadas en el CAV y que pertenecen a los ecosistemas allí presentes. Hace unos días, en unas zonas boscosas de Puerto Berrío, se liberaron 48 individuos entre boas, tortugas de río y de tierra, currucutús, búhos, gavilanes, gallinazos, ardillas y zarigüeyas.
Los sitios o plataformas de liberación tienen que tener unas características ecológicas importantes: debe tener buena cobertura vegetal y estratificación arbórea propia de las especies a liberar. Deben deben tener alimento y condiciones donde los animales puedan sobrevivir, como lugares para hacer sus nidos, y además deben ser áreas que tengan algún nivel de protección, ya sea por el Estado o la sociedad civil, explicó Juan Camilo Restrepo, coordinador del equipo de fauna de Corantioquia.
Uno de los predios que cumple con estas condiciones es una finca de 230 hectáreas donde el 65% es bosque nativo. El resto está dedicado a la ganadería y al cultivo de lulo. Para su administradora Cristina Ruiz, es el propio paraíso y no tiene ningún reparo en recibir boas y otras especies. Por el contrario, es una defensora de la fauna.
Aquí no se talan árboles, no permitimos la caza y nos agrada mucho que nos hayan traído todos estos animales porque tenemos que seguir cuidando la naturaleza e incentivar a la gente a que lo haga, expresó.
En este predio los animales silvestres tienen la seguridad de no volver a caer en las garras del tráfico ilegal, pero la amenaza sigue latente y el reto de las autoridades no es solamente recuperarlas, sino concientizar a la gente de todo el daño que se ocasiona al comprarlas y tenerlas como mascotas.